Es uno de los debates de esta vuelta al cole en Francia: la obligatoriedad (o no) del uniforme en los centros educativos. No se trata de una propuesta nueva en el país vecino, pero la novedad es que se abre paso en las filas del Gobierno y la coalición parlamentaria del presidente Emmanuel Macron.

Durante el último año, la ultraderecha y la derecha republicana presionaron a favor de esta medida a través de distintas propuestas de ley en la Asamblea Nacional y el Senado. Todas ellas no salieron adelante. Pero el Ejecutivo macronista ha encontrado ahora una posición intermedia: la experimentación del uniforme obligatorio en las escuelas e institutos que se ofrezcan voluntarios.

“Queremos lanzar rápidamente una experimentación sobre esta cuestión”, aseguró el ministro de Educación, Gabriel Attal —nombrado en julio—, quien ha querido dejar su impronta política en esta ‘rentrée’ con posiciones más contundentes, y a menudo más a la derecha, que su predecesor Pap Ndiaye. Attal dijo que quieren ensayar una “vestimenta escolar única” en distintos centros, como escuelas, institutos y liceos de bachillerato, tanto en territorios urbanos como rurales. Según Macron, quien también apoya esta “experimentación”, la homogeneización en la vestimenta del alumnado podría arreglar “muchos problemas”, como la “laicidad” o la “idea que nos hacemos de la decencia, de que no queremos ropas demasiado excéntricas”.

Estas declaraciones fueron aplaudidas por aquellos sectores del macronismo, entre ellos, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, y el de Defensa, Sébastien Lecornu- que apuestan por la obligatoriedad del uniforme. “La experimentación anunciada por Attal nos llevará a la generalización, ya que se trata de una medida que satisfará a todo el mundo”, dijo a Le Parisien la secretaria de Estado de Ciudadanía, Sonia Backès. Éric Ciotti, presidente de Los Republicanos (LR, afines al PP), ha pedido que se aplique en los centros de departamentos (provincias) gobernados por la derecha republicana, como los Alpes Marítimos o Bouches-du-Rhône. A los alcaldes de ultraderecha de Perpiñán (Louis Aliot) o Béziers (Robert Ménard) también les gustaría llevarla a cabo.

El macronismo, sin embargo, está mucho más dividido sobre esta propuesta recurrente en el debate público galo. Ya había generado polémica a principios de año la defensa firme que hizo la primera dama Brigitte Macron —trabajó como profesora durante unos 30 años en varios centros privados, algunos de ellos muy elitistas—sobre la obligatoriedad del uniforme. En cambio, la presidenta de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet, se ha posicionado claramente en contra: “Estoy convencida de que debemos dejar a nuestros jóvenes que tengan cierta libertad, que puedan expresar su personalidad. No sueño con una sociedad uniformizada”.

“Macron ha titubeado mucho sobre esta cuestión. Primero, tenía a un ministro (Ndiaye) que estaba en contra, ahora otro (Attal) a favor”, declara a El Periódico la senadora Céline Boulay-Espéronnier, de LR y quien presentó el año pasado una propuesta de ley sobre el uniforme obligatorio en las escuelas.

Esta representante de la derecha republicana teme que la nueva propuesta de “experimentar” con el uniforme obligatorio sea “una maniobra de comunicación política”, teniendo en cuenta que “el 60% de los franceses son favorables a esta medida”, según sondeos elaborados hace varios años.