Madrid


09/10/2023 a las 09:24

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Vicente Ortún, autor de ‘La sanidad en la encrucijada post-covid’, explica cuáles son los principales déficits de la Sanidad y cómo atajarlos

Vicente Ortún, cofundador del Centre de Recerca en Economia i Salut (CRES) y catedrático emérito de economía y empresa de la Universitat Pompeu Fabra, es uno de los coautores del libro ‘La sanidad en la encrucijada post-covid’. Editado por el Cercle de Salut, entidad que promueve la mejora del modelo sanitario, Ortún explica en esta entrevista cuáles son sus principales déficit y cómo atajarlos.

¿Qué problemas ha puesto sobre la mesa la pandemia?

Según algunas publicaciones que se van a difundir próximamente, a lo que añado mi experiencia directa, la gestión de la pandemia en España ha sido un alarde clínico y profesional. Médicos, enfermeras, ingenieros, gestores… todos demostraron durante el estado de alarma una gran capacidad de gestión ampliando estructuras, reorganizando circuitos y turnos y coordinando especialidades. Todo ello permitió que la respuesta fuera comparable a la de países como Holanda y a una distancia sideral con Estados Unidos, donde se perdieron tres años de esperanza de vida y nosotros perdimos seis meses. El balance es positivo.

«Hay una lección clara, la pandemia se ha acabado y estamos como antes de mal»

Pero también hubo problemas.

Sí, las muertes en residencias, la falta de material… y hay una lección clara, la pandemia se ha acabado y estamos como antes de mal. Hemos regresado a la rutina y a la pérdida de eficiencia, lo que indica que necesitamos gestionar con sentido común, como gestionan las empresas, con agilidad, siendo flexibles, autónomos y sin interferencias políticas.

En el libro sostienen que el sistema de salud es bueno pero tiene cada vez peor pronóstico. ¿Por qué?

Nuestro sistema sanitario es bueno pero está empeorando de forma gradual y lenta. Por ejemplo, en 2017 la revista ‘Lancet’ lo sitúo en el sexto lugar del mundo pero en 2022 lo rebajó hasta el noveno lugar. Eso quiere decir que es uno de los mejores del mundo pero tiene mal pronóstico, está empeorando y los problemas, si no se atajan, seguirán empeorando.

«Tenemos una gestión del sistema sanitario muy burocrática y politizada. Se tiene que hacer como en las empresas, con agilidad, siendo flexibles, autónomos y sin interferencias políticas.»

¿Cuáles son los principales problemas a atajar?

En primer lugar, que la gente está votando con los pies, es decir, se está yendo al aseguramiento privado. Y, en segundo lugar, que tenemos una gestión del sistema sanitario muy burocrática y politizada. La politización se resuelve con más profesionalización y el primer problema, con más flexibilidad a la hora de ver qué hacer e cómo incentivar.

«El porcentaje de gasto en sanidad está bien, pero se tiene que emplear bien»

¿Por qué aumenta el aseguramiento privado?

Porque los pacientes, si no encuentran un acceso rápido, se marchan. El problema es que la forma de tener un sistema sanitario eficiente, que produzca bienestar con los recursos que emplea, y en esto estarían de acuerdo todos los partidos, es atendiendo según la necesidad clínica. Y, para eso, hace falta financiación pública.

Entonces, ¿toca ampliar el presupuesto destinado a Sanidad?

Tenemos un porcentaje de gasto, en relación a nuestra riqueza, adecuado. En Sanidad gastamos más del 10% del PIB. Eso quiere decir que todos los españoles trabajamos en enero y en febrero para el sistema sanitario. El porcentaje de gasto está bien. Si se decide ampliar, será una decisión política. Pero lo que hay que hacer es que ese 10% se emplee bien, con lo que se tiene, ver lo que se puede hacer.

«Los pacientes crónicos, en parte, pueden ser atendidos por enfermeras, que tienen una capacidad resolutiva extraordinaria»

Y con ese presupuesto, ¿cómo se pueden reducir las listas de espera, que es uno de los principales motivos de insatisfacción y de que aumenten los seguros privados?

En primer lugar, las listas de espera hay que hacerlas públicas, porque se conocen las de Catalunya y Madrid, no las del resto de comunidades. En segundo lugar, no hay generarlas. Y, una vez que las tenemos, priorizar según criterios clínicos y sociales. Los procedimientos funcionan, con un tiempo de espera máximo y, cuando se supera, te derivan. Manejarlo así tiene sentido. El problema es que se ha producido un alargamiento porque el covid supuso una disminución de la actividad quirúrgica. Lo que hay que hacer es priorizar, mitigar, para que vaya bajando la espera.

«Hay centros de salud excelentes y otros francamente mejorables y si todos tuvieran más autonomía y capacidad de gestión, no pasaría»

Y en atención primaria, ¿cómo se podría lograr que un profesional te atienda en un máximo de 48 horas?

Los centros de salud excelentes, aparte de las consultas programadas, tienen sitio para las citas espontáneas. Hay centros excelentes y otros francamente mejorables y si todos tuvieran más autonomía y capacidad de gestión, no pasaría.

Además, los pacientes crónicos, en parte, pueden ser atendidos por enfermeras, que tienen una capacidad resolutiva extraordinaria y tenemos que utilizarla más. Faltan médicos de familia, pero no es un problema que se vaya a resolver con rapidez. Y la solución no pasa por fijar un número máximo de visitas al día, eso es un disparate, porque si no atiendes a todos en un día, tienes que verlos al día siguiente. Hay que fijarse más en el número de población asignada a cada centro de salud y España no tiene una de las medias más altas.

El segundo problema del sistema sanitario, según su criterio, es la gestión, ¿qué mejoras introduciría?

La gestión [de los centros sanitarios] puede ser directa, realizada por funcionarios, o indirecta, a través de conciertos u otras modalidades. En España, cuando se empezaron a ensayar nuevas formas de gestión, en los años 90, se intentó innovar pero llevamos bastantes años que hacemos lo contrario y se han revertido las gestiones indirectas. Salvo en Catalunya, donde se mantienen algunas, con mucho sentido. Porque gestionar un gran hospital, con miles de empleados, no es como gestionar una embajada y en España las normas son las mismas. En el mundo predominan las entidades privadas sin fines lucrativos, el país de funcionarios somos nosotros, lo cual no está mal siempre que el funcionario sea un poco más flexible.

¿Aboga, entonces, por aumentar los conciertos con la sanidad privada?

Apoyo que haya gestión pública directa e indirecta. Y que en la gestión pública los gerentes no sean nombrados por decisiones políticas, sino por concurso de méritos, porque si depende de la política se pierde gente muy competente cuando se cambia de gobierno. En un país normal, el gestor de un hospital no es un nombramiento político, sino que se accede mediante concurso, es gente con autoridad, reconocida por sus compañeros, pero aquí tenemos una gestión muy politizada. Es necesaria la gestión pública directa pero que los gestores tengan flexibilidad y puedan competir [con la privada o concertada].