La Champions comenzó de manera inmejorable para la Real, entre otras cosas porque afición y equipos estuvieron a la altura, muy probablemente por encima del nivel previsto. La Aitor Zabaleta Harmaila estaba a reventar desde más de media hora antes del inicio del encuentro, alentando a los suyos sin parar y haciendo botar todo el estadio. Temblaba Anoeta como pocas veces en los prolegómenos del encuentro.

Y también tembló el Inter, que se encontró con un ambiente intimidante y un rival agresivo por mil, con ese extra de energía que ponía cada socio desde su asiento.

El estadio estaba a rebosar, los cánticos se sucedían sin haber empezado aún el encuentro. Sólo con ver cómo coreaba todo el estadio los nombres de los jugadores y aplaudió tras el final del himno de la Champions, se veía venir un inicio tremendo. Y así fue, sólo matizado por un respetuoso minuto de silencio por las víctimas de Marruecos y Libia que no rebajó la temperatura de la grada.

Se apuntan la asistencia

La afición asistió a Brais Méndez porque hizo dudar a un infalible Bastoni. Es un hecho casi objetivo. El gallego, con el apoyo en la presión de un Oyarzabal arrollador, rebañó el esférico de manera limpia al zaguero italiano y definió con templanza y calidad para que Sommer no pudiera ni olerla. Anoeta estalló de locura txuri urdin, celebró el gol como nunca y presentó oficialmente a la Champions al ‘Dale Cavese’ de Anoeta. Celebración de día grande, de la gran noche europea al fin. Una gozada, en definitiva. Fue ese inicio de noche grande que tanto se reclamaba a equipo y grada. Todo pintaba precioso, los aficionados interistas apenas abrían la boca y los jugadores italianos no intimidaban ni un poco sobre el verde. La ovación a Mikel Oyarzabal en su cambio tras marrar dos ocasiones claras y sufrir las críticas por su estado de forma, fue de las de emocionarse. Apoyo total de la grada al capitán.

Decepción final

Pero la Champions es la Champions, y un finalista (e italiano), un finalista. El Inter, con mucha fortuna, encontró el espacio para que Lautaro probara fortuna por fin.por primera vez. Minuto 87. Y el gol del argentino silenció Anoeta por unos segundos. Decepción máxima de ver escapar los puntos pero, sobre todo, esa noche grande europea redonda.

Sin embargo, y pese al evidente cabreo y el arreón final del líder de la Serie A, la grada de Anoeta empujó a los suyos hasta el final para aguantar el empate, al menos.