El Lazarillo de Tormes no solo es un personaje clave en la literatura española, también es un personaje del acerbo popular cuyas aventuras han sido llevadas a la pintura, al cine, incluso en 1555 apareció una segunda edición en Amberes cuyo argumento se tornaba en pura fantasía con Lazarillo convertido en atún y dislates semejantes.
Lo que es menos conocido es que existió otra versión, esta vez sí, picaresca de un Lazarillo pero no salmantino como el original, sino madrileño y cuyo autor lejos de ser anónimo mostró su nombre y apellidos formando parte de un curioso linaje.
¿Qué extraña conexión tienen Cortés y Moctezuma con la literatura picaresca?
El Lazarillo de Manzanares, que es como se titula, narra en primera persona las aventuras y desventuras de un niño huérfano adoptado por Felipe Calzado e Inés del Tamaño “padres” de unas chicas “que aunque compran el manto entero no se sirven más que del medio” dando a entender que donde acaba viviendo es un lupanar en el que cunde el alcoholismo y la hechicería.
Las malas andanzas del padre le acaban condenando al escarnio público y por si fuese poca desgracia la casucha en la que viven termina reducida a cenizas a causa de un incendio. Desde entonces, Lazarillo es explotado en los más diversos gremios: En la hostelería habiendo de pelear contra los perros por conseguir los cadáveres de caballos abandonados con los que luego hacer pasteles de carne; en la religión con un santero que tiene más de estafador que de curandero y finalmente en la enseñanza donde como profesor ha de lidiar con las fechorías de sus alumnos.
A tanto llega el asunto y tan polifacético es Lazarillo que le acaban tomando por interpretador de sueños con una revelación que me reservo para el lector curioso. Pero lo cierto es que fue una novela con poco éxito en su momento pero de gran utilidad para conocer la cotidianidad del siglo XVII.
Idealización de cómo podría ser el Lazarillo de Manzanares. Ilustración de Miguel Zorita.
Lo interesante además es que sabemos casi todo de la intrahistoria del libro. Consiguió los permisos para su publicación por el teólogo y predicador fray Alonso Remón (viejo amigo de Lope, Cervantes y Quevedo) y censurado por el no menos insigne Vicente Espinel (el autor de la también picaresca novela La vida del escudero Marcos de Obregón).
Y también, gracias a esos trámites, sabemos que se imprimió en 1620 en la madrileña imprenta de Francisca de Medina, aunque el libro ya estaba manuscrito el 27 de abril de 1619.
Donde más incógnitas surgen es en su autoría, pues aun siendo un libro firmado por Juan Cortés de Tolosa, éste sigue siendo un perfecto desconocido en la literatura española.
Es cierto que escribió otro libro Discursos Morales que, al igual que la novela que nos ocupa, tampoco alcanzó gran fama pero que nos aporta algunas pistas sobre su autor, el cual se consideraba “criado del Rey Nuestro señor, natural y vezino de Madrid” admitiendo tener “veynte y ocho años” y por lo tanto haber nacido en Madrid hacia 1589 o 1590.
Vicente Espinel además de ser censor del Lazarillo madrileño también fue gran autor de literatura picaresca.
Otros autores como Nicolás Antonio, afirmaban que Juan Cortés provenía de familia “regia palatina”. Un dato que hizo que algunos investigadores buscasen su linaje entre los funcionarios de palacio, como si solo hubiese una estirpe palatina en la España de entonces…
Quizá la solución al entuerto la encontremos en el Archivo Histórico Nacional y concretamente dentro de los documentos del Archivo General de las Indias. Allí, se guardan dos informes en los que se menciona a un alférez llamado «Juan Cortés de Tolosa de Montezuma». Bajo esa identidad con gran probabilidad puede estar nada menos que el nieto de Hernán Cortés y de Isabel Moctezuma de los cuales nació una niña Leonor Cortés Moctezuma, que, a su vez, terminaría casándose con el conquistador Juan de Tolosa, fruto de lo cual nacieron al menos tres vástagos (Juan, Leonor e Isabel).
Aunque expertos como Beatrice Quijada Cornish han encontrado pistas de otros descendientes en España a principios del siglo XVII, la falta de otras alternativas, hace pensar que sea este clan el posible origen de nuestro escritor, que efectivamente era de origen “regio” pero de reyes del otro lado del Atlántico. Los descendientes nada menos que de Moctezuma.
De ser así, tendría sentido uno de los amos que tiene el Lazarillo de Manzanares en el capitulo XI al que se describe como hijo de un “oidor proveído para Méjico”.
Portada del Lazarillo de Manzanares