No hay nadie mejor que Baraja para volver a obrar el milagro de salvar a este Valencia CF. Ni tampoco para maquillar la realidad. Al menos para hacerlo un rato. Y es que ni siquiera Baraja puede maquillarla todo el tiempo. Después del espejismo de los 10 puntos, con la primera semana de tres partidos se ha destapado la realidad en toda su crudeza. El equipo del Pipo ya está por debajo del de Gattuso en resultados y con una sensación desgraciadamente conocida por todos.

El orgullo de Solís por el protagonismo de los canteranos es de vergüenza para el valencianismo, preocupado a estas horas por no marcharse al próximo parón con una exigua renta sobre el descenso. No hay consuelo para lo que está ocurriendo. Aunque, por el contrario, lo que tampoco hay es resignación.

Mestalla va a seguir al pie del cañón tanto en su apoyo a los jugadores y al míster como en la denuncia a Lim. Un mensaje ante el que las instituciones no pueden hacer oídos sordos y menos poner una alfombra roja para regalarle al máximo accionista un convenio que el concejal de grandes proyectos desea ventilarse en un visto y no visto. Y es que donde antes había que exigir avales, ahora nada. ¿Van a explicarlo o tampoco?.

Negativa

Curioso que la primera cita de Olano haya sido con Martín Queralt cuando la fuerza de Torino tiene que ver más con el abolengo que con la representatividad. Reunión, por cierto, de la que no hay que quedarse con el titular de la venta porque el proyecto de que los valencianistas apunten en una lista cuánto dinero están dispuestos a poner para que el club lo recuperen otros no es más que una bondadosa ocurrencia.

Con lo que hay que quedarse de lo que dijo Queralt es con los motivos por los que las instituciones no pueden permitir que los ciudadanos sean víctimas de un chantaje ni exponerlos al riesgo de otro engaño de parte de quien no ha hecho otra cosa en estos años. Por mucho que lo repitan, el mantra de que se negocia con el Valencia CF no es cierto. El Valencia CF está ahora en manos de un conglomerado de empresas dirigidas de facto por un tipo al que le importa un bledo lo que quede cuando se vaya.