¿Alguna vez has intentado conciliar y razonar con un compañero de trabajo, pero has acabado a gritos en medio de la oficina? ¿Has salido de una reunión pensando que estás perdiendo el tiempo? O, lo que es peor, a veces un cliente no te comprende por más que le expliques algo con precisión. Es normal: todos somos diferentes y no siempre nos entendemos. Pero, si prestas atención, descubrirás hasta qué punto esto es así.

Thomas Erikson, especialista en interpretación de patrones de comportamiento y análisis de personalidad, ofrece en su libro Rodeados de idiotas, precedido de su gran éxito internacional con más de 10 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, pautas y herramientas efectivas para entender y adaptarse a los estilos comunicativos que nos rodean teniendo presente cómo somos. Nuestra personalidad juega un rol fundamental.

El comportamiento rojo identifica a los líderes naturales que asumen el control de la situación. Son rápidos, ambiciosos, efectivos y competitivos. Mientras que el verde, el tipo de comportamiento más común, se caracteriza por la simpatía, amabilidad, empatía, indecisión y dependencia. Por otro lado, reconocer a una persona amarilla es fácil. Está continuamente hablando, puede ser graciosa, creativa y crea un buen ambiente en el trabajo, aunque muestre una actitud egocéntrica e indisciplinada. Y los azules presumen de un pensamiento lógico y racional, así como tranquilidad, sensatez e inflexibilidad.

«Somos más bien una combinación de dos colores y sólo el 5% es de un color. Aunque tengamos la capacidad para todos los colores, normalmente hay un color dominante», explica una entrevista el experto en comportamiento con más de veinte años de experiencia a El Periódico de España.

El experto en lenguaje, Thomas Erikson, en la presentación del libro ‘Rodeados de idiotas’. CARLOS RUIZ B. K.


Los colores del parchís en el ámbito laboral

Construir equipos eficientes y creativos no es una tarea nada fácil. Y ningún grupo de trabajo debería estar formado únicamente por individuos de un mismo color. «La diversidad es la única vía posible y lo mejor a la hora de constituir un equipo es mezclar distintos tipos de personas», manifiesta el experto sueco en lenguaje corporal. Así, es la única forma de conseguir una dinámica de equipo decente.

De hecho, gran parte de las empresas coinciden y cometen este error muy común, ya que tienden a contratar a trabajadores afines porque son como ellos y se entienden en mayor medida. «Todos tenemos un sesgo». Por eso, los directivos incorporan en su equipo a personas con las que congenian porque se piensan que van a encajar mejor con el equipo. Amarillos con amarillos o azules con azules. Pero, no es la forma más inteligente. Erikson recomienda contratar perfiles diversos y con perspectivas diferentes de ver las cosas. Es mejor «contratar una combinación de colores que permita partir con un equipo sólido», ha indicado el especialista en patrones de comportamiento. Además, entre los apuntes del autor, está la teoría de que el director de RRHH no debería contratar a los trabajadores del equipo de ventas, por ejemplo, sino que «debería ser el líder del equipo quien contrate a su equipo».

Y esto lo aprendió bien el autor cuando tenía 25 años porque empezó a darse cuenta de que la gente era diferente y tras haber tenido una mala experiencia en su primer puesto de directivo y verse obligado a abandonar se realizó un test de personalidad para conocer la evaluación percibida por el resto: «No tuve que cambiar quién era, sino cómo actuaba. Entrenarte para entenderte es mucho más fácil para entender a otras personas y conocer todo tipo de comportamientos».

¿Cómo de importante es encajar en el equipo?

No sólo sirve conocer qué es lo que piensan de ti, es decir, saber cuál es la percepción que tienen sobre tu personalidad o conducta, sino también el autoconocimiento. Identificar cuál es nuestra personalidad, según la clasificación por colores, puede ser determinante para adaptarnos a un contexto. No podemos cambiar el color, porque, según el experto, «somos como somos debido a nuestro ADN» y a nuestra educación y desarrollo en la infancia. «Después de los 4 años los padres dejan de ser el factor principal, es sorprendente psicológicamente», ha confesado a este medio el especializado en coaching.

Por tanto, si la personalidad está establecida y hay un buen motivo puedes cambiar cómo te muestras en un momento determinado, pero «no puedes ir en contra de tu personalidad». Por ejemplo, un azul antes de enviar un correo electrónico a los responsables revisa cualquier archivo adjunto, como puede ser un Excel, y comprueba que todos los cálculos sean correctos, a pesar de haber utilizado una calculadora. Así actuaría una persona metódica y con tendencia al perfeccionismo que hará todo lo posible por repasarlo hasta tres veces.

¿Por qué lo hace? Una persona del grupo rojo diría que es un «completo inútil». Un amarillo se morirá de la risa y, en cambio, un azul lo entenderá de inmediato, porque pensará en la posibilidad teórica de que haya errores en el Excel. Puede intentar no revisarlo tantas veces, pero al final su forma de ser le forzará al repaso y a poner el foco en los pequeños detalles como Bill Gates o Albert Einstein que utilizaban su naturaleza minuciosa para llegar al éxito.

El experto en lenguaje, Thomas Erikson, en la presentación del libro ‘Rodeados de idiotas’. CARLOS RUIZ B. K.


Otro caso, influenciado por el método DISC aplicado en las empresas para mejorar la productividad laboral, se basa en la comunicación. Pongamos el caso de que al estar la personalidad establecida no se puede luchar contra la biología, pero si hay una buena razón es posible cambiar el cómo te muestras. Si en una reunión la persona responsable del departamento se comunica de una manera franca y directa, como puede ser una persona de comportamiento rojo, puede significar que el tono es más agresivo que pacífico, en cambio es su manera de expresarse. Pueden intentar mostrar una conducta más sosegada y tranquila, pero sólo por un tiempo limitado, mientras no dañe y tampoco genere un estrés extra en el trabajo. «No podemos cambiar el color, pero sí adaptarlo a un contexto», ha concluido Erikson en el análisis del gran fenómeno internacional Rodeado de idiotas.