A finales del año pasado Cepsa puso en marcha una iniciativa con la que logró suministrar combustible sostenible a más de 200 vuelos que partieron del aeropuerto de Sevilla, fue una acción pionera en el sur de Europa.
De esos dos centenares de vuelos, setenta fueron de Vueling. El biocombustible utilizado se produjo a partir de huesos de aceitunas, con 1.500 toneladas de residuos de almazara. Sobre este hito, Franc Sanmartí, director de Sostenibilidad de la filial de bajo coste del grupo IAG, dio cuenta en el pasado Fitur. De hecho, durante la feria turística la compañía aérea estuvo regalando aceitunas a los visitantes, recuerda Sanmartí.
El combustible de aviación sostenible (SAF, por su sigla en inglés) suministrado por Cepsa fue el suficiente para cubrir 400.000 kilómetros, «el equivalente a dar diez veces la vuelta al mundo», dicen desde la energética.
Vueling, en junio del año pasado, realizó un vuelo entre Barcelona y Lyon con SAF producido por Repsol a base de aceite usado de cocina. «Nos dio muchas esperanzas», afirma Sanmartí. Lograron reducir las emisiones un 72 %, gracias a que volaron con un A320neo, que rebaja un 20 % las emisiones y que siguió una trayectoria de vuelo «sin hacer zigzag», con lo que se ahorró otro 10 % adicional. La aerolínea se ha comprometido a utilizar un 10 % de SAF en 2030.