El congresista de Luisiana Steve Scalise ha sido elegido este miércoles por una mayoría de republicanos para optar a ser presidente de la Cámara de Representantes, un puesto que está vacante desde el martes pasado después de que una rebelión de ultras consiguiera destituir al ‘speaker’, Kevin McCarthy y dejara en parálisis el Congreso. Que esa parálisis vaya a acabar de forma inmediata, no obstante, sigue en duda por las persistentes y profundas divisiones republicanas.

En la votación secreta y a puerta cerrada de este miércoles Scalise, un conservador que desde enero era el número 2 de los republicanos en la Cámara Baja, que resultó herido pero sobrevivió en un tiroteo de un extremista de izquierdas y que desde agosto se somete a quimioterapia para tratar un cáncer de sangre, ha logrado 113 votos a favor y 99 en contra. Su candidatura se ha impuesto a la de Jim Jordan, el representante de extrema derecha que preside el Comité Judicial y contaba con el respaldo de Donald Trump.

Ese resultado de Scalise representa solo dos votos más de la mayoría simple que necesitaba dentro de la conferencia republicana para lograr la nominación. Y su gran reto ahora es garantizar que, una vez que se vote en el pleno de la Cámara, donde la elección depende tanto de republicanos como de demócratas, consigue los 217 votos necesarios si todos los congresistas votan.

Incertidumbre

Esa votación podría producirse este mismo miércoles por la tarde, pero también podría retrasarse si Scalise opta por intentar asegurarse de que tiene esos 217 votos, algo que no estaba garantizado a la hora de escribir estas líneas.

Aunque algunos republicanos habían intentado que para lograr la nominación fuera requerido obtener esa cifra de 217 ya en la conferencia, buscando sobre el papel evitar que se volvieran a exhibir en público las divisiones que sonrojaron al partido en enero, cuando McCarthy tuvo que someterse a 15 rondas de votación en el pleno para lograr su elección, su enmienda a las reglas ha sido rechazada. Y por eso se entraba de nuevo en la incertidumbre.

Algunos de los congresistas que querían a Jordan como nominado no han garantizado que respaldarán a Scalise en la votación, algo que tampoco ha hecho el propio Jordan. Había también republicanos que pedían tiempo para garantizar la unidad y criticaban abiertamente que se hubiera organizado la votación en el pleno para las tres de la tarde, solo hora y media tras acabar la reunión de su propia elección. Y se abría otro periodo de negociaciones frenéticas entre los conservadores.

Las prioridades de Scalise

En sus primeras palabras ante la prensa Scalise ha obviado la complejidad de su propia situación. Ha preferido centrarse en la agenda conservadora que promete promover desde el cargo para el que ahora es el nominado, y en la importancia de la elección. «Necesitamos asegurar que mandamos un mensaje a la gente de todo el mundo de que la Cámara de Representantes está abierta y funcionando».

Scalise también ha asegurado que su primera acción si llega al puesto será impulsar una resolución que reafirme el compromiso con Israel. Además, ha asegurado que quiere mantener una reunión sobre seguridad en la frontera con el presidente, Joe Biden, tras el que ocuparía el segundo lugar en la línea sucesoria si es elegido.

Asimismo, Scalise ha hablado de la situación presupuestaria, crítica en EEUU. Aunque se aprobó con apoyo bipartidista una prórroga que ha permitido mantener operativo el gobierno (la acción que los rebeldes contra McCarthy esgrimieron como razón para echarlo del cargo), esa norma solo garantiza los fondos hasta el 17 de noviembre. Y habrá que votar otra prórroga o lograr la aprobación de las 12 leyes presupuestarias individuales, algo que es complicado con el control del Congreso dividido. Los republicanos ya han aprobado tres de esas normas en la Cámara Baja, pero no tienen opción en el Senado controlado por los demócratas al incluir fuertes recortes de gasto que no estaban acordados cuando los dos partidos lograron también un pacto para suspender el techo de la deuda.