La capacidad del sistema de atención a las personas sin hogar aumentó en 2022 un 22 % respecto a dos años antes, pero casi la mitad de las nuevas plazas estaban en albergues, recursos de emergencia que, alerta la plataforma Hogar Sí, no ofrecen alternativas a largo plazo a quienes viven en la calle.

¿La solución? Transformar el sistema y orientarlo hacia el modelo de «Housing First», que ofrece a personas en riesgo de exclusión una vivienda compartida de forma temporal y apoyo socioeducativo personalizado.

«Los albergues no funcionan para conseguir que las personas sin hogar se recuperen y puedan salir adelante», advierte en una entrevista con EFE el director general de Hogar Sí, José Manuel Caballol.

La Encuesta de Centros y Servicios de Atención a Personas sin Hogar publicada esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE) muestra que el año pasado se alojaron en pisos o apartamentos 7.921 personas sin hogar, de media, y en centros colectivos 13.763.

El modelo «Housing First» se empieza a materializar y en diciembre contaba con 671 viviendas (un 57 % más que en 2020). Solo residían en ellas 969 personas.

Los centros colectivos, por regla general, tienen periodos de estancia que varían desde los tres hasta los quince días, un ciclo de entradas y salidas que hace que alrededor de un 20 % de las plazas se queden sin ocupar al cabo del año, a pesar de las 10.300 personas que habitan fuera de este sistema.