A Francisco Javier Rodríguez Tobajas, más conocido como Fran Tobajas, el sentimiento rojiblanco le recorría el alma. El agente inmobiliario de 55 años asesinado este miércoles a puñaladas, un crimen cuyo móvil, según los primeros indicios fue económico, era un «sportinguista aférrimo», un «enamorado de Gijón» que sabía «disfrutar de la vida» y de su otra gran pasión: los viajes. Su familia y entorno más cercano se encuentran completamente «conmocionados y destrozados» ante la inesperada pérdida de alguien, ensalzan, que era «muy familiar y sociable«. Vieron marcharse de forma trágica a un «hombre alegre y vital que transmitía felicidad a los demás». Y a un padre de dos hijas, Iris y Melodie, que acaba de ser recientemente abuelo.

Natural del concejo de Siero, de Carbayín Bajo, Tobajas nació en 1967 y se crio en la barriada de Pumarabule. Lo hizo bajo el techo de a sus padres, José Luis y Felipa, y compartiendo vivencias de la infancia junto a su hermano, que heredó el nombre de su padre y falleció en mayo de 2021 tras una larga enfermedad. Un mazazo de aquella para Tobajas y su familia. Los dos hermanos eran «uña y carne», recuerda su primo, Íñigo Tobajas. Allí en Siero, el fallecido, de aquella un chaval, tuvo su primera experiencia laboral siguiendo los pasos de su padre, minero de toda la vida, como su otro hijo.El que luego fuera agente inmobiliario bajó al pozo de al lado de casa durante una breve etapa para luego dar el callo en algunos de los bares durante la época buena de la «movida» en La Pola.

Unas primeras experiencias laborales que nada tienen que ver con la que acabaría desarrollando en Gijón. «A pesar de estar separado desde muy joven, era una persona tremendamente familiar. Estaba siempre prendiente de sus padres», ensalza su primo. De hecho, hace poco les había ayudado a mudarse de Carbayín al Berrón para que estuviesen «más cómodos y mejor comunicados» para verle. «No imaginas que tuviese un problema con alguien para que pasase lo que pasó. Nunca le hemos visto en nada turbio, ni problemas de ese tipo», lamenta. En su barrio, la noticia se sintió con mucho dolor. Se trata de una familia muy conocida y querida por todos. «Estamos petrificados porque son vecinos de toda la vida, la noticia cayó como una bomba», reconoció una vecina del bloque de al lado de la casa familiar. «Ya sus abuelos eran de aquí . Ellos eran unos chavales muy buenos. Luego se casaron y ya hicieron vida fuera», indicó otra. «Es tremendo para los padres. Ya solo les quedan las nietas y un nieto», lamentó. Los vecinos de Pumarabule estaban consternados. «Venía mucho por aquí a ver a los padres aunque ya llevaba tiempo fuera», añadió otro paisano.

Fue en el año 2000 cuando Tobajas fundó Golden Star ya en Gijón. No solo ofrecía servicios inmobiliario, sino también jurídicos y de inversión de capital. En la calle Campo Sagrado, la sede donde ayer se desató la tragedia, aterrizó hace poco más de una década. Siempre fue amante del deporte, especialmente del fútbol. Empezó en el Rayo Carbayín y luego se pasó hasta juveniles al Alcázar de Semana. «Era un buen jugador. Después estuvo muchos años disfrutando del fútbol sala con sus amigos», recuerda su primo. De ahí su pasión por el Sporting, del que era «socio desde guaje» y «no se perdía ni un partido». «Tenía mucha fuerza, vitalidad y optimismo. Te montaba una escapada para ver al equipo de un día para otro. Era muy alegre y hacía muy alegre a los demás». Su otra gran pasión siempre fue viajar, sobre todo a latinoamérica. Brasil, México… El mundo se le quedaba pequeño. «Era un disfrutón en el buen sentido de la palabra. Curraba para vivir. Le encantaba tomar algo con sus amigos. Era muy social.

Una de las últimas aventuras, por ejemplo, fue a Villarreal, en mayo de este mismo año. Allí viajó junto al resto del equipo de la agencia inmobiliaria. Eran «una pequeña familia» laboral de cuatro integrantes completada por su hija, Iris, «a la que estaba muy unido»; su yerno, Norberto Afonso, y la comercial Yuly Lezama. Su negocio era querido en la zona. No faltaba a su cita con el «cafétín» de la mañana en el café Peñalba, al otro lado de la calle. «Era muy buena gente. Siempre presumía de los viajes en redes sociales y le decía de broma que me daba mucha envidia», recuerda Isabel Tejero, quien fuera durante añois la propietaria del gimnasio Acrópilis, ubicado justo al lado de la agencia inmobiliaria. El negocio lo traspasó hace unos cinco años, pero mantenía el trato con el fallecido al vivir en la zona.

«Tenía mucha relación con él. Era un buen amigo y un buen profesional. Incluso me vendió un piso y fueron todo facilidades«, recuerda Tejero. Para ella, su amigo era una persona «honrada, ágil y resolutiva». En definitiva, «buena gente». Se remite a los hechos. Nunca le faltó su apoyo. Si organizaba una recogida solidaria de alimentos, el agente inmobiliario era el primero que que arrimaba el hombre. «Me acuerdo de aquel día. Trajo cajas y cajas de comida junto a su yerno. Era tiempos de pandemia y vino con mascarilla. Era buena gente. Ayudaba con lo que hiciese falta», ensalza.

Esa vitalidad la transmitía en sus redes sociales. En sus cuentas personales podía verse a Tobajas disfrutando de la piscina en bañador y con gafas de sol, de una velada de disfraces con el atuendo del famoso villano de Batman, el «Joker», o disfrutando de una copa en el Bambara. Sus seres queridos echarán de menos a una persona «muy alegre y le gustaba vivir».