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Opinión – El camino de la realidad

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Esta semana ha pasado rápido. Pero ha habido dos cuestiones que me han recordado la necesidad que las sociedades siempre han tenido de generar mitos. Una necesidad que no cesa nunca. Como si querer trascender fuera más importante que los motivos por los que se trasciende.

No creo que lo más preocupante sea que Jordi Évole haga un documental/entrevista sobre Josu Ternera. Por puro cruce de conceptos, recuerdo la polémica que levantó La pelota vasca de Julio Medem. De la que hoy no queda ni el recuerdo. Se dijo que equiparaba a terroristas y víctimas, pero no creo que fuera así. Viendo la película, a mí me quedó muy claro quién era el terrorista, quién la víctima y quién el equidistante. Quién era el opresor, quién el oprimido y quién quería trascender a la posteridad como el pacificador.

No creo que el problema sea que tenga lugar una entrevista a ‘Josu Ternera’, sino cómo se mira a ‘Josu Ternera’

El mejor ejemplo de un conflicto sigue siendo la Segunda Guerra Mundial. El rol de pacificador que buscaba Chamberlain, o el de (elijan ustedes) figura sobrepasada por la realidad o poco confiado en las posibilidades de su país que jugó Lord Halifax no han sido los que más popularidad han tenido. Ante una agresión, o estás entre los que se defienden o eres de los que agreden. Quedar en medio no suele dejarte en el mejor lugar.

No he visto la entrevista de Jordi Évole, pero si de algo estoy seguro es de que, cuando la vea, tendré delante a un terrorista. Todo lo demás que me llegue de la cinta serán racionalizaciones a posteriori, de la misma calidad que las justificaciones a priori que eran las supuestas causas por las que se cometían los atentados.

Hace poco, un político de carga profunda me comentaba que, hablando con un hombre que ya pasaba de los 60, este le enseñó su whatsapp con un bombardeo incesante de vídeos de contenido político. El hombre era afín al PSOE y Alberto Núñez Feijóo bien, lo que se dice bien, no le caía.

Lo que más le llamó la atención a mi interlocutor es que, en un momento dado, aquel le dijo: “… tanto Bildu tanto Bildu. ¿Qué pasa con Bildu? A fin de cuentas ETA hace mucho que no mata”. Empecé a preguntar a afines/votantes socialistas y comprobé que no era una postura tan exótica. Para varios de ellos (voy a obviar si muchos o pocos, porque está el tema como para fingir ser encuestador y, de todas maneras, mi muestra lo que se dice “grande” no era), Bildu era una evolución pacífica y política de un conflicto que había causado mucho dolor y daño al país.

Así que no creo que el problema sea que tenga lugar una entrevista a Josu Ternera, sino cómo se mira a Josu Ternera, y esto no lo va a cambiar una cuestión cinematográfica. Los habrá que recordemos el sonido de una explosión en la calle Ayala en 1980 o en Juan Bravo y en República Dominicana en 1986 y los habrá que piensen que hace ya mucho es eso.

Querría resistirme a creerlo, pero me da la sensación de que existe ya una conciencia amortiguada de lo que ha sido el terrorismo en España. Algo que puede llevar en breve a reproducir lo que ocurre en Irlanda del Norte, donde la viceprimera ministra, Michelle O’Neill, pertenece al Sinn Fein, que fue el brazo político del IRA, y cuyo antecesor en el cargo fue Martin McGuinness, quien reconoció haber pertenecido al IRA. Considerado en el Reino Unido un grupo terrorista, el IRA era para muchos una organización paramilitar integrada por héroes.

Como decía al inicio, si hay algo que pervive en la historia de la humanidad es la necesidad de generar mitos. Pero cuando todo es histórico, nada lo es. Cuando todo es represión, la de verdad deja de recordarse. Si todos queremos aparecer como héroes o víctimas, los que sacrificaron sus vidas por una causa justa o fueron víctimas inocentes de un horror pasan al olvido.

El verdadero problema, sospecho, es lo lejos que uno decida vivir de lo ocurrido.