Es la música que se escucha en los centros de poder europeos y en el mundo de la diplomacia, y la letra que se plasma en los documentos de la presidencia española del Consejo de la UE o en los discursos públicos de los máximos líderes comunitarios: hay que defender las economías de los 27 porque Estados Unidos y China están aplicando medidas proteccionistas duras. Se acabó la UE del libre comercio por encima de todo; eso cambió con Trump y con la pandemia. Desde que se produjo la invasión rusa de Ucrania se considera que no basta con aplicar medidas proteccionistas, sino que hay que tomar medidas para asegurar las cadenas de valor y el abastecimiento de materias primas. Son momentos de proteccionismo, pero también de “de-risking”, de reducción de riesgos. Un cóctel económico de resultados inciertos.
Lo tiene muy claro Josep Borrell, máximo responsable de la política exterior y la seguridad de la UE: la aproximación europea a la geopolítica, basada en “paz más comercio libre más derechos humanos” está dando paso a políticas “confrontacionales”. El mundo está entrando en una era de “competencia desleal, sesgada por los subsidios estatales”, según dijo el Alto Representante el pasado 13 de septiembre en Estrasburgo.
El foco está puesto en China. En seis años, el déficit comercial de la UE con el gigante asiático ha pasado de 140.000 millones a 400.000 millones de euros, alega el alto cargo. Hay que recalibrar la relación bilateral. Y eso será uno de los objetivos de la primera visita de Borrell a China, a mediados de octubre.
China en el punto de mira
Contra China cargó con dureza Ursula von der Leyen en su último discurso del Estado de la Unión antes de las elecciones europeas del próximo 6-9 de junio. La presidenta de la Comisión Europea afeó al gigante asiático los subsidios a sus empresas, que ahogan y abocan al cierre a las europeas, especialmente en los sectores tecnológicos relacionados con las energías verdes.
La Unión Europea no se va a “desacoplar” de la economía china, pero sí va a reducir los riesgos que el comercio con el gigante asiático conlleva. Bruselas va a lanzar una investigación sobre las subvenciones ilegales de China a su sector del vehículo eléctrico. “Se trata de un sector crucial para la economía limpia que encierra un inmenso potencial para Europa, pero los mercados mundiales se encuentran ahora inundados de coches eléctricos chinos, más baratos, ya que su precio se mantiene artificialmente rebajado por cuantiosas subvenciones públicas que falsean el mercado”, dijo von der Leyen. “Desde la energía eólica al acero, desde las baterías a los coches eléctricos, nuestra ambición está clara como el agua: el futuro de la industria de la tecnología limpia tiene que ser fabricado en Europa”.
Pero no es todo culpa de Pekín y su capitalismo de Estado. “También en Europa: el 80% de las ayudas de Estado tras la pandemia las ha dado Alemania”, dijo el Alto Representante.
“Las medidas proteccionistas de la UE no son nuevas, comenzaron en la era Trump porque entonces Estados Unidos, principal aliado de Unión, comenzó a aplicar proteccionismo”, explica a este diario Ilke Toygür, experta en geopolítica europea y directora del Centro de Innovación para Economía y Política Global de la Universidad IE. “Eso ha cambiado ligeramente con Biden, pero no demasiado. La novedad es que a ese proteccionismo se le ha añadido el debate de cómo reducir los riesgos (“de-risking”): ya no se trata tan sólo de cómo proteger a las industrias nacionales frente a las extranjeras, sino de lanzar planes para garantizar el suministro de materias primas y la seguridad de las cadenas de valor. Es proteccionismo con seguridad económica”.
El propio documento Resilience 2030, que España ha liderado como presidenta del Consejo este semestre, es una muestra detallada de los dos factores sumados. Propone a la UE limitar la entrada de “países no afines” en empresas estratégicas, como ha sido el caso del intento de compra del 9,9% de Telefónica por parte de Arabia Saudí, que aún está por consumarse. Pero también da una lista larga de materias primas y suministros que deben diversificarse, desde las proteínas de algas a las tierras raras. La propuesta española es un texto de 80 páginas elaborado en colaboración con más de 250 expertos y 80 ministerios de los 27 estados miembros, la Comisión Europea y el Consejo de la UE. Pide también limitar el control extranjero de infraestructuras críticas digitales, energéticas y de transporte.
Garantizar los suministros
Los negociadores europeos llevan un par de años como locos tratando de asegurar que no vuelva a ocurrir lo que pasó durante la pandemia (faltaron mascarillas o no había “ni un gramo de paracetamol”, en palabras de Borrell); con los atascos de los puertos de Shanghái o el Canal de Suez (nadie podía comprar una bicicleta en España porque no salían de los puertos por un embudo global). Más tarde, con la guerra, se empezó a sancionar a Rusia y se empujó a la diversificación energética, y grandes países como Alemania, que dependían del gas ruso, se pusieron manos a la obra para conseguir otros proveedores y reducir los riesgos de su mix energético.
En este tiempo, la UE ha lanzado acuerdos con Chile para garantizar el suministro de litio. En la cumbre de la UE y los países de América Latina, presidida por España, se firmaron acuerdos con Argentina, Uruguay y la propia Chile para el suministro de materias primas y energía. Más de-risking.
El acuerdo de Mercosur, con Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay quedó bloqueado. Francia insiste en aplicar medidas proteccionistas de sus agricultores y ganaderos frente a los brasileños, que tienen menos restricciones medioambientales o sanitarias. Más proteccionismo.
Los riesgos de un exceso de proteccionismo
Nada de esto va a ser gratis. A cada medida proteccionista de un país le sigue una similar de otro en sentido contrario. Por ejemplo, al paquete contra la Inflación IRA de Joe Biden, 400.000 millones de dólares en subvenciones a empresas de tecnología verde, la UE respondió con el permiso a los Estados miembro para que ofrezcan ayudas económicas equivalentes para evitar que los proyectos se marchen a Estados Unidos al calor del dinero público. Macron advirtió de que esa ley “fragmenta” a Occidente. Al plan de Estados Unidos de invertir cerca de 60.000 millones de dólares para fomentar la producción nacional de chips, la UE le ha respondido con otros 43.000 millones de euros y una Ley Europea de chips.
“El problema para la UE es que ese proteccionismo fuera de sus fronteras puede tener un impacto negativo en el mercado único común, que siempre se ha beneficiado de los amplios vínculos de comercio global”, advierte Ilke Toygür. “La gran fuerza de la UE no son sus ejércitos, es su mercado único, su poder regulatorio y sus conexiones con otros países. Tenemos que pensarnos muy bien si decidimos entrar en un bucle de proteccionismo más seguridad económica”.
En el caso particular de China, hay un trilema: se quiere a la vez colaborar, competir y contener, todo a la vez, advierte la especialista. Pero si se le aplican políticas proteccionistas, por ejemplo aranceles o sanciones a la transferencia de tecnología, no va a ser tan fácil obtener su colaboración en los temas como el cambio climático. Es decir, la UE puede proteger sus empresas, pero de paso perder otro bien público, que es la lucha contra el calentamiento global.