Vivir de alquiler conlleva una serie de factores estresores -la preocupación por las subidas, la inseguridad por conservar el piso, los potenciales conflictos con los caseros- que aceleran significativamente el envejecimiento biológico en comparación con quien tiene su vivienda en propiedad, incluso hipoteca mediante. Estas son las conclusiones de una investigación en base a datos de 1.420 personas en Reino Unido que ahora publica el Journal of Epidemiology and Community Health.

El mero hecho de vivir alquilado tendría un impacto epigenético -el modo en el que nuestros hábitos de vida afectan a la expresión de nuestro genoma, para bien o para mal- mayor que algunas influencias objetivamente traumáticas. Los investigadores estimaron que acelera el envejecimiento casi el doble que quedarse en paro, y un 50% más que haber fumado en algún momento de la vida. Sin embargo, afirman, este reloj epigenético se puede retrasar de nuevo con medidas como la mejora de las condiciones de habitabilidad o la seguridad.

La vivienda puede afectar a la salud mediante múltiples variables: de los mohos a la temperatura, pasando por el estrés de los ruidos y la convivencia, y hasta el estigma social por proceder de determinados distritos. Para evaluar el impacto en la longevidad, no obstante, los investigadores recurrieron a datos del biobanco de Reino Unido. Esto les permitió obtener indicios de envejecimiento prematuro por la metilación del ADN, el proceso químico mediante el cual la epigenética modifica el funcionamiento de nuestros genes.

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Estos datos se contrastaron con otros de tipo demográfico y administrativo para conocer no solo si los participantes vivían de alquiler o si eran propietarios, sino sus condiciones socioeconómicas. Se registró el tipo de vivienda y barrio en el que residían, si contaban con equipamientos como calefacción central, qué intervalos de alquiler pagaban, si contaban con ayudas, si compartían piso, y en qué medida cumplía esto sus expectativas. Se tomaron muestras de sangre de cada uno para analizar los indicios de metilación. 

Tras eliminar los factores de confusión -edad, sexo, nacionalidad, nivel educativo, Índice de Masa Corporal (IMC), tabaquismo, nivel económico-, se estimó que los inquilinos de alquiler privado se asociaban por sí solo con una aceleración del envejecimiento biológico. En cuanto a los factores externos, haberse retrasado con el alquiler en repetidas ocasiones y vivir en entornos de elevada contaminación fueron los dos factores más claramente vinculados al acortamiento de la vida.

Sin embargo, las personas que vivían con un alquiler social no se diferenciaban epigenéticamente de los propietarios una vez sumadas todas las variables. «Esto significa que no hay nada escrito en piedra», concluyen los investigadores. «La salud de los arrendatarios y su envejecimiento biológico puede mejorarse y revertirse mediante medidas públicas que hasta ahora han priorizado a los propietarios y a los inversores». No obstante, subrayan que el trabajo tiene limitaciones, al tratarse de un estudio observacional que solo contó con participantes de raza blanca y origen europeo.

¿Es aplicable a España?

«El estudio está hecho en el Reino Unido, un país europeo con un estado del bienestar similar, y parece extrapolable a España», valora Teresa Rubio Tomás, investigadora postdoctoral en el Institute of Molecular Biology and Biotechnology (IMBB) de Grecia en declaraciones a Science Media Centre. Sin embargo, si la problemática de la infravivienda en nuestro país comparte factores como el hacinamiento, otros como los «techos defectuosos» o los «problemas de calefacción» pueden ser más graves en el clima británico, más húmedo y frío.

«No me parece realista extrapolar los resultados a España, porque cada país tiene circunstancias socioeconómicas diferentes», matiza por su parte Mario Fernández Fraga, profesor de Investigación del CINN-CSIC y responsable del grupo de Epigenética del Cáncer y Nanomedicina del Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA). «Aunque los autores han tenido en cuenta variables como el estado socioeconómico, no podemos descartar que haya otras implicadas», declara al mismo medio.

«El estudio tiene un buen diseño con datos del biobanco de Reino Unido», añade Pedro Gullón, epidemiólogo social y médico especialista en medicina preventiva y salud pública de la Universidad de Alcalá. No obstante, previene de potenciales «sesgos«, como la problemática del racismo en caso de barriadas y comunidades vinculadas a determinados orígenes étnicos, o si el fenómeno del envejecimiento prematuro ya aparece en niños. En cualquier caso, el estudio subraya cómo los «distintos factores estresantes» afectan a la salud y el envejecimiento, destaca Rosa Arévalo García, profesora de Psicobiología en la Universidad de La Laguna.