La nueva directora del Helga de Alvear de Cáceres asume la apertura del museo más allá de las fronteras de Europa. En palabras de la propia Sandra Guimarães, este miércoles inauguró -ya de forma oficial- su segundo capítulo. Dos años después de que el centro recibiera a sus primeros visitantes, la que fuera anteriormente directora de Bombas Gens en Valencia encara el camino más ambicioso que ha afrontado hasta ahora el enclave, uno que busca situarlo en la élite del arte internacional.
Si la propia Helga de Alvear y su colección ya cuentan con el aval de la crítica mundial, ahora el turno le corresponde al majestuoso edificio que alberga sus fondos. Su casa, como dice la galerista. «Sí, es mi casa». Hasta ahora, el modelo de museo que ha comandado de la mano de María Jesús Ávila y el ya fallecido José María Viñuela han logrado recorrer en un corto espacio de tiempo una trayectoria envidiable: 100.000 visitas al año y numerosos reconocimientos internacionales de arquitectura y de diseño.
Guimarães toma el testigo como primera directora de la institución para remar en la misma dirección. Aunque lleva trabajando desde que fue nombrada a finales de mayo, este miércoles compareció por primera vez ante la prensa y el patronato. Lo hizo acompañada por la coleccionista, la consejera de Cultura, Victoria Bazaga, y María Jesús Ávila, en una mesa de autoridades integrada exclusivamente por mujeres.
En sus primeras declaraciones públicas, la experta en arte contemporáneo manifestó su agradecimiento y su compromiso con la tarea que asume. «Si estamos todos aquí hoy es por la generosidad de Helga». Aprovechó para recordar su primer contacto con la ciudad y con el museo en octubre de 2021. «Sentí una buena energía en la ciudad», expuso. Del mismo modo, añadió que asume el cargo como un desafío. «Me interesa mucho el reto de trabajar desde Cáceres».
«El museo ya es un éxito, será un absoluto privilegio trabajar con Helga, tienen una de la colecciones más singulares y exigentes que existen en Europa», puso de relieve. En líneas concretas, avanzó que su interés se centrará en atraer a artistas de otros país y en mantener un museo «vivo» y «crítico». «Hay que seguir replanteándose el papel del museo como una institución crítica que se transforma, al tiempo que desarrolla una comunidad de relaciones. Un museo abierto al mundo y sin compartimentos, un verdadero instrumento crítico que permite el contacto directo entre el artista, el público y la sociedad», añadió al tiempo en que mostró su confianza en que el museo crecerá en los próximos años.
En cuanto a las decisiones que tomará a corto plazo, precisó en declaraciones públicas que una vez que concluya la exposición temporal ‘Escribir todos sus nombres’, la Casa Grande acogerá una muestra del artista portugués Carlos Bunga, un pintor con el que coincidió en su etapa en Valencia en la que será su primer proyecto como directora. Más allá, aboga por «definir estrategias». «El museo va a crecer más seguro, trabajaremos para que sea una realidad», sentenció.