Quién no ha soñado alguna vez con dejar su vida en la ciudad e irse a vivir al pueblo. Lejos del ruido, la contaminación, la marabunta de gente y todos esos atascos de la ciudad. Renunciar al estrés y apostar por la tranquilidad y la vida rural. Eso es lo que pensaron Erika Franco y Pedro Cuesta, una pareja de restauradores de Castellón que se enamoraron de una masía en la localidad de El Cuervo, en la provincia de Teruel.