Lo más positivo para el Newcastle en su regreso a la Champions League fue sin lugar a dudas rascar un punto en San Siro, donde el Milán fue extremadamente superior pero fue incapaz de superar a Nick Pope bajo palos (0-0). 

No fue tanto a nivel de posesión que dominó el cuadro de Piolo, que también, sino que fue más en cuanto a ocasiones y robos a su rival tras pérdida. Es más, si esto del fútbol fuera matemático los rossoneri habrían salido venciendo y por varios goles al descanso, ya que aplastaron casi de forma literal a los de Eddie Howe. 

Especialmente destacado estuvo Pope en la primera media hora de partido. Si el Milan no se puso por delante fue claramente por culpa del meta inglés, que tuvo intervenciones de mérito, aunque también por una preocupante falta de pegada. En una serie de ataques verticales y precisos, el Milan pisó área rival sin parar y deonde no llegó el portero del Newcastle lo hizo Schär sacando sobre la línea un remate de Krunic. 

Claramente frustrado se fue el conjunto italiano al descanso después de acumular infinitas ocasiones, mientras que los ingleses solo tuvieron un único disparo de Murphy que ni siquiera cogió portería. Quiso en esa tesitura corregir la presión Eddie Howe y lo consiguió durante ciertos minutos del inicio de la segunda mitad, pero eso no ayudó a que con balón el equipo lograra juntar pases con el fin de encontrar a un aisladísimo Isak en punta. 

Volvió a dominar el Milan con el paso de los minutos, aunque el cansancio sobre las piernas provocó que no fueran tan precisos sus ataques. Y no solo eso, sino que a la falta de gol se sumaron las lesiones de Loftus-Cheek, que fue de lo más destacado, y Maignan, ambas por temas musculares. 

Como el guion de una película de terror, la última del partido fue para el Newcastle y menos mal de Sportiello, que sacó una gran mano a Longstaff, ya que sino el chiste se abría contado solo. Al final el marcador no se movió y todo se resolvió en un amargo empate para el Milan.

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