Si pensamos en acné, seguramente imaginamos a un adolescente con la cara llena de granitos, como resultado de esa etapa de la vida donde las ‘hormonas están revolucionadas‘.

Y la mayoría estaríamos bastante convencidos de que una vez que ese oleaje hormonal se ha estabilizado por fin, con la entrada de la edad adulta, el acné termina por desaparecer…

¿O no?

Acné en adultos, una sorprendente realidad

En los últimos años, expertos como el doctor José Luis Galán Sánchez, del Servicio de Dermatología en el Hospital Universitario Infanta Leonor, han observado un aumento de consultas dermatológicas por esta afección cutánea.

Pero no se trata de un incremento en adolescentes —cómo es lo normal—, sino en adultos. Sobre todo en mujeres adultas, quienes presentan un acné persistente.

  • «Todavía no sabemos si es porque ahora se preocupan más por este acné, si es debido a un aumento de problemas endocrinos, si es consecuencia del uso de anticonceptivos que pueden empeorarlo o si es por un mayor uso de cosméticos», enumera Galán.

«La cuestión —añade— es que están aumentando y afectan a nivel psicológico. Sobre todo si estamos en una sociedad de redes sociales donde no se permite tener ni un sólo granito«.

Aunque se trata de una afección más bien habitual en varones en edad puberal, la Academia Española de Dermatológica y Venereología (AEDV) apunta a que la prevalencia del acné en los adultos ha alcanzado:

  • Un 3% en varones.
  • Un 11-12 % en mujeres.

¿Qué es el acné y por qué se da?

En dermatología se suele definir el acné como una enfermedad inflamatoria crónica que afecta a la unidad pilosebácea (el pelo y la glándula sebácea se encuentran conectados).

Tal y como detalla el experto, esta lesión acneiforme es más común en varones adolescentes debido al aumento de los niveles de testosterona, que es uno de los principales factores causales.

La prevalencia del acné en los adultos ha alcanzado el 3% en varones y el 11-12 % en mujeres

Academia Española de Dermatológica y Venereología

Sin embargo, ¿por qué aparece en mujeres, si predominan los estrógenos (hormonas femeninas) y no los andrógenos (hormonas masculinas entre las que se encuentra la testosterona)?

  • Pues bien, cuando los ovarios de una mujer lanzan hormonas femeninas, éstas se convierten en masculinas a la hora de actuar como grasa en la piel.

Es por ello, explica Galán, por lo que uno de los momentos más comunes en que las mujeres pueden presenciar un brote de acné es en los ciclos menstruales.

Es especialmente en ese momento cuando las hormonas se disparan y se pueden experimentar brotes acnéicos.

Los ciclos menstruales pueden provocar brotes de acné en mujeres adultas Freepik


Formación de un grano, en 3 pasos

El experto en dermatología deja un mensaje claro: el acné, tenga el origen que tenga, siempre va a ser el mismo.

«No existe el acné hormonal. Puede que aparezca con un desajuste hormonal, pero el grano no será diferente por ello. Será un síntoma de otras enfermedades», puntualiza.

Y la formación de un grano sigue estas tres fases:

  1. Se produce una mayor producción de sebo (sustancia aceitosa compuesta por lípidos, ceras y grasa). Muchas veces es debido a un aumento de hormona masculina en sangre, como ocurre en la adolescencia.
  2. Se genera un taponamiento de queratina o córneos del conducto por el que normalmente se evacúa esta grasa. «Estas obstrucciones y retenciones de sebo son el caldo de cultivo ideal para que ciertas bacterias, como la Cutibacterium acnes, acudan a colonizar la zona y proliferen».
  3. Se produce un estado de inflamación en todo el tejido de alrededor de la unidad pilosebácea.

Cuanto menos se toquen, antes desaparecen

En la mayoría de las ocasiones podemos toparnos con un acné inflamado, de punta blanca y doloroso. Un tipo de acné que, para muchos, es irresistible apretar y reventar.

No obstante, Galán apunta a que es muy importante no tocar estas lesiones cutáneas, puesto que desaparecen solas.

Es más, aunque pueda parecer una frase propia de los mayores, el experto la confirma: cuanto menos se toquen, más rápido desaparecen.

Y es que el acné deja marcas que se hacen más grandes si se termina manipulando.

Cuanto menos se toquen los granos, más rápido desaparecen

Ahora bien, ¿cómo se distinguen estos 5 tipos de lesiones?

Son protuberancias pequeñas, blancas, oscuras o de color carne que dan a la piel una textura áspera. Algunas de las zonas en las que más se suelen presentar son el mentón y en la frente.

Elevaciones o lesiones de la superficie de la piel, con contenido sólido y bordes bien definidos, y de menos de un centímetro de diámetro. No presentan pus.

Son pápulas con pus en la punta.

Se trata de granos rojos de más de 5 mm de diámetro.

Se caracterizan por ser grandes, profundos, dolorosos y llenos de pus, o por ser granos quísticos.

Cuánto menos se manipule el ancé, antes desaparece Pexels


Acné facial, pero también corporal

No. Hablar de acné no sólo abarca el rostro. La piel es el órgano más grande que tenemos, se extiende por todo el cuerpo y, con él, el acné.

  • «Hay unidades pilosebáceas repartidas por todo el cuerpo, como la espalda o el escote».

Pero cabe recordar, según Galán, que no todo el cuerpo tiene el mismo tipo de piel. Esto se debe a una cuestión de supervivencia.

«La piel de los pies, por ejemplo, es más dura y áspera ya que debe soportar grandes pesos y roces. Al contrario de lo que puede pasar en la cara», ejemplifica este dermatólogo.

  • De hecho, la piel de la cara tiene una mayor concentración de glándulas sebáceas en comparación con otras zonas, por lo que es lógico que se suela ver afectada en mayor medida por el acné.

La piel se extiende a lo largo de todo el cuerpo y, con él, el acné. Freepik


Omega-3 y antioxidantes, grandes aliados

A pesar de que el tratamiento es complejo y personalizado, Galan detalla algunos hábitos con los que podemos mermar la aparición del acné en nuestro cuerpo y rostro. Empezando por la dieta.

«Una dieta rica en ácidos grasos Omega-3 y en antioxidantes, y baja en carbohidratos, podría ayudar a que aparezca menos acné».

  • Alimentos ricos en Omega-3: verduras de hoja verde, aguacate, marisco, frutos secos, pescado azul, aceite de oliva y aceites vegetales (como aceite de soja o de maíz).
  • Alimentos ricos en antioxidantes: brócoli, arándanos, zanahoria, tomate, uva, té verde, cacao puro, pimiento rojo y almendras, entre otros.

A ello se le suma evitar los productos tópicos muy oleosos y priorizar los cosméticos oil free y anti comedogénicos (que están formulados para evitar el exceso de producción de sebo y no obstruir los poros).

Este experto también recomienda evitar, en lo posible, la toma de ciertos fármacos que pueden producir o empeorar los cuadros acnéicos, como los anticonceptivos, hormonas o los antidepresivos.

Para ello, es recomendable, antes de dejarlos, que un especialista haga un diagnóstico.

Las sardinas son una ecelente fuente de Omega-3 Pixabay


El estrés mantenido, al igual que el tabaco, también puede ser nuestro peor enemigo en términos dermatológicos, además de otros niveles en los que también nos puede afectar.

  • «El acné en adultos no es una patología fácil de prevenir. Cuando existe una clara tendencia a desarrollarlo, es probable que no haya una manera eficaz de evitarlo y que sea necesario acudir al dermatólogo para poder abordar el tratamiento lo más precozmente posible», recuerda el experto. 

Tipos de acné según su grado

El acné se puede clasificar también atendiendo a su severidad, considerándose normalmente cuatro grupos:

  • Acné comedogénico o leve. El paciente presenta especialmente comedones no inflamados.
  • Acné pápulo-pustuloso moderado. Existe presencia de comedones, pero también algunas pápulas y/o pústulas.
  • Acné pápulo-pustuloso grave. Se presentan múltiples pápulas y/o pústulas combinadas con nódulos.
  • Acné nódulo-quístico o muy grave: múltiples nódulos y quistes, lesiones más grandes y más profundas, con gran componente inflamatorio.

Asimismo, existen también otros muchos tipos de acné diferentes a los mencionados, más específicos y menos habituales, que corresponden a entidades más complejas:

  • Acné conglobata. Presenta comedones, nódulos quísticos, fístulas y abscesos, que dan lugar a cicatrices deformantes.
  • Acné fúlminans. Suele presentarse como un brote agudo de pústulas hemorrágicas dolorosas y ulceración, con relación o no con síntomas sistémicos.
  • Acné secundario a fármacos.

Y un largo etécera.

El acné es propio de varones puberales por su relación con los picos de testosterona. Freepik


Algunos inflamados y otros más inadvertidos

Al igual que hablamos de acné inflamado por la colonización de bacterias, también hablamos de no inflamados.

El estrés mantenido, el tabaco, los fármacos, los cosméticos oleosos y la dieta, son factores que pueden incluir en la aparición del acné

En función de la predisposición individual y de la predominancia de alguno de los mecanismos causales anteriormente mencionados, se puede hablar de dos grandes grupos:

Lesiones no inflamatorias en las que predomina el componente retencional (puntos negros)

Son los comedones abiertos, comúnmente conocidos como “puntos negros”. Según Galán, se trata de un aumento de tamaño de la glándula, en el que se aprecia la dilatación del orificio folicular y un material negruzco en su interior.

Lesiones en las que predomina el componente inflamatorio

Se pueden formar comedones cerrados, pústulas, pápulas, nódulos y quistes.

Estas lesiones son más severas, más llamativas, duelen más y tienen mayor tendencia a dejar cicatrices. De modo que, más que hablar de lesiones Infectadas .vs. No Infectadas” el experto apunta a que lo correcto sería hablar de lesiones «Inflamadas .vs. No inflamadas».

Tratamientos farmacológicos

El especialista precisa que existen «numerosísimos» tratamientos para el acné, pero lo más importante es que esté personalizado.

Para eso, es necesario acudir a un experto a que determine qué acné existe y cuál es la mejor manera de tratarlo.

Los tipo de acné más comunes, según su severidad, son los leves y moderados

Entre las opciones de tratamiento tenemos:

  • Tratamientos tópicos. Retinoides, peróxico de benzoilo, alfa-hidroxiácidos, antibióticos tópicos… Se utilizan en las formas leves.
  • Tratamientos orales. Antibióticos orales, anticonceptivos orales, isotretioníona oral… Se utilizan en las más severas.

«Aun así, es muy frecuente terminar utilizando una combinación de tratamientos tópicos y orales, y con diferentes principios activos», especifica el experto.

Por ejemplo, este dermatólogo habla de que los orales también se suelen dar para tratar la zona de la espalda, un sitio poco accesible. De esta forma se asegura que el tratamiento llegue correctamente.

El tipo de tratamiento debe elegirse en función de:

  • La gravedad
  • La localización afectada (cara, espalda…)
  • La extensión
  • El tipo de lesiones (inflamatorias o no inflamatorias), etc.

«Por eso hay que acudir a un especialista«, concluye Galan.