Liquidada la Dictadura, la ‘Revista de Occidente’ y su editorial preservaron su nombradía, pero la gráfica de su vitalidad e impacto mostrará un indisimulable desfondamiento. Ni réplica ni, por supuesto, causa; pero aún así no podrá apartarse la duda de que la corriente cultural generada por la revista y su círculo guarda alguna relación con el elán renovador suscitado en la colectividad nacional en tiempos del septenado primorriverista. Cuestión ocasionada, sin duda, a un largo y tal vez estéril debate, del que estará, sin embargo, por entero marginada la contribución relevante, de máxima magnitud, que, en todos los órdenes, significara para la cultura contemporánea de España la ciclópea tarea desempeñada por Ortega al poner en pie obra de las proporciones y valía de la Revista de Occidente y su editorial. Definidora sin rival de los gustos y valoraciones artísticos y literarios de la minoría más ilustrada de España y de varios países hispanoamericanos en el segundo tercio del novecientos, la empresa nucleada por el autor de ‘La rebelión de las masas’ en torno a la revista y su ‘hinterland’ editorial se ganó a pulso el lugar que, por derecho de conquista, ocupa en el mundo de las ideas más refulgentes del Occidente de la centuria pasada.