Hacer la compra en el supermercado se ha convertido en toda una gincana: cada vez son más las cuentas de redes sociales que visitan los lineales de distintas superficies para analizar y comparar los productos. ¿Cuál es el fiambre que tiene el mayor porcentaje de carne? ¿Qué queso debemos comprar realmente para no dejarnos engañar por los apellidos 0,0 y los envases saludables? A estas y otras cientas de preguntas podemos encontrar solución en plataformas como TikTok o Instagram, donde los entrenadores personales, dietistas o nutricionistas.
Uno de los contenidos más llamativos en la red es el que desmiente algunos mitos sobre los productos que más consumimos. En concreto, el que desmonta las creencias de los consumidores sobre los artículos que aparentemente parecen saludables pero realmente no lo son: por ejemplo, la lechuga envasada, el pan integral o las patatas cocidas.
Aunque en muchas ocasiones estas perspectivas están forzadas para buscar la viralidad y las visualizaciones, en el fondo comparten algunos planteamientos que son verdaderos: por ejemplo, el buen estado en el que se encuentra el producto o el más típico, observar la composición para analizar qué cantidad real del producto que se está vendiendo lleva la receta.
Los expertos desmontan el mito del hummus
Fabrizio Oslandi, personal trainer y experto en vida saludable, cuenta en un artículo cuáles son algunos de los alimentos que, sorprendentemente, no son tan saludables como pueden parecer a simple vista.
El hummus es uno de los ejemplos paradigmáticos: al tratarse de una pasta de garbanzos, la mayoría de personas asume que se trata de un alimento saludable que podemos incorporar a la dieta sin problema. Y esta suposición es completamente cierta, siempre que se trate de un producto casero cuyos ingredientes conocemos y hemos elegido nosotros, ¿pero qué hay del hummus del supermercado?
Según el experto, «el garbanzo debería ser el principal alimento, pero en muchos preparados típicos de supermercado, no lo son. Por lo que tengo comprobado, siempre es 50% garbanzo, y el otro 50% añadidos».
El entrenador personal se pregunta entonces en qué consiste esa mitad de ingredientes que no son garbanzos, en una receta compuesta principalmente por este ingrediente: «Es increíble que un alimento que sea tan saludable, si lo haces tú mismo en casa, puede malograrse hasta tal punto, y que resulte excesivamente calórico, por no tener una base de garbanzo adecuada».
Además de las calorías de más que puede llevar un hummus comprado en el supermercado que no supere el 50% de garbanzo, Oslandi identifica algo todavía peor: «Te lo comes pensando que es lo correcto, y si los metes en tu día a día, pensando que vas a conseguir estar más sano, cuando quizás estás consiguiendo lo contrario».