Las mujeres empiezan a ir al fútbol por primera vez con su familia o sus padres. Lo reconocen el 70% de las participantes en el estudio ‘Women at the match’, elaborado por la organización de aficionados Football Supporters’ Association. No sucede lo mismo con el fútbol femenino, al que acuden, casi en su mayoría, por voluntad propia, per en otra fase de su vida.
El deporte más popular todavía es un territorio por conquistar para las aficionadas. Pero existe un sector dentro de los campos todavía más masculinizado. Se trata de las gradas de animación y, más en concreto, los grupos ultras. Estructuras muy verticales, donde el papel de la mujer se ha reducido tradicionalmente a un rol marginal.
El ‘tifo’ por el 8M de las ultras del Marsella
Sin embargo, la realidad está cambiando, como recoge la investigación ‘Being women in a male preserve: an ethnography of female football ultras’ («Ser mujeres en un coto masculino: una etnografía de las ultras del fútbol femenino») elaborada por Ilaria Pitti, doctora en Sociología. «Las posibilidades de participación de las aficionadas en muchas comunidades están limitadas por prejuicios que retratan a las mujeres como ‘fanáticas no auténticas’ que solo van al campo para ver a los jugadores. Sin embargo, en los últimos tiempos se recogen expresiones de resistencia a la dominación masculina», recoge el trabajo de Pitti, quien analiza para El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, la situación del mundo ultra femenino.
Estas expresiones se dan con grupos exclusivamente femeninos o con el cambio de las estructuras en los mixtos. Durante el pasado 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, aficionadas de South Winners, grupo del Olympique de Marsella, confeccionaron el primer ‘tifo’ (palabra italiana que sirve para designar acciones como el despliegue de pancartas) enteramente femenino.
La decisión fue respaldada por el 85% de los miembros de la organización. «La idea surgió el año pasado, durante el 35º aniversario de los South Winners. Algunas chicas desplegaron su propia cartelería. Entonces, nos preguntamos: ‘¿Por qué no hacemos nosotras un tifo?’ Uno de los líderes del grupo nos escuchó y le presentó la idea al presidente», explicaba una de las mujeres del grupo, de 35 años. El caso ejemplifica lo que sucede en la escena.
Las componentes reivindican su sitio, pero todavía necesitan una autorización de la estructura. Cualquiera que haya estado en un sector de animación, independientemente de su ubicación, habrá visto cómo las mujeres no adoptan, salvo raras excepciones, papeles tal que conducir la animación o las primeras filas de estas gradas. La situación se agudiza en gradas de ideología ultraderechista, pero no es muy diferente en otras de corte izquierdista, según los autores que cita la investigación.
Irriducibilli: «Las mujeres, a partir de la décima fila»
«Las mujeres han existido siempre en los grupos ultras y han tenido un papel fundamental en estas realidades, pero las tareas que se les han asignado han sido de manera habitual actividades menores como la venta de merchandising. A las mujeres rara vez se les permite subir a las tarimas o cantar durante los partidos. Igualmente, la participación esporádica de la mujer en los enfrentamientos que tienen los grupos siempre se acogía con asombro», afirma Pitti en una explicación en la que se recogen las indagaciones de otros sociólogos como Samuel Fritzsche.
El ejemplo más extremo es el de los Irriducibili de la Lazio, fascistas por definición y que se refundaron en 2019 como Utras Lazio tras el asesinato de su ‘capo’. «La Curva Nord es un espacio sagrado para nosotros. Las primeras filas siempre han sido trincheras y en ellas no permitimos a mujeres o novias.
Les invitamos a ponerse desde la décima fila. Quienes elijan el estadio como una alternativa a un día romático y despreocupado pueden ir a los jardines de Villa Borghese (en Roma)», defendía el portavoz de los Irriducibili. Es una situación extrema, pero según un estudio de la Football Supporters’ Association, organización que agrupa a hinchas de todo el ‘Viejo Continente’, hasta un 63% de las aficionadas ha sufrido machismo en el fútbol.
«En muchos contextos socioculturales, los estadios todavía se consideran lugares peligrosos para las mujeres jóvenes que, en general, disfrutan de menos libertad para gestionar el tiempo libre que tienen con respecto a sus pares», opina Pitti. Aunque los ultras de la Lazio opinen lo contrario, Italia es uno de los países, por su cultura de grada, en la que más grupos femeninos existieron o se han formado. La investigadora enumera ejemplos como los del SLAS de Torino, el Milan Club Stella Femenino, las Ultras Girls de la Sampdoria o las Commando Girls de Catanzaro.
Italia, un país fértil para los grupos femeninos de ultras
Pero este no es un fenómeno nuevo ni mucho menos. De hecho, cuando más activo fue el movimiento ultra más presencia de grupos femeninos hubo. En los años 70 y 80, en la escena tenían fuerza las Donne Rossonere (Milan), las URB Girls (Bolonia) o las Ragazze Giallorosse (Roma). «Algunos de estos grupos siguen activos, como el Stella de Milan, otros cambiando de nombre pero se mantienen activos, como las Giallorosse, que ahora se denominan Donne en Giallorosso y después surgieron pequeños grupos en la Serie A y en la Serie B, como las Army Girls del Perugia Club«, enumera Pitti.
El panorama ultra femenino también deja ejemplos en gradas de países como Rumanía, donde están grupos como las Kamikaze Girls del Cluj; en Serbia existe una sección dentro de los Grobari, aficionados del Partizan de Belgrado; en Turquía hay casos en el Besiktas; con las Disi Kartallar o Ladies of Besiktas; en Croacia, las Armada Rijeka Girls del HNK; en Rusia han existido grupos con pancarta propia en el CSKA o el Spartak de Moscú; en Grecia se han registrado ejemplos en el Olympiakos o en el AEK de Atenas; en Hungría se han mostrado pancartas de las Videoton Girls; y más allá de Europa, las Bidadari Spartacks han abierto camino en Indonesia. En España se han ido conformando focos como en el Sardinero de Santander, donde se ubican las Fanáticas Racing.
A tenor de las conclusiones del estudio ‘Women at the match’, elaborado por The Football Supporters’ Association, podría pensarse que el fútbol femenino, tanto por sus valores como el público que sigue sus partidos, podría ser más propicio para la aparición de grupos ultras compuestos por mujeres. Por el contrario, la doctora en Sociología señala que, a pesar de que están surgiendo muchas organizaciones, como el Plotone Nerazzurro, ultras del Inter de Milán femenino, «la mayoría todavía están liderados y compuestos mayoritariamente por hombres».
«Mujeres más sensibles a los valores feministas»
Con todo, para la autora de ‘Being women in a male preserve: an ethnography of female football ultras’, «cualquier forma de empoderamiento femenino tiene una capacidad multiplicativa». Según Pitti, «muchos deportes, y el fútbol en particular, han sido tradicionalmente espacios de exclusión y discriminación para las mujeres, por lo que la apertura de estos espacios a la participación femenina produce efectos que van más allá del ámbito deportivo».
Por tanto, «si bien no se puede decir con certeza que, por ejemplo, la difusión del fútbol femenino contribuya directamente a una mayor participación femenina en el mundo ultra, sí es posible afirmar que el fútbol femenino ayuda a la apertura de un espacio social y tradicionalmente masculino«. Una explosión que además se ha visto reforzada por la consolidación del deporte practicado por mujeres como una industria que genera sus propios relatos y patrocinios.
Aunque lentamente, «el mundo ultra está cambiando», asegura llaria Pitti, doctora en Sociología. «Pero el viaje de transformación todavía está en sus inicios y requerirá mucho esfuerzo y tiempo», añade, porque el mundo ultra es, todavía, «un sector social tradicionalmente masculino, guiado por reglas, formales e informales, que definen claras jerarquías de género».
El motor del cambio será el mismo que ha movido a muchas transformaciones sociales. «En los últimos años, la participación femenina en los grupos de animación ha aumentado. Esto está llevando a los estadios a una generación de mujeres más sensibles a los nuevos ideales de feminidad y valores feministas«, reivindica Pitti.
¿Grupos femeninos o mayor participación en los mixtos?
«La transformación generacional de la población que habita en nuestros estadios podría, con el tiempo, traducirse, no solo en un aumento cuantitativo de la participación femenina en grupos ultras, sino también en una redefinición de las jerarquías de género tradicionales», enfatiza la socióloga, construyendo un escenario de nuevas estructuras y en el que el mundo ultra también puede dar un giro a la sociedad.
Llegados a este punto de efervescencia, cabe definir cuál de las dos vías analizadas es la que mantendrá la participación de la mujer en el mundo ultra. «Creo que el objetivo ideal al que aspirar debería ser la adquisición de mayor poder en grupos ultras con participación mixta. El verdadero empoderamiento no puede lograrse creando ‘reservas femeninas’, separadas de las masculinas existentes. Requiere la creación de espacios para el diálogo igualitario entre géneros», explica Pitti en una primera conclusión.
«Sin embargo, este camino no es inmediato ni sencillo y, probablemente, la creación de grupos ultras exclusivamente -o mayoritariamente- femeninos sea un paso necesario para que las mujeres puedan adquirir mayor visibilidad, pero también conciencia de sus propios deseos y fortalezas», sentencia. Dos escenarios que conviven y buscan un mismo objetivo: que las mujeres dejen de ser una excepción en las gradas de animación y que el lugar que ocupen sea de pleno derecho y participación.