El Sevilla tiene motivos para estar enrabietado como nunca tras su paso por Eindhoven. Después de sufrir y sobreponerse a una mala primera parte, tuvo que ser el VAR el que entrara en acción en la segunda mitad, orquestado y seguido por la dudosa actuación de Daniele Orsato, para echarle una mano al cuello a los hispalenses con decisiones muy discutidas que lastraron las aspiraciones de los de Nervión. 

Los de Mendilibar supieron gestionar la superioridad del PSV en la primera parte y hasta se salvaron de la quema por un gol anulado a los holandeses por fuera de juego. Reaccionaron tras el descanso para mostrar una cara muy diferente en los segundos 45 minutos y también se toparon con el VAR, que quitó validez a un gol de Pedrosa que parecía perfectamente legal.

Sin embargo, el Sevilla tenía claro que quería ganar este encuentro y tras un disparo al larguero de En-Nesyri, fue Gudelj el que sacó provecho de una jugada a balón parado para poner por delante a los suyos. El VAR, esa herramienta que varios años después de su implantación sigue generando más polémica de la que había antes de su aparición, dio motivos a los de Nervión para enfadarse con un penalti inventado que señaló a favor del PSV.

De Jong aprovechó el regalo y encontró el lugar y momento perfecto para reivindicarse ante su exequipo. Lejos de amilanarse, el Sevilla golpeó en la siguiente jugada y En-Nesyri se colgó del cielo para rematar y hacer el 1-2 que parecía definitivo. Sin embargo, un despiste en la última jugada condenó al Sevilla a un punto que se queda corto.

El PSV aprieta

El Sevilla llegaba ya con ciertas urgencias a Eindhoven pese a tratarse tan sólo de la segunda jornada de la Champions League, pero es que en una fase tan corta cada punto cuenta. El traspié del primer partido le obligaba cuanto menos a sumar, y lo cierto es que los de Mendilibar parecieron saltar al terreno de juego concienciados de lo que tenían que hacer.

Sin embargo, el empuje de los andaluces duró muy poco y todo fue un espejismo. Poco a poco el PSV comenzó a hacerse con la manija del encuentro, se hizo con la posesión y empezó a amenazar el área sevillista. De Jong, seguramente ansioso por reivindicarse ante el equipo en el que no terminó de cuajar, fue la principal amenaza en el juego aéreo de los holandeses. 

Varios intentos infructuosos del ‘9’ del PSV dieron paso a un serio aviso de Lang, otro de los más activos. El atacante del PSV ejecutó un disparo fuerte abajo que obligó a Nyland a sacar una buena mano tensa para evitar que el balón se colara en la portería hispalense. Para entonces, mediada esta primera mitad, los locales ya estaban siendo superiores a los puntos, más aún con el disparo de Schouten desde la frontal.

El Sevilla se estaba viendo superado y no conseguía ni siquiera asomarse por las inmediaciones del área holandesa, una mala noticia para el equipo de Mendilibar, que volvía a alimentar los fantasmas. Por si fuera poco, el PSV se adelantó en el tramo final de esta primera mitad aunque por fortuna fue un espejismo porque el VAR anuló el tanto. 

Un centro desde la izquierda en una falta encontró la cabeza de Ramalho, que se adelantó al resto de la defensa, pero lo hizo tanto que estaba en fuera de juego en el momento del pase. Un chispazo de Lukebakio tras una jugada individual y un centro de Pedrosa que no encontró rematador por poco sirvieron para que los hispalenses se sacudieran el dominio.

Otra vez el VAR

La segunda mitad arrancó de una manera muy distinta a lo que se había visto en los anteriores 45 minutos. El Sevilla se quitó los complejos y pisó con mucha más asiduidad el área del PSV, aunque esto se convirtió en un intercambio de golpes porque los holandeses no negociaban que tenían que seguir atacando.

En estas, encontró el Sevilla su premio. Pedrosa acudió a la presión arriba, provocó un mal despeje de Ramalho y se plantó mano a mano ante Benítez para batirle con calidad. Los de Nervión celebraron el gol, y aparentemente no había motivo para no hacerlo, pero entonces entró de nuevo en juego el VAR. 

Esta herramienta, tan válida en muchas ocasiones como en el gol anterior del PSV, a veces la carga el diablo. En la repetición quedó claro que Pedrosa tenía la mano pegada al cuerpo en el momento del despeje de Ramalho, pero aún así los colegiados encontraron ahí la justificación perfecta para no dar validez al tanto.

Como dolido, el Sevilla todavía tenía más cosas guardadas. En-Nesyri se plantó mano a mano ante el guardameta y, en su intento de superarle por arriba, se encontró con el larguero casi cuando ya estaba cantando el gol. Otro aviso de los españoles, que acto seguido pasaron otros instantes de apuro con varias llegadas del PSV que no terminaron en gol de milagro.

La moneda podía caer de cualquiera de las dos caras porque el encuentro estaba muy abierto, pero la fortuna quiso sonreírle en esta ocasión. En un córner sacado en corto, el balón voló finalmente hacia el segundo palo donde Sergio Ramos hizo gala de su poderío, devolvió el esférico hacia el corazón del área y ahí apareció Gudelj, con todo, para fusilar la portería holandesa en posición acrobática.

El Sevilla parecía tener todo bajo control, pero lo que no podía manejar era el VAR y las decisiones arbitrales. Una caída en el área sevillista fue interpretada por los colegiados como un penalti de Sergio Ramos que parecía inexistente. De Jong aprovechó el regalo y el cabreo sevillista para marcarle a su exequipo.

Aquello, lejos de hundir a los de Nervión, les revitalizó aún más porque en la siguiente jugada, nada más sacar de centro, un pase de Juanlu desde la banda derecha encontró un remate antológico de En-Nesyri para hacer el 1-2.

Parecía, esta vez sí, que iba a ser definitivo, pero los partidos no se terminan hasta que no suena tres veces el silbato del colegiado. Cuando estaba todo decidido, en la última jugada del partido, el PSV sacó petróleo de un centro lateral y un despiste de los de Mendilibar para que Teze hiciera el 2-2 definitivo. Mucho castigo para un partido en el que el Sevilla puede señalar a los colegiados sin miedo a equivocarse.