El jefe de Márketing de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Rubén Rivera, ha negado en la Audiencia Nacional haber coaccionado a la futbolista Jenni Hermoso después de que ésta recibiese el beso en la boca por parte de Luis Rubiales.
De hecho, este martes Rivera, en el Juzgado Central de Instrucción número 1, ha presentado su labor en la RFEF como meramente logística, la propia de un «intermediario», y ha sostenido que, tras la victoria de la Selección femenina en el Mundial, ejerció de «recadero cualificado» de las jugadoras, como parte de su labor de «poner en contacto a unas personas con otras» dentro de la Federación.
Así, ha asegurado ante el juez Francisco de Jorge que trasladó a Jenni Hermoso «el recado de que la estaban llamando». Concretamente, según ha apuntado en su declaración como investigado, avisó a la futbolista de que pretendía hablar con ella el entonces director de la Selección Española de fútbol, Albert Luque. Algo que, según ha dicho Rivera, no le extrañó, dada la buena relación entre este directivo y la jugadora. Por tanto, tampoco se interesó por el motivo de esta pretensión.
Rivera, para ejemplificar su rol al frente de la RFEF, ha señalado que compró «bikinis» a algunas de las jugadoras de la Selección y a amigas suyas que las acompañaron al viaje veraniego a Ibiza tras ganar el Mundial femenino.
El jefe de Márketing de la RFEF viajó a la isla, donde —según ha sostenido este martes en la Audiencia Nacional— advirtió a Hermoso de la intención tanto de Luque como del entonces responsable de Integridad de la Federación, Miguel García Caba, de hablar con ella por teléfono tras lo sucedido.
Además, tal y como ha adelantado EL ESPAÑOL, la defensa de Rivera presentó este viernes en la Audiencia Nacional varios mensajes de WhatsApp de éste con varias jugadoras.
Esta decisión es parte de su estrategia de defensa para negar las coacciones a Jenni Hermoso.
De hecho, estos wasaps, según trasladan fuentes jurídicas a EL ESPAÑOL, incluyen conversaciones de Rivera con varias futbolistas —entre ellas, la supuesta víctima— mientras éstas disfrutaban de unas vacaciones en Ibiza tras ganar el Mundial de fútbol femenino. Este viernes, tras declarar, ha cotejado estos mensajes con el contenido de su móvil por orden del Juzgado.
El pasado septiembre, Luis Rubiales declaró como principal investigado en esta causa —en su caso, por la agresión sexual y las coacciones que le atribuye la Fiscalía, mientras que Rivera lo ha hecho sólo por el segundo de los delitos—. Y, como ya había manifestado públicamente, el ya expresidente de la RFEF sostuvo que el beso fue consentido y aceptado verbalmente por la jugadora.
Tal y como avanzó en exclusiva EL ESPAÑOL, hace dos semanas, también acudieron a la Audiencia Nacional como testigos dos peritos —personas sordas expertas en lectura de labios— que ratificaron que Luis Rubiales preguntó: «¿Un besito?» a la jugadora antes de besarla en la boca.
No obstante, tanto Jennifer como Rafael Hermoso —este último, también como testigo— manifestaron que el beso «no fue consentido». Sin embargo, a las pocas horas de suceder, tanto la jugadora como su hermano lo consideraron, ante los medios de comunicación, como un gesto anecdótico, sin importancia.
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