Las socorridas metáforas del fútbol han llegado también a Naciones Unidas, y lo han hecho para subrayar a la necesidad imperiosa de una remontada si se quieren alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. Porque en el medio tiempo de ese «partido», que se inició en 2015 con el establecimiento de 17 metas para 2030, incluyendo la erradicación de la pobreza y el hambre o el acceso a la educación, se constata que muchos de los objetivos han descarrilado.
«Solo el 15% de los objetivos están en camino a conseguirse y muchos retroceden» y es necesario «un plan de rescate global», según denunciaba este lunes el secretario general de la ONU, António Guterres, en su discurso de apertura de una cumbre de dos días dedicada a esa agenda 2030 en el marco del debate de la Asamblea General.
Esa reunión se ha iniciado con la adopción de una declaración política renovando el compromiso global con los 169 objetivos específicos marcados en los 17 genéricos. Y Guterres ha destacado como uno de los puntos principales de esa declaración el compromiso para ayudar al acceso a la financiación de los países en desarrollo, el respaldo a una reforma de la arquitectura financiera internacional que ha tildado de «desfasada, disfuncional e injusta» y el apoyo a un plan de estímulo de 500.000 millones de dólares al año.
Hambre y pobreza extrema
Con previsiones de que para 2030 unos 575 millones de personas seguirán viviendo en pobreza extrema si se mantienen las tendencias actuales, y 600 millones enfrentarán hambre extrema, Guterres ha urgido en su discurso a tomar acciones contra el hambre, una lacra que ha calificado como «una escandalosa mancha en la humanidad y una épica violación de los derechos humanos«. Asimismo, ha pedido una transición a energías renovables que, como ha recordado, «no está sucediendo lo suficientemente rápido».
El luso ha pedido además que se amplíe el acceso a beneficios y oportunidades de la digitalización, que se refuerce el acceso a educación de calidad y al trabajo y protecciones sociales. Ha llamado a «poner fin a la guerra contra la naturaleza«, estableciendo como imperativo «acabar con la triple crisis planetaria de cambio climático, contaminación y pérdida de la biodiversidad«. Y ha asegurado que los avances en esos seis terrenos son necesarios para asegurar la igualdad de género, que según el ritmo actual tardaría en alcanzarse 286 años.