Rubén Baraja, agradeciendo su apoyo a la afición de Mestalla
Francisco Calabuig

Mestalla fue una fiesta. Tan inesperada. Como merecida. Por la superiodad aplastante del Valencia sobre el Atlético de Madrid, pero sobre todo por el estado de ánimo de una afición a la que Peter Lim ha condenado a sufrir. El viejo coliseo se dio un gustazo de los buenos. Como hacía tiempo que no se recordaba. El valencianismo se levanto de sus asientos para gozarla con la ola mexicana, toreó a los del Cholo Simeone a grito de «¡Olé, olé, olé!», saltó a rimo de «¡Que bote Mestalla!» y, lo más importante, volvió a sentirse grande después de un comprobar cómo Meriton empequeñeció al equipo este verano con su gestión y su discurso de permanencia. 

El gran triunfador de la tarde fue Rubén Baraja. El estadio coreó su nombre a la finalización del partido en un gesto que emocionó al vallisoletano. No era para menos. El Pipo devolvió la felicidad a la afición con un partido redondo contra el Atlético y un arranque de temporada esperanzador por encima del objetivo de la salvación. El equipo cierra las cinco primeras jornadas de la liga con un balance positivo de 9 de 15 puntos y con algo todavía mejor: la sensación de que Baraja sacará mucho rendimiento con lo poco que tiene. El valencianismo disfrutó del recital de sus jóvenes jugadores y protestó con más motivos que nunca contra Peter Lim, Layhoon Chan y Miguel Ángel Corona. La presidenta y el director deportivo fueron señalados por la afición en el minuto 19 después de sus últimas comparecencias públicas. En pleno festival de fútbol y goles de la grada hubo bronca y de las gordas contra Meriton. Una señal de madurez y de la injusticia que significa que la propiedad no le haya dado al entrenador las mejores herramientas para aspirar a algo más que «mantenerse en primera división».  

Lim y sus ejecutivos de València quedaron retratados. Baraja y sus chicos salieron reforzados gracias a un plan de partido y una ejecución perfecta. Los tres puntos son valiosos en clave clasificación, pero todavía es más importante que este joven equipo cargue su mochila de confianza porque la va a necesitar y mucho esta temporada para luchar contra todas las adversidades que se encontrará por el camino. El 3-0 no esconde las carencias de una plantilla debilitada con respecto a la temporada pasada y el primero que lo sabe es el Pipo. Por eso el primer mensaje del entrenador al vestuario fue conservar los pies en el suelo, ser realistas, trabajar día a día y mantener el nivel y la actitud el sábado contra un rival inferior contra el Almería. Ese es el único camino para que el Valencia consiga el objetivo y para que la afición le siga haciendo la ola a Baraja. ¡Que bote Mestalla!