Llevamos años escuchando como en Estados Unidos o América Latina las estatuas de Cristóbal Colón o los monumentos a favor del descubridor se tiran o se degüellan. Lo hacen en contra de la colonización y de lo que esta supuso para los indígenas. Le cortan el cuello al hombre que representa aquella conquista y que para ellos es una mancha en la Historia. No son pocas las que han pasado por la guillotina o han sido retiradas pero aún son más las que aún siguen en pie aunque temblando.
El Washington Post publicó hace menos de un año que desde 2008 hasta 2022 se habían quitado 40 estatuas de Colón, sobre todo en el centro y en el este de Estados Unidos, aunque también aseguraban que pese a estas decenas de decesos era el tercer hombre con más monumentos del país. «Tiene un total de 149 en su honor, superado solo por Abraham Lincoln y George Washington», escribían.
Y además mencionaban el caso de México. En 2020 se retiró su estatua más representativa, después de que Andrés Manuel López Obrador le pidiera a Felipe VI que se disculpara por los «agravios de la llamada conquista». Los mexicanos se deshicieron del Colón que reinaba en Paseo de la Reforma desde hacía un siglo y colocaron, en su lugar, la estatua de una mujer indígena. A esto hay que sumarle que ya son muchas las ciudades y los países que desde hace años han cambiado el Día de Colón, nuestro Día de la Hispanidad, por el Día de los pueblos indígenas.
Pero no sólo ha sido Colón el que ha pasado por la guillotina física y moral, las estatuas de hombres ilustres han sido destruidas desde siempre y según el historiador Mauricio Tenorio Trillo, que ahora publica La historia en ruinas (Alianza editorial), seguirán siendo el centro de la diana de un intento de limpiar lo ocurrido.
«La diferencia entre cómo se hacía antes y cómo se hace ahora se centra en dos características», asegura el historiador, la primera es que «los debates están ocurriendo simultáneamente en muchos lugares que aparentemente no comparten las mismas historias y circunstancias». Y la segunda es la inmediatez cibernética, «mi sospecha es que estas novedades no constituyen un simple avance tecnológico que vehicula los diferentes pleitos del pasado. Son la base, el origen, la naturaleza, el único lenguaje en que ahora se expresa la iconoclasia, esa que regresa a cada tanto», asegura. Y añade que «activistas, artistas, historiadores o políticos en México, Estados Unidos o España desentierran hoy sus respectivas y añejas rencillas» a través, muchas veces, de las redes sociales, y de los monumentos porque «de un tiempo a esta parte en distintas ciudades del mundo, estos recuperan visibilidad y ganan beligerancia».
«De un tiempo a esta parte en distintas ciudades del mundo, los monumentos y estatuas recuperan visibilidad y ganan beligerancia»
mauricio tenorio trillo
Según Tenorio Trillo «podría decirse que, desde la antigüedad, no hay monumento o estatua cuya construcción no haya implicado la destrucción directa o indirecta de otro monumento o estatua». Pero él encuentra sorprendente la absoluta superioridad moral del presente frente al pasado. «No es solo un problema de anacronismo –juzgar con ojos morales de hoy el pasado-, sino de vanagloria ética: hoy sabemos más, entendemos más, somos mejores y más buenos que toda gente del pasado», alerta. Y continúa asegurando que «discutir la maldad de esclavistas, imperialistas o asesinos del pasado es cosa común en la escritura de la Historia».
El caso de Cristóbal Colón
En el caso de las estatuas o monumentos dedicados a Cristóbal Colón asegura que su auge se encuentra en la primera mitad del siglo XIX y se alarga hasta 1990. «A veces se honraba el imperialismo hispanista; otras, la civilización católica en América; otras más, el orgullo italiano-estadounidense; y en ocasiones Colón servía de emblema panamericano».
Pone como ejemplo la escultura que el descubridor de América tiene en Barcelona y que se inauguró en 1888. «En 1992, en medio de la fiebre olímpica catalana, y en el año del V Centenario del Descubrimiento de América, prendió un fuerte movimiento anti-Colón en Barcelona que calentó los ánimos, si bien no dañó el monumento. En Estados Unidos o en México las estatuas de Colón ya se habían convertido en casus belli y Barcelona no fue menos, aunque en Cataluña la infamia de Colón se fue mezclando con otras».
«Para la República Dominicana la honra de ser la guardiana de las reliquias de Colón pesaba más en la balanza que el exterminio de las poblaciones nativas»
mauricio tenorio trillo
Y menciona el ejemplo contrario, el de República Dominicana. Ese mismo año, mientras el resto del mundo hablaba de cambiar el relato, ellos inauguraron el Faro a Colón. «La idea de una cripta y un monumento a Colón había surgido en 1892 con el cuarto centenario pero no se consiguió terminar hasta cien años después. Para la República Dominicana la honra de ser la guardiana de las reliquias de Colón pesaba más en la balanza que el exterminio de las poblaciones nativas como consecuencia de la llegada de Colón a La Española», asegura Tenorio Trillo.
El historiador afirma que hasta hace menos de dos décadas Colón «era poca cosa». «Un punto de referencia donde encontrarse en la Ciudad de México o en Buenos Aires», asegura. Pero que a diferencia de otras muchas estatuas todo el mundo sabía quién era. Fue a partir de la década de 1990 cuando comienza a molestar aunque tiene claro que «en un futuro, su estatuas volverán a ser invisibles o tendrán connotaciones que no podemos siquiera predecir hoy».
Para el autor esto demuestra que desde hace cien años «Colón ya no es un personaje sino una estatua». «En España, México o Estados Unidos no hay un año que pase sin discusión sobre Colón y sus monumentos. (…) Y seguirá la discusión. Caerán más estatuas de Colón pero para mí es un episodio de Los Soprano el que da la mejor lección sobre este pleito», dice sobre un capítulo en que los mafiosos se pelean contra unos indígenas que están manifestándose un 12 de octubre contra una estatua de Colón. Al final todos acaban despreciando el monumento y Tony Soprano les dice: «Déjense de tonterías, ni los indígenas de hoy ni los Italian-Americans tiene que ver con ese Colón; que cada quien festeje o no lo que quiera».
El caso del Valle de los Caídos
Fuera de la colonización y el descubrimiento español, el autor de La historia en ruinas dedica varias páginas a nuestro monumento más conocido y polémico: el Valle de los Caídos. «Entre 1940 y 1970, en España o en México se levantaron numerosos monumentos en cursis estilos retro o vanguardista: el Valle de los Caídos o las muchas estatuas al caudillo», comienza.
«Que la naturaleza tome venganza, que se lo coma, y que el futuro entienda esas ruinas como buenamente sea posible»
tenorio trillo
Y asegura que «ninguna de las estructuras de la noche fascista de Europa ha sido tan emblemática y ha durado tanto. Hay pocos como esta inmensa estructura cavada entre la roca para servir de muchas cosas: iglesias, monasterio, museo, monumento ‘natural’, tumba colectiva, mausoleo del fundador de la Falange y tumba de Franco. Este es quizá el mayor monumento del fascismo del siglo XX que ha sobrevivido».
También dice que no solamente es único por su utilidad sino porque «su diseño y construcción no se prestan fácilmente a la recontextualización o a la remoción». Según él «se trata de un reliquia infame y rara. Es la vieja idea de la tumba al soldado desconocido, pero en masa, y la imagen de los prisioneros cavando sus propias tumbas».
Pero no sabe qué puede ocurrir ahora que tras la salida del cuerpo de Francisco Franco, «la pirámide ha quedado huérfana de faraón». «Hoy unos se posicionan a favor de dinamitar el peñasco con la cruz y sus templos; otros preferirían resignificar el lugar, exhumar los cadáveres, entregarlos a sus descendientes, utilizar el Valle para discutir la memoria. Si algo queda claro es la importancia que el Valle de los Caídos tiene para las discusiones sobre la «memoria histórica» en España o en el mundo», asegura y dice que su solución ante este monumento «inmenso» es «que la naturaleza tome venganza, que se lo coma, y que el futuro re-entienda esas ruinas como buenamente sea posible».