No había un elemento contaminante en el Barça-Sevilla más allá del morboso regreso de Sergio Ramos a la vida culé, igualmente vestido de blanco pero al frente de la defensa andaluza. El duelo se infectó con una nota del Sevilla en la que renunciaba a acudir a la comida de directivas y al palco y la respuesta del Barça fue contundente al anunciar que rompía relaciones con la entidad hispalense por su «ataque injustificado e impropio».
Empezó a rodar el balón y sobre el césped no hubo una tensión adicional del enfado mayúsculo de los dirigentes barcelonistas, mientras los del Sevilla, que habían viajado ocultando sus intenciones, fueron ubicados en la grada. En la zona noble se sentó una representación del Barça femenino que participó en el Mundial, con Aitana Bonmatí, campeona mundial y mejor jugadora del planeta, con la medalla de oro y el premio The Best.
El protagonista
Corría por las redes sociales un vídeo de los prolegómenos de un clasíco Barça-Madrid (2 de abril de 2016) en el que se homenajeaba a Johan Cruyff, fallecido poco días antes. Estaba en el túnel de vestuarios Sergio Ramos preparado para salir al campo capitaneando a su equipo. A la derecha de los futbolistas blancos estaban en fila los niños que iban a saltar con ellos al terreno de juego. El primero, el que salió de la mano con Ramos, era un sonriente Lamine Yamal.
Se dieron de nuevo la mano siete años después. Más brevemente. En el saludo protolario. Iban enfrentarse cara a cara, Lamine Yamal, algo más que un niño, con 16 años cumplidos en julio, y Sergio Ramos, con 37. Uno de ida y otro de vuelta. El destino les llevó a compartir otro episodio. Más trascendente: la intervención conjunta en el gol del Barça.
Centró pasado Ferran detectando la progresión de Yamal por el toro costado. El juvenil cabeceó atrás hacia Fermín, pero el balón encontró por el camino las piernas de Ramos, que corría en dirección a la portería y se marcaba un autogol. Se lo negó a Lamine Yamal, se lo dio al Barça.
La táctica
Recuperó Xavi la figura más o menos geométrica del cuadrado, ya saben, dos mediocentros y dos interiores centrados delante. Pero lo dibujó con solo dos centrocampistas. Utilizó a Gündogan y Gavi detrás y a Raphinha y João Félix, dos delanteros, delante. Xavi quería preservar a Oriol Romeu, por ejemplo, ante la visita a Oporto del próximo miércoles. Tal vez lo sacrificara por el mal partido de Mallorca. Lesionados De Jong y Pedri, irrecuperables hasta final de mes, solo quedaban como recambios Sergi Roberto y Fermín, otro delantero reconvertido.
Reconversión que resultó útil y oportuna. Raphinha palmó con la maldición que ataca a los medios. El dispositivo tan ofensivo, propio de cuando el Barça ha necesitado remontar –sobre todo, por la ubicación de Raphinha de interior, cohabitando con Lamine Yamal–, concedió muchos espacios al Sevilla para el contraataque.
El problema
No le iba mal al Barça, que se atasca frente a rivales encerrados, pero a costa de que Ter Stegen interviniera mucho, demasiado. Más que Orjan Nyland, el portero noruego del Sevilla. El travesaño impidió el gol de João Félix y el pecho de Gavi salvó que Ocampos marcara. La ida y vuelta benefició al cuadro azulgrana, superior en su capacidad de ataque.
Fermín mantuvo el alto nivel de Raphinha, y cubrió más terreno con un mayor despliegue físico, algo necesario para evitar las progresiones andaluzas. Sus robos permitieron ataques más rápidos. Después del descanso, Xavi deshizo el cuadrado y Fermín y Gavi ocuparon los interiores, con Gündogan de mediocentro y João Félix abierto a la banda, luego Ferran. El Barça se compensó, siguió atacando sin acierto y las salidas del Sevilla fueron aminorando.
La lesión
Raphinha pagó el sobreesfuerzo que le demandó la posición de interior. Un desgaste físico al que no está acostumbrado cuando ejerce de extremo, de intervenciones más puntuales y de menor recorrido.
Iba y venía Raphinha y en una de esas carreras en las que se proyectaba solo hacia el marco de Nyland, el músculo estalló. Puso la pierna derecha forzada para proteger el balón del acoso del defensa, último obstáculo antes del portero, y se quedó clavado. Inmediatamente se echó la mano en la parte posterior del muslo y se sentó en el suelo.
No había otra salida que la sustitución. Fermín fue el elegido por Xavi. Un acierto. El canterano que asombró en la pretemporada, autor del gol del empate en Mallorca, mejoró lo aportado de Raphinha. El Barça sólo informó de la existencia (evidente) de la lesión, que podría ser en los músculos isquiotibiales.
Lesionados Pedri y Frenkie de Jong, Raphinha es la tercera baja para el segundo partido de la Champions, el próximo miércoles en Oporto. Aparece la Champions y, como el año pasado, arrecian las lesiones en el vestuario azulgrana.