Rondó durante toda la mañana por la inmobiliaria, llamando la atención de los empleados. Felipe D. A. R., el detenido por la muerte de Francisco Javier Rodríguez Tobajas, el dueño de la inmobiliaria Golden Star, esperó su momento para perpetrar el crimen. Lo encontró cuando la víctima salió del local situado en el número 51 de la calle Campo Sagrado para montarse en su coche de empresa e ir a hacer el «último recado de la mañana al banco». El presunto autor, que desveló LA NUEVA ESPAÑA, del Grupo Prensa Ibérica, trabajaba de carnicero en la calle Uría, se fue a por él con un cuchillo de grandes dimensiones y le asestó dos puñaladas mortales. Lo hizo ante la estupefacción de los compañeros y de la hija de Tobajas, que estaba junto a su padre cuando se produjo el ataque. «No era cliente de la inmobiliaria a día de hoy. Incluso creemos que nunca antes había entrado a ella», aseguraron ayer allegados al fallecido.
Estas mismas fuentes verbalizaron que el propio Fran Tobajas tampoco «se dio cuenta» de quién era el hombre que le arrebató la vida. Felipe D. A. R. fue detenido por la Policía Local minutos después de consumar sus intenciones, con las manos llenas de sangre y, como desveló este periódico, tras haber tirado el cuchillo por encima de la tapia de la residencia del Carmen. Aseguró a estos agentes que lo había hecho porque supuestamente la víctima le había concedido un crédito que «le había arruinado la vida». Esta versión generó cierta estupefacción en el entorno de Tobajas puesto que indican que hacía tiempo que no se dedicaba a la concesión de créditos. Lo había dejado, cuentan, poco después de abrir la inmobiliaria en Ceares. Sí que reconocen que en el pasado, hace ya muchos años, en «una época en la que los bancos no daban créditos fácilmente», Tobajas se dedicó a esta clase de acuerdos. «Debía ser un cliente de esta etapa anterior. O, por lo menos, ser un familiar de alguien de aquel momento», expresaron.
«Era un profesional intachable. Iba por el libro. Nunca tuvo ningún problema con ningún cliente de la inmobiliaria y era de contarlo todo», indican estas mismas fuentes sobre el proceder laboral del fallecido. Insisten en la idea de que Felipe D. A. R. no era cliente del local de Campo Sagrado. Es más, dicen, siempre según esta versión, que nunca llegó a entrar en el mismo. «Fran no le conocía de cara. Tenía que ser de hace muchos años», inciden. Los allegados de la víctima siguen de cerca la investigación policial. Está en manos de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev). Las pesquisas se centran en tratar de determinar cuál era la relación entre la víctima y su agresor. Y si efectivamente, el móvil del crimen fue únicamente económico, o, si por el contrario, pudiera haber otros factores. Felipe D. A. R. pasó ayer la noche en los calabozos de la comisaría de la Policía Nacional de El Natahoyo.
Al entorno de Fran Tobajas le llamó la atención la frialdad del detenido. Según los testigos, no se marchó inmediatamente del lugar de los hechos. La víctima se estaba bajando del coche cuando fue apuñalada y trató de entrar de nuevo en la inmobiliaria a pedir ayuda. Luego, de nuevo en la calle, se desplomó y murió a los pocos minutos. El carnicero aguardó hasta verlo tirado en la acera desangrándose para irse de la calle Campo Sagrado. Se fue dirección a El Coto. Lo detuvieron muy poco después del ataque en la confluencia de las calles María Cristina y Duque de Rivas. Tobajas quedó tendido en el suelo. Aunque los empleados de la inmobiliaria trataron de taponar las heridas (recibieron ayuda de un cocinero que sacó rápidamente un rollo de papel de cocina) nada pudieron hacer por salvarle la vida. Ni ellos, ni tampoco los numerosos médicos que lo intentaron.
Tal y como pudo saber LA NUEVA ESPAÑA, los esfuerzos fueron en balde porque, debido a las heridas, prácticamente cualquier esfuerzo por tratar de frenar la hemorragia sería inútil. Los tajos estuvieron muy bien dirigidos. No se sabe, por ahora, si por fortuna o con conocimiento de causa. La autopsia de Fran Tobajas se realizó ayer en el Instituto de Medicina Legal de Oviedo. La practicaron dos forenses como estipula el protocolo. La calma chicha regresó ayer al entorno de la calle Campo Sagrado. La inmobiliaria Golden Star permaneció cerrada. Y así seguirá durante todo el fin de semana. Está previsto que los empleados vuelvan a abrir el lunes. Sin Fran Tobajas.
El detenido pasa la noche en los calabozos y quedará hoy o mañana a disposición judicial
Felipe D. A. R., el gijonés de 56 años detenido por la muerte de Francisco Javier Rodríguez Tobajas, pasó ayer la noche en los calabozos de la comisaría de la Policía Nacional de El Natahoyo. La previsión es que pase hoy a disposición judicial, aunque tampoco está completamente descartado que pudiera hacerlo mañana. Las fuentes consultadas explican que podrían agotarse las 72 horas antes de sentarlo delante el juez en el Palacio de Justicia. El Juzgado de Instrucción número 3, en funciones de guardia, ayer no había recibido aún el atestado policial. Lo único hecho desde este juzgado hasta hoy ha sido la autorización del levantamiento del cadáver. El detenido, que es padre de dos hijas y está divorciado, tampoco le ha sido asignado de momento un abogado de oficio. No ha trascendido si ha contratado uno de su bolsillo.
El juez titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Gijón es Julio Martínez Zahonero. Nació en Grado en 1973 y tomó posesión de su cargo en 2021, aún en plena pandemia. Asumió el puesto que antaño tenía Jesús Pino. Este pasó a Familia. Martínez Zahonero es una persona relativamente conocida de la sociedad civil por ser delegado territorial en Asturias de la asociación Juezas y Jueces para la Democracia. Ha hecho alguna que otra aparición televisiva. Comenzó su carrera judicial en Amurrio, en la provincia de Álava. Pasó luego por Castro Urdiales (Cantabria). En Asturias, estuvo en Cangas del Narcea, Luarca y en Avilés. Llevó en la Villa del Adelantado el Juzgado de Instrucción número 5. Queda aún mucho proceso judicial por delante, pero Felipe D. A. R. se enfrentará a un jurado popular. Y todo apunta a que, una vez que declare en el Palacio de Justicia, ingresará en prisión hasta el juicio.