El acoso escolar es una de las prioridades que buscan combatir los centros. Tras años con altos registros de bullying según la percepción de los propios estudiantes, un estudio ha sacado a la luz que el pasado curso se colocó como el año escolar con menos acoso de los últimos ocho según la consideración de los propios alumnos.
La percepción sobre el acoso escolar, por tanto, se sitúa en los niveles más bajos de los últimos años: un 11,8% de los estudiantes de colegios e institutos considera que en su clase hay alguien que sufre acoso escolar, frente al 24,4% del estudio del curso anterior. Esta es la principal conclusión del V estudio La opinión de los estudiantes que realiza cada año la Fundación ANAR de ayuda a niños y adolescentes en riesgo.
Este porcentaje es, además, el más bajo registrado desde 2015, cuando la agrupación comenzó a realizar estos estudios. En aquel momento, uno de cada dos alumnos consideraba que había un caso de acoso escolar en su clase (50,1%), la cifra consigue este año su nivel más bajo a excepción de la caída del curso de la pandemia por la situación extraordinaria vivida, cuando se situó en el 15,2%.
El estudio refleja que en las clases en las que los alumnos perciben acoso escolar, la media de los casos detectados es de 1,8 víctimas por aula, lo que representa un 6% tomando como referencia una clase con 30 alumnos.
Para la obtención de estos datos, el V estudio La opinión de los estudiantes se basa en las respuestas de 9.616 alumnos de toda España de entre 11 y 14 años y 356 profesores durante el curso 2022-23. Además, viene acompañado por 524 talleres de sensibilización contra el acoso escolar llevados a cabo por la Fundación ANAR con la colaboración de la Fundación Mutua Madrileña. En la Comunidad Valenciana, por su parte, se han realizado 70 talleres en 24 centros escolares de las tres provincias que han participado también en la encuesta.
El director técnico y portavoz de la Fundación ANAR, Benjamín Ballesteros, comenta que «el resultado es una clara mejora en relación a la percepción de los estudiantes sobre si alguien sufre algún tipo de acoso dentro de clase. Esto implica que tenemos un resultado que, en los ocho años que llevamos haciendo este estudio, nunca había sido tan bueno». Sin embargo, entiende que estos resultados «tienen que servir de acicate» para ser conscientes «de que todavía queda mucho por hacer, porque el 6% representado en cada clase sigue siendo un pocentaje muy alto», ha subrayado Ballesteros.
En cuanto a las consecuencias que pueden haber conllevado a esta bajada, estima que un factor clave para entender esta mejora es la conciencia que tienen los estudiantes en relación al acoso: «Los alumnos tienen una mayor conciencia de lo que es el acoso escolar y, por tanto, dan traslado antes al profesorado y a las familias de las situaciones que se están produciendo. Eso implica que el propio profesorado nos comenta que el 90% de los casos se están detectando y en ellos se están poniendo soluciones», añade el director técnico de la Fundación ANAR.
Pese al gran índice de casos que, según el personal docente, se acaban detectando, la organización estima que la posibilidad de que los propios alumnos puedan expresar de forma anónima si perciben casos de acoso en su aula puede permitir contabilizar el número de casos que no salen a la luz porque la víctima no los acaba exteriorizando.
Uno de los datos que más alarman es el relativo a que más de una cuarta parte del alumnado (27,6%) piensa que la persona que ha sufrido acoso escolar ha experimentado esta situación durante más de un año. Sigue siendo un número considerablemente alto pese al descenso de las cifras. Por su parte, el porcentaje de estudiantes que estima que el bullying se ha producido durante semanas es el 29,9%. El dato más alto es el del acoso durante meses, que representa el 42,5% de la percepción de los alumnos en las aulas.
Perfil del alumno
Una de las cuestiones que se ha buscado encontrar en este estudio es el perfil del alumno que sufre este tipo de acoso prolongado en el tiempo. Ballesteros comenta que «el perfil generalmente es el de un estudiante que es diferente». Así, el aspecto físico es el principal motor del bullying (64,6%), seguido de lo que hace o lo que dice la víctima (56%) y por su cultura, raza u orientación sexual (27,1%). «Todas las personas son diferentes entre sí y esto implica que todas las personas pueden llegar a ser víctimas de acoso», explica Ballesteros.
En el caso contrario, si miramos el perfil del agresor, uno de cada cuatro alumnos (23,3%) reconoce haber participado sin darse cuenta en una situación de acoso escolar, un porcentaje similar, ligeramente inferior al del del curso anterior. Otra de las novedades es el cambio de la tendencia creciente a realizar agresiones en grupo. Aunque estas siguen siendo el 68,1% de los casos, una cifra superior a la época prepandemia, en los dos cursos anteriores fueron del 72,4% (2020-21) y del 72,6% (2021-22); mientras que las situaciones de acoso escolar afectan en mayor medida a una única persona.
El director del IES San Vicente, Joaquín Pastor, comenta que «el prototipo de alumno que ejerce ese tipo de acoso siempre es el mismo. Pasan los años pero se mantiene el mismo perfil del acosador, aunque también el del acosado». Su instituto es uno de los que elabora talleres de concienciación y prevención del bullying.
«Pese a los datos que puedan derivarse de este estudio, hay que ser conscientes de que todavía queda mucho por hacer en materia de prevención», alega Pastor, a la vez que comenta que «hay que tomar conciencia también de que el término acoso escolar hace referencia a un acoso que es continuado en el tiempo, por ello es importante trabajar en prevención y abordar la situación antes de que se convierta en acoso escolar propiamente dicho».
Modus Operandi
Los insultos, motes y burlas siguen siendo la forma de agresión más prevalente que mencionan un 88,1% de los preguntados. En este sentido, llama la atención el descenso en alrededor de 20 puntos porcentuales con respecto al curso anterior de la difusión de rumores y de las agresiones físicas como formas de meterse con la víctima. Desciende el daño físico y el psicológico toma protagonismo como vía de ataque a las víctimas.
Para Benjamín Ballesteros, director técnico de Fundación ANAR, “no debemos minimizar los daños que el acoso psicológico puede producir, ya que trae consecuencias muy graves para las víctimas, como baja autoestima, dificultades para relacionarse con los demás, ansiedad, agresividad, autolesiones e incluso ideas de suicidio”.
En cuanto al ciberbullying, esta forma telemática de acoso escolar también ha descendido en el último curso, situándose la percepción en un 7,4% (0,8 puntos porcentuales menos que el año anterior). Destacan WhatsApp (70,2%), Instagram (49,6%) y TikTok (38,5%) como los medios a través de los que se comete el ciberbullying . En primaria destacan TikTok, juegos online y Twitch con porcentajes superiores a secundaria. Los acosadores vía redes suelen ser compañeros de la misma clase en más de la mitad de los casos (53,6%) y en 9 de cada 10 casos (90,8%) del mismo centro escolar.
«Al final pasan los años y el modus operandi del acosador vuelve a ser el mismo que cuando yo iba a clase. A pesar de tener otros medios a mano, generalmente los casos con los que nos encontramos en el instituto tienen que ver más con las burlas y el hacer sentir mal a la víctima con un asedio psicológico», indica el director del IES San Vicente.
Joaquín Pastor finaliza mostrando escepticismo por lo que él considera «el truco de la estadística»: «Hay que tener cuidado con las cifras que pueden venir por estadísticas porque detrás de esos porcentajes hay menores que siguen padeciendo un acoso escolar continuado. Además, estos datos a mínimos llegan en un momento en el que las aulas han aumentado el número de estudiantes, pudiendo hacer que el porcentaje decrezca como consecuencia».