Los pasajeros del aeropuerto de Edmonton, al oeste de Canadá, tienen altas probabilidades de embarcar en un avión mediante una pasarela automática –es decir, sin necesidad de que un operario la maneje mediante un panel de control– fabricada en Asturias y puesta en marcha hace un mes. Así lo explicó ayer Juan Carlos Menéndez, jefe de Soluciones Digitales de TK Airport Solutions, en la tercera jornada de la I Semana de la Innovación, organizada por LA NUEVA ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, con el patrocinio de Banco Sabadell, Ontier y el Ayuntamiento de Siero, y la subvención del Gobierno del Principado de Asturias, al igual que en la VIII Semana de la Ciencia del pasado abril. Menéndez estuvo acompañado de Sergio Alcántara, responsable del centro de I+D+i de la multinacional, situado junto a la Universidad Laboral, en Gijón.
Ganar tiempo en la maniobra, una de las ventajas que aporta la pasarela automática
De origen alemán, TK Elevator, cuya actividad está presente en más de 100 países, tiene desde 2007 su único centro de innovación en Asturias, donde una treintena de especialistas investigan las tecnologías más pioneras en ascensores, escaleras mecánicas, pasillos rodantes y pasarelas de embarque (los famosos «fingers»). Estos avances técnicos, que luego se aplican en las fábricas de la multinacional –en Mieres hay dos– han llevado a que los productos de TK Elevator estén presentes en domicilios, edificios y aeropuertos de todo el planeta (otro ejemplo es el de Dubai), obteniendo por ello unas ventas anuales de unos 8.000 millones de euros al año.
La pasarela automática que ya opera en Canadá –si bien todavía con un supervisor– es capaz de acoplarse y desacoplarse con precisión a la aeronave. «La rapidez es muy importante, porque un retraso de tres o cuatro minutos puede desbarajustar los planes de los pasajeros», señaló Menéndez durante su exposición. «Además, cuanto más tiempo están los aviones en tierra, menos dinero ganan las aerolíneas, por lo que nos interesa que la maniobra sea lo más rápida posible», precisó.
Además, el especialista indicó que la innovación que supone la pasarela es un ejemplo de los procesos automatizados que cada vez serán más frecuentes en los aeropuertos. «Ahora mismo, especialmente tras las subidas de los costes, la mayor preocupación de los operadores aeroportuarios es la eficiencia, y yo personalmente veo cada vez más pasajeros y menos personas trabajando físicamente», afirmó Menéndez.
La compañía necesita más informáticos: «La Universidad no produce todos los que necesitamos»
El directivo explicó que la tecnología incorporada a todos los productos de la compañía (desde ascensores hasta salvaescaleras) permite la recopilación de una gran cantidad de datos que, posteriormente, se procesan e interpretan para que los técnicos de servicio detecten posibles mejoras. El departamento técnico tiene un gran peso de la multinacional, representando prácticamente la mitad de los 50.000 trabajadores en todo el mundo.
Aunque aclaró que él no posee «una bola de cristal para adivinar el futuro», también manifestó que «la siguiente gran revolución es la inteligencia artificial», y que ésta modificará los procesos de muchos sectores económicos.
El centro de investigación e innovación de TK Elevator mantiene una estrecha colaboración con la Universidad de Oviedo y genera, como señaló Sergio Alcántara, «muchas oportunidades laborales para los estudiantes«. «Creemos que tener nuestro centro en Asturias es una oportunidad para la institución académica», afirmó el responsable de innovación. La pena es que no son capaces de atraer a todos los ingenieros informáticos que necesitan. «La Universidad no es capaz de producir todos los que necesita el mercado. Nosotros estaríamos incluso dispuestos a pagarles más», comentó Juan Carlos Menéndez. A preguntas del público sobre por qué TK Elevator y Asturias no logra retener a todos los titulados que salen en este campo, Menéndez dio una respuesta «muy personal»: «La localización no nos ayuda. Asturias no resulta atractiva».