Poco tiempo llevamos de temporada, pero los primeros partidos son para muchos indicativo de lo que será el devenir de la temporada y los bailes de banquillos recién están empezando y tienen pinta, tal y como ha evolucionado el fútbol, que van a ser unos de tantos.

No por rendimiento ha habido cambio de cromos en el Olympique de Marsella. Marcelino García Toral cerró esta misma semana su primera aventura en Francia, con un resultado nefasto. Llegó para sustituir a Igor Tudor y acabó dejando el banquillo galo siete partidos después. No porque el club haya tomado esa decisión. El técnico español estaba respaldado por Pablo Longoria pero, tras solo dos victorias, el clima que envuelve al club ha sido suficiente para poder con él.

Hay pocos técnicos capaces de decidir aterrizar en un Marsella de ambiente totalmente hostil, que encima viene de perder con claridad el derbi contra el Paris Saint Germain y que se ha quedado sin Champions League. Es por esto que el club parece haber escogido a alguien que ya está acostumbrado a coger misiones imposibles, aunque literalmente son eso, porque no ha conseguido salir bien parado de ninguna. Ese es Gennaro Gattuso, quien como Marcelino prueba por primera vez en la Ligue 1 y espera tener más suerte y duración aplicando su carácter, mano dura y gen competitivo, aunque de momento de poco le ha servido.

El histórico futbolista italiano se ha convertido en el comodín de las causas perdidas. La primera de todas empezó con un Milan con muchas deudas y en uno de los momentos más bajos de su historia y, desde ese momento, ha sido un no parar. Encadenó acto seguido un destino seriamente complicado, Nápoles, con la misión de sustituir nada menos que a Carlo Ancelotti, y ya rizó el rizo cuando en junio de 2022 se le ocurrió tomar las riendas de un Valencia totalmente desestructurado. Allí únicamente duró hasta enero, cuando se decidió destituirlo.

Ahora, en un Marsella que es como un hervidero, Gattuso intentará el más difícil todavía, marcarse un Tom Cruise. Empieza la Misión Imposible IV. Mucha suerte.

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