El disgusto, y sobre todo, la tristeza que le transmitió Felipe Miñambres a Pablo Martínez cuando se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda, lo tuvo más que presente a lo largo de su periodo de recuperación. El ‘10’, en el mejor momento de su trayectoria, vio cómo el fútbol le dio la espalda pese a su gran estado de forma y el director deportivo fue consciente de la dimensión del golpe y de que el ascenso se pondría cuesta arriba. El astorgano lamentó la pérdida no solo por su grave lesión, sino también por la trascendencia dentro del plano deportivo. Por cómo el equipo, en el periodo más determinante de la temporada, se vio con la obligación de prescindir de un futbolista cuyo despliegue físico era oxígeno para sus compañeros y por su importancia en los planes de Javi Calleja. Para el técnico, de hecho, era inamovible en su esquema. Seis meses más tarde, y después de que el sueño de subir a Primera División no se hiciese realidad por un desenlace cruel, Pablo Martínez vuelve al ruedo con ganas de revancha y, sobre todo, de liderar a su equipo en busca del ascenso a la élite del fútbol español.
El centrocampista madrileño, en condición de capitán y con el ‘10’ a la espalda, regresó en tiempo récord a los terrenos de juego: seis meses y dos semanas después de su percance ante el Albacete y antes de lo que los preparadores físicos esperaban. «Si va todo según lo previsto, es posible que esté preparado para jugar a mediados de octubre» dijo Javi Olmo, preparador físico y readaptador de la primera plantilla, en SUPER hace dos semanas. Sin embargo, su vuelta al verde no solo fue lo más significativo en la victoria ante el Eldense, sino también el contexto en el que lo hizo: entre lágrimas y con su afición rendida a sus pies.
Una vez el ‘10’ salió a calentar, el Ciutat de València se puso en pie para aplaudir a Pablo Martínez y corear su nombre. Durante su calentamiento, el madrileño mostró signos de agradecimiento y de emoción al ver el recibimiento de su público y cómo le transmitió su cariño. Y una vez el encuentro quedó sentenciado gracias al gol de Fabrício, Javi Calleja le brindó la oportunidad de reaparecer en los últimos minutos del partido en el que fue un regreso soñado para el madrileño: con Orriols rendido a su vuelta, Levante Fans ovacionando su figura y con el brazalete de capitán, después de que Sergio Postigo le cediese el privilegio de llevarlo en su brazo izquierdo. El pitido final del choque, sumado al cúmulo de emociones producidos en tan poco tiempo, hizo que Pablo Martínez rompiese a llorar de la emoción. Muchos sentimientos encontrados. Sus meses de esfuerzo y de sacrificio, con el único objetivo de regresar cuanto antes, quedaron atrás. Verse sin la posibilidad de pelear por el ascenso, y sobre todo, no conseguirlo, destrozó el ánimo del ‘10’. No en vano, tras tomarse su revancha personal muy a pecho, ya está preparado para ser uno de los referentes en la temporada de la revancha.