El sindicato OTRAS, que agrupa a trabajadoras y trabajadores sexuales a nivel estatal, rechaza la presencia de representantes de la asociación para la prevención, reinserción y atención de la mujer prostituida (APRAMP) en unas jornadas técnicas sobre prostitución que organiza el ayuntamiento de Calvià a finales de octubre.
En un comunicado, el sindicato, con implantación en Mallorca, acusa a la mencionada entidad de «instumentalizar la precarización» de las trabajadoras sexuales para «aumentar su riqueza y hacer lobby por una criminalización» de su actividad.
OTRAS esgrime las denuncias de personas que aseguran haber pasado por esa asociación, unas denuncias que se han difundido a través de redes sociales y de las que se han hecho eco en los últimos años algunos medios de comunicación.
«Hay más de 30 presuntos casos de explotación laboral hacia trabajadoras sociales e historias de terror de trabajadoras sexuales que han pasado por la organización y han denunciado entre otras cosas: racionamiento de comida, haber sido encerradas en los pisos o que se les haya retirado el pasaporte», sostiene el sindicato.
Centros de acogida
Estas informaciones son rechazadas con rotundidad por APRAMP, una entidad que ofrece servicios de atención como un teléfono para emergencias, centros de acogida para víctimas de trata y talleres de formación para el empleo de estas mujeres. A preguntas de este diario, afirman no tener constancia de que se haya hecho ninguna petición al Ayuntamiento de que se les vete en esas jornadas de trabajo, y en todo caso enmarcan este tipo de críticas en el debate existente a nivel estatal «entre abolicionismo y regulacionismo» del trabajo sexual.
Desde la entidad, se explica que la postura de esta organización sindical es contraria a la abolición de la prostitución, mientras que APRAMP trabaja para que «personas esclavizadas puedan recuperar su vida», reintegrándolas en la sociedad.
Para la asociación, esa diferencia de puntos de vista puede estar en el origen de las manifestaciones críticas que ha realizado el sindicato OTRAS, que se creó en 2018 y que reclama la «total despenalización» del trabajo sexual, al considerar que eso ayudará a «localizar más fácilmente la trata y el proxenetismo».
Respecto a las informaciones periodísticas que recogían denuncias de mujeres que habían pasado por APRAMP, esta asociación con cuatro décadas de vida señala que fueron objeto de rectificación en su momento. De hecho, agregan que no tienen constancia de que «exista o haya existido denuncia o procedimiento judicial» por estos hechos.
Fuerzas de seguridad
APRAMP, que colabora habitualmente con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y que ha participado en reuniones de trabajo con la reina Letizia y la ministra Irene Montero contra la trata, subraya que siempre estará «enfrente» del lobby de proxenetas y empresarios del mundo de la prostitución. Uno de los testimonios de trabajadoras sexuales que han sustentado la postura crítica hacia APRAMP es el de Ángela, que vive en Madrid y que en la pasada legislatura expuso sus argumentos a la entonces vicealcaldesa, Begoña Villacís, de Ciudadanos.
«Sin papeles»
En declaraciones a este diario, Ángela relata una experiencia negativa con esta asociación. «Llegaron al piso donde yo trabajaba, con su discurso de que iban a ayudar. Yo sufría además violencia de género, estaba sin papeles… Acudí por su apoyo jurídico, hay albergues… Decían que el trabajo sexual es lo más oscuro, que te denigra. Yo, con el trabajo sexual, le estaba pagando el tratamiento a mi padre, con cáncer».
«No veía un duro para enviar a mi familia. Tampoco vi la ayuda jurídica y psicológica. Me metí en esos talleres y eran insultantes, porque te explicaban qué es una bayeta»
Pasaron los meses y, relata, la situación se hizo «desesperante». «No veía un duro para enviar a mi familia. Tampoco vi la ayuda jurídica y psicológica. Me metí en esos talleres y eran insultantes, porque te explicaban qué es una bayeta. A ellos les renta, porque en la declaración que hacen ante el Gobierno para tener ayudas explican que hacen estos talleres». Cuenta que acabó volviendo al trabajo sexual y que, finalmente, obtuvo la nacionalidad española.
«Me han arreglado mi situación en España, y además ya estoy preparada para trabajar. He recuperado mi autoestima»
En la web de APRAMP, en cambio, figuran testimonios de usuarias que aseguran sentirse satisfechas con la atención recibida. Diana, de 18 años y originaria de Paraguay, dice: «Me han arreglado mi situación en España, y además ya estoy preparada para trabajar. He recuperado mi autoestima».
Blessing, nigeriana de 19 años, destaca: «Por fin, puedo tener una vida digna. Me han formado para un trabajo».