PREGUNTA: Llega a Zaragoza para presentar ‘Hasta que se me acaben las palabras’ , su libro. ¿Qué podemos encontrar en él?
RESPUESTA: Muchas cosas… es mi vida entera, mis recuerdos, todo lo que he ido sintiendo en las diferentes etapas de mi existencia. Desde mi niñez y adolescencia en Galicia hasta que me marché a Madrid y todas las cosas que me han ido sucediendo. Todo eso está escrito en el libro.
P: ¿Alguien le animó a escribirlo o fue una necesidad que sintió?
R: El proceso es muy original. La primera parte la escribí hace 20 años. Pero lo guardé porque al terminar de escribirlo lo leí y me pareció una mierda (ríe), y ahí se quedó. Un día en una entrevista alguien me preguntó y dije que no lo publicaba porque me parecía muy malo. Pero un señor de La Coruña lo escuchó y me dijo que tenía relación con editoriales y me pidió conocer el manuscrito. Me lo pensé mucho pero al final decidí enviárselo. A los tres días me llamó y me dijo: “Tengo en las manos un best-seller”. Me llevé una sorpresa mayúscula claro…Entonces me dijo que para publicarlo hacía falta una segunda parte sobre mis vivencias en Madrid. Y bueno… lo acabé hace dos años, y aquí estamos. Si no llega a ser por ese señor de La Coruña el libro nunca hubiera visto la luz.
P: Sorprende que el prólogo lo haya escrito Julio Iglesias. ¿Cómo nació vuestra relación?
Julio estaba realizando un canto a Galicia y me pidió que le echara una mano con algunas cosas en gallego y le ayudé encantado. Desde entonces nos hemos vuelto a ver muchas veces, he estado en su casa 15 días, he volado en su avión privado, hemos comido mariscadas…Cuando se enteró de que iba a escribir un libro me preguntó si iba a hablar de él y yo le dije que le había dedicado un capítulo. Lo leyó y le encantó, y aprovechando la coyuntura le pedí que escribiera el prólogo. Me dijo que por supuesto, que era un honor para él.
«La primera vez que leí mi libro me pareció una mierda»
R: Una de las cosas que más llama la atención es que iba usted para cura.
En Padrón, en mi pueblo, hay un convento de Dominicos. Yo era monaguillo y nos propusieron a mi hermano y a mí ir a estudiar a un colegio apostólico en Asturias. A mis padres les venía muy bien porque eran dos bocas menos que alimentar y era una manera fácil de que pudiéramos estudiar sin que les costara dinero a ellos. Estuve seis años, Fray Castaño me llamaban. Pero un día durante el noviciado, el periodo culminante para decidir si quería ser fraile, salimos en procesión en las fiestas patronales de Palencia y nos empezaron a gritar y a tirarnos piropos un grupo de chicas. Yo creo que era para fastidiarnos, pero en ese momento me di cuenta que existía otro mundo que yo no conocía y que me encantaría conocer (ríe), así que lo dejé. Ahí terminó Fray Castaño.
«Estuve seis años estudiando para cura. Fray Castaño me llamaban»
P: ¿Cómo llegó la radio a su vida?
R: Yo tengo recuerdos desde muy pequeño, para mí la radio era el sonido que salía de la casa de mi madre mientras yo estaba fuera jugando con mis amigos. Ella la ponía muy alta y siempre escuchaba las coplas, las telenovelas…Además me gustaba imitar con una cuchara metida en la boca los anuncios que salían. Ese fue el germen que luego gracias a la vida ha podido fructificar.
P: Y profesionalmente, ¿cuáles fueron sus primeros pasos en ella?
R: Fue en Radio Galicia, en Santiago de Compostela. Venía de una verbena, porque yo cantaba en un grupo musical. Volvíamos medio dormidos, pero el chófer me despertó al oír un anuncio y me dijo: «Pepe, tú que quieres ser locutor y que llevas tiempo luchando por serlo, acaban de decir en la radio que necesitan voces nuevas, preséntate». Dejé la empresa en la que estaba trabajando de contable para obligarme a entrar en ese mundo. Fui a la prueba con la seguridad de que iba a ganar, y gané. Y menos mal, porque ya no podía volver a la empresa.
P: Ahora es el referente de muchos jóvenes, pero ¿usted tenía alguno entonces?
R: Siempre ha habido muy buenos profesionales, pero me quedo con Joaquín Prat, sin duda. Era mi ídolo. Tuve la suerte de trabajar con él y aprender muchísimas cosas de este oficio de las que hoy sé. Lo sustituí en Carrusel Deportivo y ahí empezó mi relación con el deporte.
P: ¿Y cuál es el secreto de su éxito a lo largo de tantos años?
R: Ser yo, ser sincero. Precisamente Joaquín me dijo una frase que no olvidaré nunca. «No imites a nadie. Sé tú, con tus virtudes y tus defectos». Yo creo que el único secreto es decir la verdad y hablar más con el corazón que con la cabeza.
«El único secreto de mi éxito es decir la verdad y hablar más con el corazón que con la cabeza»
P: He leído en una entrevista que le hicieron que considera que la rabia ha sido clave en su carrera.
R: Mi obsesión cuando salí de Padrón era que todo el mundo de allí viera que no era un loco, como me veían, sino que era un tío que sabía lo que hacía. Ese era mi motor. Cuando vienen mal dadas, la rabia, el orgullo y el deseo de triunfar pueden más que nada. Para no volver a tu pueblo derrotado, sigues adelante hasta que lo consigues. Gracias a eso, he llegado hasta donde he llegado.
P: ¿Qué momentos deportivos que ha podido contar a sus oyentes le han emocionado más?
R: Aquí tengo que barrer para casa. Para bien recuerdo el día que el Deportivo ganó la Liga, su única Liga. Fue un momento mágico, la explosión de una ciudad entera. Para mal, sin duda el penalti fallado por Djukic. Nunca lo podré olvidar. También me acuerdo especialmente del Mundial que ganó España, porque para mí fue un momento agridulce. Cuando terminó el partido, yo sabía que era el último programa que iba a hacer en la SER y no me dejaron despedirme. En vez de estar con todos celebrando, me subí a la azotea y comencé a llorar como un niño pequeño porque sabía que ese momento era el punto final a 37 años de mi vida.
P: Hábleme de ese paso de la SER a la Cope, que fue en su momento un tremendo shock para la radio del país
R: Ha sido la decisión más dura que he tomado. La SER era el Real Madrid y yo allí tenía todo hecho y era como un dios. En cambio la COPE era un equipo de media tabla. Dar ese salto hacia abajo era muy complicado. Ahí dejé de lado lo racional y seguí el impulso de mi corazón. Pero Paco (González) es mi amigo y sentí que tenía que ir con él. Pensé que Paco me necesitaba y que él me necesitaba a mí. Con todo el dolor de mi corazón tomé esa decisión, pero de la que nunca me he arrepentido.
P: Hoy visita Zaragoza. ¿Qué experiencias ha vivido en esta ciudad y en Aragón en general?
P: Recuerdo mucho un programa especial que hicimos Iñaki Gabilondo, Joaquín Prat y yo, que vinimos en las Fiestas del Pilar. Pasamos unos días increíbles en Zaragoza. Tengo amigos por aquí y he vuelto muchas veces. Vine a la Expo también. Además, mi hermano Carlos vive en Aragón, en Sabiñánigo y Huesca también me gusta mucho. Aragón es una tierra maravillosa. Una tierra que tiene el Pilar y tiene la jota, que me encanta, tiene que ser una tierra divina.
«Una tierra que tiene el Pilar y tiene la jota tiene que ser divina»
P: Imagino que estará al tanto de la actual situación del Real Zaragoza…
R: Por supuesto. Me recuerda mucho al Deportivo. El Zaragoza lo que necesita es que lo compre alguien que ame el equipo y la ciudad por encima del dinero. Entiendo que los que invierten en fútbol quieren rentabilizar la inversión, pero hasta que no llegue una persona que piense así y cambie mucho las cosas el Zaragoza seguirá donde está.
P: Eso es lo que piden los seguidores del equipo, que no paran de protestar por la marcha del club.
R: Ojalá se solucionen pronto las cosas. Es que la afición zaragocista no puede olvidar que han sido un equipo ganador de Copas, que casi ganan la Liga. El Zaragoza es un equipo grande que ahora está en Segunda, pero espero que pueda subir pronto porque tanto la ciudad como la afición son de Primera.
«La Recopa es un recuerdo imborrable. Todavía me acuerdo del brinco y el grito que pegamos con el gol de Nayim»
P: ¿Qué momento recuerda con más cariño de la historia del Zaragoza?
R: La Recopa. Yo estaba en París. No pude entrar al campo porque solo pudieron entrar los que narraban el partido. Estábamos en el hotel José Ramón de la Morena y yo y me acuerdo que pegamos un salto y un grito tremendo cuando marcó Nayim ese gol imposible. Él dice que lo hizo a propósito aunque yo no me lo acabo de creer… (ríe). Le dedicamos el programa íntegro de El Larguero. Lo pasamos ese día en grande, es un recuerdo imborrable.
P: ¿Cómo ha vivido la pandemia? Fue uno de los primeros españoles en coger el virus…
R: El día que cerraron el país yo estaba en una comida en Segovia y de esa comida caímos varios. Lo pasé muy mal, creí que me moría. Me quedé sin voz durante casi un mes. Estaba acojonado porque pensé que no iba a poder a volver a hablar, que es como me gano la vida. Pero poco a poco lo recuperé. Ahora pienso que debemos seguir viviendo. Yo soy partidario de quitar todas las restricciones.
P: En una trayectoria tan exitosa como la suya, ¿le queda alguna espinita clavada o algo que le hubiera gustado hacer y no ha podido?
R: Un programa de noche. La noche se presta mucho al tú a tú, al intimismo y me hubiera encantado poder hacerlo alguna vez, pero con los horarios que he llevado siempre me ha sido imposible compatibilizarlo. Creo que va a ser el único sueño que no voy a poder cumplir.
P: Para acabar, el título de su libro es una declaración de intenciones. ¿No se piensa jubilar?
R: No, no… ¡A no ser que me retiren, claro! Estaré hasta que me dure la pasión y de momento no se me ha acabado.