El PP utilizará la segunda intervención de este jueves en el pleno del Congreso —momento en el que finalmente se aprobará la reforma del reglamento para que puedan utilizarse las lenguas cooficiales en toda la actividad parlamentaria— para paliar el malestar que surgió en la bancada popular y otros sectores del partido tras la intervención de Borja Sémper «en excesivo euskera» cuando, precisamente, el partido denunciaba que no podía hacerse. No se trata, advierten en la dirección, de enmendar el discurso del vicesecretario, que la mayoría tilda de “impecable”, sino de “poner el foco donde tiene que estar”, muy especialmente en “el pago” del Gobierno a los independentistas pensando en la investidura de Pedro Sánchez.
El PP sabía lo que hacía cuando decidió que Sémper debía ser quien defendiera la propuesta. El portavoz electoral de Génova, una apuesta personal de Alberto Núñez Feijóo, quería defender la política lingüística de su partido, especialmente la que tiene el dirigente gallego y con la que no todos comulgan de la misma manera dentro de la formación, pero que el PP cree que representa “a la mayoría”. El objetivo, además, pasa por distinguirse de la oposición de Vox, “que también contribuye al enfrentamiento”.
Sémper defendió la riqueza lingüística de España y sacó pecho por su partido, que “siempre la ha protegido y utilizado para cohesionar” desde las instituciones, pero exigió también “no despreciar” la lengua común, entendiendo que es la que se debe utilizar de manera generalizada, y más en el Congreso, porque es la que entiende todo el mundo. La enmienda a la totalidad registrada por el PP apuesta por ese mismo motivo por dejar el reglamento actual tal y como está: que los diputados puedan utilizar lenguas cooficiales en frases breves si las van traduciendo.
Es lo que Sémper pretendía demostrar con su discurso y por eso habló en euskera, rechazando también la idea de que las lenguas son patrimonio de los nacionalistas, como también explicó al día siguiente en una entrevista radiofónica. Pero como él mismo dijo que no hablar en castellano sería “hacer el canelo” y en el partido contaban con que no se usarían otras lenguas, el desconcierto fue total. “Tiene una segunda oportunidad”, advertían distintos dirigentes en referencia al turno de este jueves, el final, para calmar al partido, ratificar la postura y, sobre todo, dejaban claro, “poner las cosas en su sitio” en lo que respecta al PSOE “que ahora fuerza el reglamento cuando hasta el otro día se oponía a cambiarlo”.
Este jueves está previsto que Sémper vuelva a intervenir, pero con más fuerza en esta línea. El PP quiere dar por superada la polémica, pero cuenta con que esta vez el vicesecretario no permitirá que uso de euskera “tape” el contenido del discurso y muy especialmente el “atropello” que para el PP ha sido la reforma del reglamento, “pagando por adelantado” el precio de los independentistas de empezar una negociación que permita a Sánchez seguir en la Moncloa.
“Era un debate fácil en el que la postura del PP no admite dudas. Quizá no era el día de hablar cuatro veces en euskera”, coincidían distintos diputados.
«Todo se da la vuelta»
Más allá de que en la propia dirección admiten “el error”, la sensación en la cúpula conservadora es que no terminan de salir de bucles permanentes cuando la presión debería estar sobre la izquierda. “Vale que hicimos un uso exagerado del euskera y que debió anticipar lo que iba a hacer para no dejar dudas. Pero no puede ser que se hable de lo que hace el PP y no de lo que impulsó Armengol, saltándose los procedimientos y permitiendo el uso de las lenguas con un reglamento actual que lo prohíbe. Se están dando pasos muy preocupantes”, reflexiona un dirigente de peso con escaño en el Congreso.
Esa reflexión se amplía a otros dirigentes de la cúpula, que no esconden un cierto «hartazgo» al ver que en cada polémica que el Gobierno enfrenta termina siendo el PP el que se ve enredado. Ocurrió hace escasos días con el acto que el partido de Feijóo impulsa este domingo contra la amnistía. El debate público gira en torno a las cesiones que Sánchez está dispuesto a hacer para volver a ser presidente, mientras los independentistas proclaman que «el acuerdo está hecho» y miembros del Ejecutivo, como la vicepresidenta Yolanda Díaz, defienden que hay «encaje» dentro de la Constitución. Y, sin embargo, el PP sufrió días de lío interno a cuenta de las palabras del expresidente José María Aznar llamando a la movilización ciudadana cívica y dando la sensación de que marcaba el paso a Feijóo.