Aunque parezca increíble, un animal que apareció en la Tierra hace 450 millones de años y ha sobrevivido a cuatro extinciones masivas continúa habitando entre nosotros. Se trata de un parásito de gran tamaño parecido a una anguila con boca en forma de ventosa, sin huesos y que se alimenta de sangre. Habita en los cursos de agua de la Tierra desde antes incluso de que los dinosaurios caminaran sobre nuestro planeta.
Es incluso más antiguo que los árboles y, sin embargo, ha perdurado hasta nuestros días, convirtiéndose en objeto de muchos estudios científicos. Se trata de la lamprea del Pacífico (Entosphenus tridentatus), que suele medir alrededor de medio metro de longitud, aunque hay ejemplares más largos.
Al haberse diferenciado de sus ancestros ya desde hace mucho tiempo, presenta algunas adaptaciones peculiares. No tiene huesos, sino que está formado por una especie de esqueleto cartilaginoso y en la parte superior de su cabeza tiene un ‘tercer ojo’ que en realidad es un órgano especializado para la detección de luz.
La lamprea del Pacífico, que en el planeta habita fundamentalmente en las costas del norte de este océano, puede considerarse un fósil viviente, ya que se remonta al Ordovícico, hace unos 450 millones de años.
Van del agua dulce al océano abierto
Reciben su nombre por el increíble viaje que realizan a lo largo de su vida, que comienza en ríos y arroyos de agua dulce para luego migrar al Océano Pacífico.
Sin embargo, su larga migración no termina todavía en ese momento, ya que cuando alcanzan la madurez y están listos para desovar, tienen que regresar a ambientes de agua dulce otra vez. Transformarse de un animal marino a uno de agua dulce no es tarea fácil, por lo que la lamprea del Pacífico sufre una serie de cambios en su apariencia y fisiología que le permiten sobrevivir a los cambios de salinidad que experimenta en sus migraciones.
Esa capacidad para pasar del agua dulce a las del Océano se debe a que las lampreas del Pacífico tienen un superpoder: utilizan señales químicas liberadas por las larvas de esta especie para encontrar su camino de regreso a los ríos. Es posible que regresen a la misma vía fluvial en la que desovaron, pero a diferencia de lo que ocurre con el salmón, en su caso no está garantizado que siempre ocurra así.
Se alimentan de sangre
Estos animales tienen una forma curiosa de alimentarse. Tienen una boca en forma de ventosa rodeada de dientes, que utilizan para aferrarse a sus presas y extraer de ellas sangre y fluidos corporales. Hasta donde saben los científicos, las lampreas no comen carne. Entre sus presas favoritas figuran el salmón del Pacífico, el pez plano, el pez roca y la merluza del Pacífico, pero también hay aves y mamíferos marinos.
Y es que la lamprea del Pacífico, efectivamente, se alimenta de sangre y fluidos corporales, dejando una desagradable herida circular en el cuerpo de su presa. Sin embargo, la lamprea del Pacífico no mata a sus víctimas, ya que son parásitos y, por tanto, necesitan que sus anfitriones continúen vivos para alimentarse de ellos de manera continua.
La lamprea del Pacífico es solo una de las alrededor de 40 especies de lamprea que surgieron de un antiguo ancestro de pez sin mandíbula durante el Ordovícico y, como grupo, han sobrevivido al menos a cuatro eventos de extinción masiva, explica el portal Live Science.
Su carne grasa contiene muchas calorías. En concreto, presenta 4,1 veces más aceites grasos omega-3 que el salmón.
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