Los primeros ministros de Polonia y Hungría, Mateusz Morawiecki y Viktor Orbán, han organizado una rebelión conjunta en la cumbre de Granada contra el Pacto Europeo de Migración aprobado esta semana por los Veintisiete. Los dos líderes de derecha radical amenazan con vetar la declaración final del Consejo Europeo (que debe definir la agenda estratégica de la UE para los próximos cinco años y requiere unanimidad), por los desacuerdos migratorios.
Orbán ha asegurado que la aprobación de la última pieza del Pacto Migratorio (el reglamento de situaciones de crisis) equivale a una violación porque se ha hecho sin el consentimiento de Budapest y Varsovia, que fueron los dos únicos países que votaron en contra. Según las reglas de la UE, las decisiones sobre política migratoria se aprueban por mayoría cualificada.
«Polonia y Hungría no estábamos satisfechos con la propuesta, pero nos la impusieron. A Polonia y Hungría nos han dejado fuera, así que después de esto no hay ninguna posibilidad de tener ningún tipo de acuerdo sobre migración. Políticamente es imposible: no solo hoy, sino en general, en los próximos años», ha dicho el primer ministro húngaro.
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«Porque desde el punto de vista legal, hemos sido violados. Y si te violan legalmente, si te fuerzan a aceptar algo que no te gusta, como vas a llegar a un compromiso o a un acuerdo. Es imposible», ha insistido Orbán.
Polonia y Hungría -que desde siempre se oponen a las cuotas migratorias y a cualquier otro tipo de medida de solidaridad obligatoria en este ámbito- han pedido ahora incluir en la declaración de Granada que las decisiones sobre migración deben adoptarse por unanimidad y no por mayoría cualificada, lo que les daría poder de veto. Pero el resto de socios rechazan esta pretensión, lo que significa que el Consejo Europeo podría terminar sin ninguna declaración por falta de acuerdo.
«Europa se enfrenta a una elección fundamental: aceptar o no una inmigración ilegal masiva«, ha dicho por su parte el primer ministro polaco. Morawiecki ha reiterado que su país se opondrá a cualquier decisión de la UE que suponga la acogida de migrantes y refugiados. «Se lo dije ayer a muchos primeros ministros y, curiosamente, muchos están de acuerdo conmigo: tienen miedo a este dictado que viene de Bruselas y Berlín«, ha señalado.
«Polonia rechaza definitivamente las soluciones que supongan aceptar inmigrantes ilegales, por razones de seguridad nacional. En muchos países, los inmigrantes ilegales son responsables de la falta de seguridad en las calles», ha insistido Morawiecki, que ha citado los casos de Francia, Países Bajos y Suecia.
El primer ministro polaco ha arremetido además contra el líder de la oposición, Donald Tusk (ex presidente del Consejo Europeo) que según él promueve los postulados de Bruselas. Polonia celebra elecciones legislativas el próximo domingo 15 de octubre.
El borrador de la declaración de Granada dedica un párrafo a la política migratoria repleto de generalidades. «La migración es un desafío europeo que requiere una respuesta europea. La inmigración irregular debe afrontarse de forma inmediata de una manera determinada. No permitiremos a los traficantes que decidan quién entra en la UE«, señala el texto.
Los líderes europeos defienden un «enfoque global» que combine los acuerdos «mutuamente beneficiosos» con los países de origen y de tránsito, el aumento de «oportunidades para la inmigración legal», una protección más eficaz de las fronteras exteriores y una aceleración de las devoluciones de migrantes irregulares.
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