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La exigencia de Vox de suprimir en el plurilingüismo en el Senado compromete la postura del PP

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Vox ha encontrado un marco de oportunidad para agitar al votante de derecha y no piensa dejar de explotarlo para recuperar la posición perdida en las últimas generales en el caso de que haya repetición electoral. O al menos para preservar una buena posición de cara a una legislatura corta, de haber nuevo Gobierno de izquierdas junto a nacionalistas, donde las peticiones de fuerzas como Junts serán el pan de cada día. El doble perfil del PP respecto al uso de lenguas cooficiales en las cámaras se ha vuelto troncal para Vox en ese cometido de retratar a su socio pero a la vez competidor de bloque. Algo que materialmente busca hacerse vía iniciativa registrada ya en el Senado.

La postura inicial del PP, que rechaza su uso en el Congreso, era el de aperturismo a estudiar la supresión del uso de idiomas en la Cámara Alta, pero el diputado del PP Borja Sémper ha adelantado que no se profundizará en ello. Dando, por consiguiente, combustible a Bambú. Lo hizo en el propio pleno que aprobó el plurilingüismo en las Cortes este jueves, aunque de manera indirecta dada la siguiente afirmación en defensa de la norma del Senado: «Se reforzó el reglamento para permitir que, en supuestos tasados, y en consideración a su condición de cámara de representación territorial, las lenguas oficiales autonómicas tuvieran un papel, y es razonable que sea así». Todavía falta un posicionamiento oficial desde Génova, pese a todo.

El votante identitario, chovinista en definitiva, es uno de los nichos sociológicos que dio alas a Vox hace cuatro años para su crecimiento exponencial. La ‘utilidad del voto’ manifestada por el PP en la campaña de comicios anterior, donde la finalidad era echar a Pedro Sánchez de Moncloa, le hizo perder a parte de esa base electoral. Pero la cuestión catalana, que vuelve a reactivarse, y el juego de equilibrios por el que aboga Génova, de contundencia con el separatismo pero de «bilingüismo cordialidad», abre una ventana de oportunidad para Santiago Abascal y los suyos, que tienen un corte centralista y contrario al régimen autonómico.

Desde que la presidenta del Congreso, Francina Armengol, abrió esta cuestión tras su nombramiento, Vox ha intentado ir por delante y marcar la línea de oposición. Fue el primero en anunciar enmienda a la totalidad a la reforma de lenguas, a lo que el PP se sumó este miércoles, horas antes del cierre del plazo para presentarlas y habiendo limitado su rechazo a la celebración de los dos plenos que han abordado el asunto vía carta de reconsideración a la Mesa de las Cortes.

Ya en la votación definitiva, ha habido dos gestos de los populares que no han gustado nada en el seno de Vox y que ensanchan la brecha a cuatro días del inicio del debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo. El primero es que se haya abstenido en su enmienda a la totalidad presentada -que abogaba por un texto alternativo para preservar el castellano-, mientras que Vox sí ha apoyado la popular; el segundo es que también se haya abstenido a la enmienda al articulado del PNV, para dar el mismo valor jurídico que las versiones en castellano de las leyes y todas las resoluciones que se aprueban en la cámara baja.

Tras el pleno, Vox lanzaba un fuerte órdago vía X, antes Twitter: «El PP se abstiene en nuestra propuesta de blindar el español como lengua común en el Congreso y retirar los pinganillos del odio. Resulta preocupante esta actitud del PP que no parece caer en la cuenta de la gravedad del momento».

Vox ha agitado desde finales de agosto la baza de un acercamiento de PP a Junts para sondearlo de cara a la investidura: ¿qué hay que hablar?»

El desencuentro entre formaciones es palpable, aunque los únicos que se expresan explícitamente sobre ello son los ultraconservadores. Génova guarda silencio y se focaliza en Sánchez. Los votos favorables para la investidura están asegurados, y no se entendería que, por cuestiones de partido, Vox, que comprometió el apoyo como la única alternativa a evitar «la subasta de la nación» decidiera optar por el ‘no’. Sin embargo, primero con el aperturismo a Junts en un marco de legalidad y luego con el PNV, en su intento de convencimiento para la investidura, han llevado a ambas formaciones a tener los primeros roces en la «nueva etapa» de relaciones. «Se olvidan de que somos su socio preferente», lamentan fuentes parlamentarias a El Independiente.

A las críticas por el pleno, se han unido a título personal la demanda de Pepa Millán, portavoz parlamentaria de Vox, de explicaciones al PP por una publicación de Vozpópuli. Ésta explica que «el PP ofreció al PNV mejorar el cupo vasco en otra reunión secreta que encabezó Juan Bravo«, el vicesecretario de Economía de Feijóo. «En el grupo parlamentario Vox esperamos que el PP desmienta esta información», se ha limitado a exponer Millán en un comentario en X.

Fuentes parlamentarias populares ven «normal» que las posturas se enquisten dado que es posible que haya una repetición, pero afean que se busque llegar dividido a la investidura, después de un compromiso adquirido, y no se espere hasta pasar de pantalla. Ven que esta será la tónica parlamentaria diaria de consolidarse un nuevo Ejecutivo de izquierdas sostenido en independentistas. Respecto al uso de lenguas en el Senado, consideran que está justificado frente al «despropósito» que ayer aprobó el Congreso: «Es inconstitucional y no tengo ninguna duda de que se recurrirá».

El acto político del PP el domingo abona la rivalidad

Mientras que Vox capitalizó la calle a finales de noviembre para protestar contra la derogación de la sedición y la rebaja del delito de sedición, han sido Feijóo y los suyos quien ahora se han anticipado. En este caso, contra una posible ley de amnistía -ERC la da por descontada y Sánchez ya abre camino-, aunque enmarcada también en un acto previo a la investidura. El PP lo propuso inicialmente como un acto «abierto», pero progresivamente, en dos días, lo acabó limitando a «de partido» pero abierto «a la ciudadanía»; enmarcándolo como una previa a la investidura para centrar la atención en sus siglas y el candidato. Ahí es donde Génova quiere trasladar un compromiso contra el separatismo, pero diferenciándose de Vox en la cuestión territorial.

Eso ha generado un descontento serio en Vox, que se abría a participar en ese acto abierto, considerando que era para toda la sociedad civil antes de que el PP cerrara ese escenario. «Todo lo que puede convocar en este sentido un partido deteriora», explican fuentes nacionales de Vox, que creen más adecuado una actuación conjunta de todas las fuerzas constitucionalistas. «No tenemos miedo a la foto de Colón, pero el PP parece que sí», añaden, recordando que ya hay un pacto de por investidura mutuo de por medio, más vinculante que una imagen.

La respuesta al acto popular la dará Vox en Barcelona el 8 de octubre, en la convocatoria social hecha por Sociedad Civil Catalana. Falta la confirmación de asistencia de los principales dirigentes del PP, más allá de Isabel Díaz Ayuso, que no participa en la del PP este domingo. Vox, como publicó este periódico, antes de la convocatoria popular, ya meditaba la celebración de un acto para octubre o noviembre.