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PSOE y PSC se cierran en banda con el referéndum y restan importancia al órdago de Junts y ERC: «Es palabrería»

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El PSOE dice mantener la calma. Todo sigue igual, defiende. La negociación con Junts y ERC para la investidura de Pedro Sánchez continúa, y eso es, cree, lo sustancial. Lo demás es pura «palabrarería», «gesticulación». Pero nada, al menos todavía, es suficientemente poderoso como para hacer descarrilar los contactos. El acuerdo dista de estar cerrado, pero en la cúpula el optimismo no se ha roto.

Y no se ha roto pese a que este jueves ERC y JxCAT pactaron una propuesta de resolución sobre el derecho de autodeterminación, por la que se comprometen a «no dar apoyo a la investidura de un futuro Gobierno español que no se comprometa a trabajar para hacer efectivas las condiciones para la celebración de un referéndum». El texto, para prosperar, necesita del apoyo de la CUP. Una alianza entre las dos formaciones independentistas a la que, de entrada, PSOE y PSC respondieron pasadas las 20 horas con un comunicado conjunto con el que avisan de que no aceptarán negociar una consulta: «Por ese camino, no hay avance posible».

Como todo en esta fase preliminar, previa al encargo del Rey a Sánchez que supondrá la formalización de las conversaciones, hay que leer entre líneas. Y eso sucede con la nota de los socialistas, ya en sí misma muy relevante por cuanto hasta ahora no habían respondido públicamente a las exigencias de ERC y Junts de las últimas semanas. Ni siquiera de su boca ha salido en declaraciones públicas la palabra amnistía. Primero, PSOE y PSC «reiteran su voluntad de apostar el diálogo como la única forma de garantizar el progreso y la convivencia en Cataluña», la reflexión que ha acompañado la última legislatura y que ahora es capital de cara a procurar la investidura del presidente en funciones.

Los dos partidos hermanos señalan a continuación, y aquí está lo importante, que el diálogo «ha de servir para superar la división y no para profundizar en la ruptura y la discordia que tanta tensión generó de forma estéril en Cataluña y en el resto de España». «Por ese camino, no hay avance posible», remarcan. PSOE y PSC se refieren al referéndum, la vía unilateral que los independentistas tomaron en 2014 y sobre todo en 2017 —hará este domingo, 1 de octubre, seis años—. Pero Sánchez ha venido sostenido, y con él todo su equipo y el PSOE, que una consulta de autodeterminación no solo no cabe en la Carta Magna, sino que es divisiva y no construye convivencia. Su propuesta siempre ha sido, han venido reiterando los socialistas, una consulta sobre un acuerdo, que puede plasmarse en una reforma estatutaria. Nunca una solución binaria de o no.


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Dicho de otra manera, PSOE y PSC explicitan cuál es su línea roja de cara a la negociación: no al referéndum. Cuando Carles Puigdemont avanzó sus condiciones para la investidura, sí incluyó la ley de amnistía, pero no la consulta de autodeterminación, y eso fue visto como un avance, porque lo que habría impedido el acuerdo sería la exigencia de un plebiscito. En todas estas semanas de absoluto hermetismo por parte de Sánchez y de sus colaboradores, sí se ha insistido, y así se ha trasladado a ERC y Junts, que la barrera infranqueable para ellos es el referéndum. Antes de las generales del 23-J, también los socialistas indicaban sin asomo de dudas que la amnistía no cabía en la Constitución y ahora esa ley de borrado de los delitos del procés es objeto de negociación, es la clave de bóveda de la investidura del líder socialista.

El mensaje del 23-J

El comunicado continúa apuntando que «el camino es el de la convivencia y la cohesión, el entendimiento y el progreso económico y social de Cataluña y del resto de España, siempre dentro de la Constitución». Este es otro subrayado constante: no se hará nada que suponga un quebranto de la Constitución.

Por último, PSOE y PSC recuerdan que en las últimas elecciones generales, «la sociedad catalana en particular, y la española en su conjunto, han apostado de manera amplia por un Gobierno progresista que continúe la senda de diálogo, acuerdos y concordia iniciada hace cuatro años, y no por mirar al peor pasado sino por seguir construyendo juntos un futuro mejor». El presidente ha reiterado que quiere «pasar página» y de forma «definitiva» del procés, no volver a él, algo que demostraron las urnas del 23-J con una victoria rotundísima del PSC.

La propuesta de resolución conjunta de ERC y Junts se cruzaba en un camino ya de suyo muy complicado. Pero en el equipo de mayor confianza de Sánchez repetían que nada se rompía. «Es palabrería», aseguraba un alto cargo implicado en los contactos. «Mucha gesticulación», apuntalaban desde el entorno del primer secretario del PSC, Salvador Illa. Y es que los socialistas ya asumen que lo que «dificulta» mucho las conversaciones es la pugna constante entre los dos partidos independentistas, con el riesgo de que entren en una espiral de confrontación total que haga subir el precio de la investidura de Sánchez.

«Esto no complica más lo que ya era complicado. La investidura es complicada por la competencia entre ERC y Junts. Pero una cosa es la negociación, y de lo que se está hablando [la amnistía], y otra lo demás. Y esto les pasa tanto a ERC como a Sumar. De ahí los aspavientos. Quienes más hablan son los que menos saben. Hablan Pere Aragonès o Yolanda Díaz, cuando nada se negocia con ellos», asevera un dirigente socialista conocedor de las conversaciones. Y es que el interlocutor es Junts, porque se asume que ERC no se echará atrás en caso de acuerdo con los de Puigdemont.

Los socialistas creen que aunque no sea fácil llegar a la concreción de esa ley de amnistía, y aunque no haya un acuerdo cerrado, el escenario «sí lleva» al consenso, porque el expresident sabe que tiene a la Justicia esperándole y que no puede «desaprovechar una oportunidad como esta», en la que los votos de sus siete diputados en el Congreso son decisivos. «Otra cosa es que a ellos les permitamos decir estas cosas del referéndum. Pero saben que no podemos abrir otro problema. Queda la última frontera, la amnistía, y con ella se les priva de su último argumento, les quitas victimismo, pero hasta ahí», explica esta misma fuente.