Se habla mucho, más que nunca, de salud mental. Es más que positivo, dicen los expertos. Con sus peros, por aquello de la banalización. Lo que persiste es el estigma. Tanto que más de la mitad de las personas con un trastorno mental no acuden nunca a un especialista, entre otros motivos por ese estigma que impregna la sociedad y, veces, al propio ámbito sanitario. La tecnología recoge esos prejuicios. Este lunes, en Madrid, se ha compartido un experimento sobre los prejuicios aplicados a la Inteligencia Artificial. «El resultado ha sido más preocupante de lo esperado», se ha asegurado. La IA representa a quien padece un trastorno mental con aspecto deteriorado, triste y violento.
El espejo social en el que se mira quien padece un trastorno mental es muchas veces más duro que la propia enfermedad. Lo ha vuelto a decir, como tantas otras veces lo ha denunciado, el doctor Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del madrileño Hospital Gregorio Marañón, en la presentación que ha realizado la compañía Lundbeck, especializada en enfermedades del cerebro, de la campaña ‘Unidos contra el estigma’ que se pone en marcha con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se conmemora el próximo 10 de octubre.
Menos acceso a los servicios
Porque, ese estigma, no sólo daña a las personas. También les aisla. El doctor Arango ha subrayado: cuando las personas que tienen un trastorno mental asimilan los estereotipos que se les atribuyen socialmente, los asumen como propios y se los autoatribuyen. Es el autoestigma. Eso provoca que accedan menos a las pruebas médicas y que, ha enfatizado, tengan una esperanza de vida de entre 10 y 15 años menos que el resto de la población por la falta de acceso a los servicios sanitarios.
«Esa peor demanda de las personas con un trastorno mental de servicios sanitarios tiene que ver con la vergüenza, con el miedo», denuncia el doctor Celso Arango
La consecuencia: más del 50% de las personas con trastorno mental no acude nunca a un especialista. Entre otros motivos, por ese estigma. Se trata de echar cálculos cuando, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) una de cada ocho personas vive con una enfermedad de este tipo. O que un 12,5% de los problemas de salud están relacionados con la salud mental que, se estima, será la principal causa de discapacidad en el mundo en el 2030.
«Esa peor demanda -de servicios sanitarios- tiene que ver con la vergüenza, con el miedo miedo«, ha dicho el médico sobre la bolsa de pacientes oculta -que no acude a ver a ningún profesional- que también preocupa a los psiquiatras. Si quienes no acuden a las consultas por esa vergüenza empiezan a hacerlo «a ver cómo le damos respuesta porque ya tenemos los servicios colapsados«, ha señalado el psiquitra.
En el encuentro se ha mencionado que, según distintos informes, las profesiones que más estigmatizan a quienes sufren una dolencia mental son los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, las administraciones de justicia y, muchas veces, los propios sanitarios. En el otro extremo, las personas más empáticas con el colectivo serían los trabajadores sociales, los voluntarios y los profesores.
El reflejo de la IA
En el mismo encuentro, Alex Gasulla, de la empresa Domestic Data Streamers, ha explicado en qué ha consistido la colaboración que han realizado con Lundbeck, encaminada a explorar si también la IA refleja ese estigma de la vida real. El trabajo ha demostrado el sesgo en la generación de imágenes de las personas que sufren un trastorno mental. Por ejemplo, en el caso de la depresión, se asocia a una persona triste y apática. En el de la esquizofrenia, se les representa «fuera de sí».
La IA no sólo representa a la persona que padece enfermedad mental con aspecto deteriorado, triste o violento, sino que se extiende a su entorno
«Hemos encontrado que esta tecnología no sólo representa a la persona que padece enfermedad mental con aspecto deteriorado, triste o violento, sino que se extiende a su entorno. Por ejemplo, si aparece un perro, este adopta una caracterización violenta», ha explicado Gasulla.
«Sospechosos habituales. Es lo que somos las personas que tenemos un problema de este tipo. Hablamos de micro estigmas», se ha quejado Antonio Serrano, coordinador de Amb Experiéncia Pròpia, movimiento asociativo que promueve el empoderamiento de los pacientes. Serrano ha pedido «hacer ver de manera transversal, a través de todo el ciclo formativo, a los niños y niñas que es bueno hablar de emociones«.