E l día de la vergüenza en el fútbol español no tenía fin y la mejor prueba de ello es ver cómo Víctor Francos, que 24 horas antes había asegurado que las jugadoras que no quisieran vestir la camiseta de la selección iban a recibir una sanción a la altura, ayer se presentó en Oliva para tratar de desbloquear la situación. «Si no se presentan, el Gobierno tendrá que aplicar la ley», señaló el lunes para este martes sentenciar un «queremos escuchar a las jugadoras. Lo que pasó ayer fue inaceptable. Así se lo he transmitido a la Federación. Sentía que mi obligación era estar al lado de las jugadoras para escucharlas y buscar soluciones».
El presidente del Consejo Superior de Deportes llegó alrededor de las 20:00 a Oliva para reunirse con las jugadoras. Eso sí, las seleccionadas del FC Barcelona todavía no habían llegado al ‘stage’ debido a que su avión había sufrido una pequeña avería. Antes de zarpar, Alexia Putellas había reconocido que estaban mal y que no entendía qué debían proteger a Jenni Hermoso si todo estaba bien, mientras que Mapi León, a su aterrizaje en Valencia, era más que clara con su postura. «¿Que si nos sentimos arropadas?, ¿por quién?, ¿por la gente? Sí, pero igual no por quien deberíamos», señaló.
Por su parte, la jugadora aseguró que está en contra de cómo se ha realizado la convocatoria y que objetivamente sí están forzadas a asistir, porque de lo contrario no estaría ahí. «Si no me sancionan, no estaría obligada, ¿no?», aseguró. «Mi postura siempre ha sido muy clara, en ningún momento he cambiado de opinión. He renunciado a mucho», finalizó la jugadora que se perdió el Mundial por defender sus derechos.
Una vez comenzadas las reuniones se plantearon todos los escenarios posibles. El primero de ellos era una solución intermedia. Convencer a las jugadoras de que disputasen los dos encuentros que tienen ahora por delante para tratar de ir mejorando poco a poco todas las cosas que piden las futbolistas. El gran problema sin embargo es que el CSD puede presionar pero no puede decidir y desde el seno del grupo se entendía que era mejor ir a elecciones y cambiar el banquillo de la selección española femenina. Acabar con la estructura que se venía dando y tener capacidad para sacar a las personas que no estaban generando un entorno cómodo y seguro. De hecho, una de esas peticiones se logró durante la jornada decisiva, ya que las futbolistas que viajaron desde Madrid provocaron que el personal de comunicación no viajara con el resto del equipo.
Por otra parte, el otro de los escenarios que estaba encima de la mesa era el de permitir a las jugadoras que no asistieran con la selección a los partidos contra Suecia y Suiza. Permitir que quedaran sin sanción a la espera de cambios para demostrarles que esa medida de presión ejercida por la Real Federación Española de Fútbol, con Montse Tomé a la cabeza, estaba equivocada y les tendían la mano para poder estrechar lazos. Después de varias horas de reunión, esa medida fue la que triunfó en el seno de la selección española y las jugadoras esperaron a que finalmente les pusieran por escrito que abandonar la concentración de la Roja se iba a quedar sin sanción. En definitiva, el ridículo de las instituciones sigue siendo más que evidente y aún se empaña más el gran logro del fútbol español hace poco más de un mes en Australia.