Si quieres servirte un aperitivo o marcarte un guiso a toda velocidad, más vale que tengas a mano unas buenas conservas. Aunque en el pasado estos alimentos tenían muy mala fama sólo por no ser frescos, ahora muchos de nosotros no podríamos imaginarnos nuestra dieta sin ellos. De hecho, muchos de ellos son un componente indispensable cuando queremos llevar una dieta saludable: desde los encurtidos para picar entre horas o los mariscos como los berberechos para añadir proteína saludable hasta las legumbres para hacer la comida.
A las conservas les pasa lo mismo que al resto de los alimentos del supermercado. Unas son productos muy naturales y otras, recetas elaboradas por la industria alimentaria con muchos ingredientes. Por supuesto, las mejores conservas desde el punto de vista de la salud son las primeras, pero ¿cómo podemos identificarlas? Las más saludables se identifican mirando el etiquetado que suelen llevar en la parte posterior. En esa etiqueta tenemos que encontrar sólo dos ingredientes: el conservado y el líquido en el que se ha sumergido.
En algunos casos este líquido puede ser un aceite, una salsa de tomate o un escabeche, pero en otros muchos es simplemente el agua en el que se ha cocido la conserva. Todos ellos se llaman líquidos de gobierno y, aunque solemos escurrirlo antes de servir el alimento en conserva, se puede tomar perfectamente. Hay a quien le gusta mojar pan en el líquido de los berberechos después de ponerle un poco de limón y pimienta o quien usa el agua espesa que hay en los botes de legumbres cocidas para que su guiso tenga más consistencia.
Por otro lado, las peores conservas para nuestra salud son aquellas que han sido ultraprocesadas, es decir, que llevan una larga lista de ingredientes entre los que suelen encontrarse un exceso de azúcares, sal o grasas refinadas. A continuación, tres ejemplos de conservas que deberíamos evitar en nuestra dieta diaria:
La fabada
Hacer fabada en casa requiere tiempo y habilidad, pero, a pesar de no tener ni lo uno ni lo otro, la mayoría no queremos prescindir de esta receta. Por esta razón, procuramos dejar siempre en nuestra despensa una lata con esta receta; probablemente, la comida en lata que más fama tiene en nuestro país. Sin duda, darse un banquete de vez en cuando con una de estas es más que recomendable, pero desde el punto de la salud lo mejor es que nuestra dieta semanal no dependa de ellas.
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El principal problema de esta receta se encuentra, en realidad, en que se elabora con carnes procesadas. Las alubias son legumbres que no tienen grasas, pero sí proteínas vegetales y fibra; se trata de un alimento que protege el corazón y se recomienda tomar. Sin embargo, este beneficio queda empañado por las morcillas, las pancetas o los chorizos que se añaden y que son ricos en grasas saturadas, que en nuestra sangre elevan los niveles de colesterol malo, o LDL. Si queremos un plato para todos los días, es mejor utilizar una conserva de alubias cocidas y sustituir la carne por verduras.
El tomate frito
Es la salsa más socorrida del supermercado y nos encanta echarla sobre la pasta, el arroz o, prácticamente, cualquier plato porque también puede utilizarse para hacer un sofrito con mucho sabor. Ahora bien, esta salsa tan amigable introduce en nuestra dieta diaria una buena cantidad de azúcar sin que nos demos cuenta: todos los tomates fritos del súper tienen azúcar, pero otros además incluyen jarabes y almidones.
Por esta razón, los tomates fritos del supermercado pueden tener un contenido de azúcar que oscila entre los nueve y los seis gramos por cada 100 gramos de peso. Además, también se elaboran con aceites refinados. Mientras nosotros en casa utilizamos, probablemente, un aceite de oliva, los productores de estas salsas suelen utilizar otros como el aceite de girasol o de soja. No tenemos por qué renunciar a una salsa de tomate: las conservas de tomate triturado son saludables y podemos añadirle cebolla, ajo y aceite de oliva nosotros mismos.
La ensaladilla rusa
En el vasto mundo de las latas de conserva también tienen un lugar destacado las latas de ensaladilla rusa. Esta receta tan popular de los veranos en España es una de las más queridas y estas latas permiten tenerla a mano durante todo el año. En realidad, si no fuera por las cantidades de mayonesa que demanda una ensaladilla que se precie, la receta contiene una gran variedad de verduras y de pescado azul, el atún.
La gran cantidad de mayonesa hace que la ensaladilla rusa casera sea un alimento que es mejor dejar para las ocasiones especiales, pero la salsa que hace las veces de esta en las ensaladillas de lata no es mucho mejor. Suele sustituir el huevo de la receta original por yemas en polvo, a las que se añaden aceites, vinagre, azúcares o similares, almidones y espesantes, además de aditivos. En este caso, lo mejor es que uno mismo reúna los ingredientes y se anime a cocinar.
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