El gran triunfador del segundo debate entre aspirantes republicanos a la nominación de 2024 volvió a ser este miércoles, como en el primero, quien estuvo ausente: Donald Trump. El expresidente y favorito ha decidido no participar en estos debates, escudándose en su ventaja en los sondeos y la estrategia le da resultados, pues mantiene su abrumadora ventaja sobre los rivales. Y nada de lo visto este miércoles en la biblioteca presidencial Ronald Reagan en Simi Valley (California) en dos horas llenas de hostilidad y salpicadas de caos apunta a que las cosas vayan a cambiar. De hecho, un colaborador de Trump ya ha anunciado que el favorito tampoco participará en el tercero, el 8 de noviembre en Miami.

Trump, que había decidido contraprogramar el debate de este miércoles yéndose a Michigan, escenario de una huelga de trabajadores del motor y donde la víspera Joe Biden se convirtió en el primer presidente en activo que se suma a un piquete, denostó en su discurso allí a los debatientes como solo “candidatos a un trabajo” en su segunda Administración. Y es un golpe bajo, pero a meros tres meses y medio de la primera cita electoral de primarias en los caucus de Iowa, lo cierto es que todo lo que ofrecen los aspirantes es una lucha por el segundo lugar, que actualmente ocupa el gobernador de Florida, Ron DeSantis.

 

Haley, en ascenso

Si alguien se apuntala en esa lucha es Nikki Haley, la exgobernadora de Carolina del Sur que sirvió para Trump como embajadora en la ONU. En algunos sondeos sobre un potencial duelo con Biden ella sale bien parada. En el primer debate mostró sus tablas y expuso su mensaje de un conservadurismo firme pero alejado, siquiera formalmente, del populismo trumpista. Y en este segundo ha sido una de las protagonistas indudables, algo que también ha ratificado la campaña de Trump, que ha enviado durante el debate solo un e-mail, para atacarla.

Haley ha criticado a DeSantis por haberse opuesto al fracking y ha tenido un tenso cruce con el senador de su estado, Tim Scott, que le había acusado de haberse gastado 50.000 dólares en unas cortinas en su residencia en la etapa de embajadora en Nueva York. Pero sobre todo se ha lanzado a la yugular de Vivek Ramaswamy, el multimillonario emprendedor que se destacó en el primer debate y atacó a diestro y siniestro a sus contendientes y en este segundo, pese a intentar sacar la bandera de la paz, ha comprobado la animadversión que se ha ganado.

Ramaswamy ha sido cuestionado por haber hecho negocios con China y también por haberse abierto una cuenta en Tik Tok (argumentando que hay que llegar a los jóvenes, aunque ha propuesto subir la edad para votar a los 25 años). Y ahí Haley ha dejado una de las frases de la noche: “Cada vez que te oigo me siento un poco más tonta por lo que dices”.

Más allá de los fuegos artificiales, el debate no ha tenido gran fondo. Han vuelto a exponerse las fracturas sobre Ucrania, se han atacado las políticas económicas y medioambientales de Biden, y se han renovado mensajes sobre línea dura en inmigración. Chris Christie, el exgobernador de Nueva Jersey, ha vuelto a ser el primero en criticar a Donald Trump por su ausencia del debate, una línea de ataque a la que se ha sumado DeSantis.

Pero las denuncias del expresidente han quedado en lo superficial y otras cuestiones que afectan a Trump, de sus imputaciones penales a otros problemas legales, no han tenido espacio en dos horas de discusión. Ni siquiera sus rivales han aprovechado para tratar de hacer daño al favorito por sus críticas a algunas posturas antiabortistas extremas cuando el tema del aborto ha salido ya casi al final del debate.

Tampoco los tres moderadores (dos de Fox y una de Univisión) han planteado ninguna cuestión sobre el expresidente y favorito hasta que, a tres minutos del final, han recordado a los presentes que que “si todos se quedan (en la carrera), Trump gana”. Como si estuvieran en ‘Supervivientes’, la moderadora de Fox ha instado entonces a los presentes a escribir en un papel el nombre del candidato que creían que debía ser “expulsado de la isla”. Haley ha planteado entonces un incrédulo “¿va en serio?” y DeSantis ha liderado la rebelión contra la degradación. Solo Christie ha acabado diciendo que él echaría a Trump.

Trump no solo sigue en la isla. Va ganando.