Nunca antes el color rojizo de las tomateras habían coloreado el paisaje boscoso de La Almoraima, una de las fincas de carácter forestal más extensas de España, con 14.113 hectáreas de extensión, situada en el corazón del Parque Natural de los Alcornocales, a 119 kilómetros al este de Cádiz. Ahora, por primera vez en la historia de esas tierras, se han extraído tres millones de kilos de tomates destinados a la elaboración del ketchup de la reconocida marca estadounidense Heinz. Una finca que, además, quiso comprar el marido de Salma Hayek. 

Un hito que no hubiera sido posible sin la labor de Emilio Romero, el director general de la finca, quien cuenta con orgullo a EL ESPAÑOL cómo se inició en el que ha sido uno de sus grandes éxitos al mando de este latifundio propiedad del Estado. “Una empresa de Los Palacios (Sevilla) se puso en contacto con nosotros para que nos encargásemos de la plantación de los tomates para Heinz. Para nosotros ha supuesto un reto muy importante ya que los tomates son un tipo de cultivo desconocido que no se había plantado nunca en la zona”.

Los agricultores de La Almoraima, grandes cultivadores de trigo y algodón, siempre habían advertido que plantar tomates en este lugar era una labor cuanto menos complicada. Aún así, Emilio decidió asumir el riesgo y puso en marcha el proyecto. “No sabíamos lo que iba a pasar, pero teníamos muchas esperanzas e ilusión que yo, de forma personal, quise transmitir al equipo ya que creía que lo íbamos a conseguir”, cuenta.

Pero si hay un factor diferencial que ha hecho posible que se haya conseguido el objetivo ha sido el agua. Y es que, a diferencia de muchas regiones de España que enfrentan sequías recurrentes, la zona del Campo de Gibraltar, donde se encuentra La Almoraima, a pesar de que el tipo de tierra no acompañe al desarrollo de este tipo de cultivos, sí que es una zona que goza de un suministro de agua adecuado.

Según Emilio Romero, «los embalses están en torno al 68% de capacidad», lo que ha brindado a los agricultores los recursos necesarios para la plantación, durante un periodo de cuatro meses, de las tres mil toneladas de tomates. “El tomate, siendo una hortícola, es una de las cosechas más sedientas y exigentes en términos de agua. En muchas áreas rurales de España, la sequía limita los riegos y dificulta el cultivo de plantas que requieren grandes cantidades de agua”, apunta.


Emilio Romero, director general de La Almoraima.

Así, gracias a un sistema de cultivo digitalizado que utiliza riego por goteo, más eficiente y ecológico en comparación con el riego por aspersión, ya que asegura que cada gota de agua sea absorbida por las plantas y evitar así el desperdicio de agua, se ha podido conseguir el objetivo. “Este sistema ha sido un punto a nuestro favor para obtener estos tomates, hemos mostrado nuestro compromiso con el medio ambiente y la conservación del agua, lo que fue una de las razones clave para elegir este tipo de producción”, explica.

Un proyecto costoso, sobre todo por la inversión en infraestructura, personal, tratamiento, agua y electricidad, que ha acarreado aproximadamente la mitad de los ingresos generados, alrededor de 300.000 euros de ingresos. “Nos jugábamos mucho dinero, esto no es un trigo o un cereal, que es un cultivo barato de producir, sino que el tomate es caro y la única rentabilidad se obtiene a partir de una buena cosecha de 60.000 kilos la hectárea, como la que hemos obtenido”, cuenta Romero.

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En cuestión de cifras, de las 475 hectáreas de secano y 245 de regadío que hay en La Almoraima, se han dedicado unas 24 a la plantación del tomate. “Hemos entregado una producción por hectárea de alrededor de 115.000 kilos, lo que se traduce en unos beneficios netos de 150.000 euros”, apunta.

Beneficios que parecen haber consolidado la relación comercial con Heinz, a través de la empresa sevillana, lo que abre la puerta a futuras colaboraciones. “Aún siendo noveles hemos estado por encima de la media del producto entregado. Ellos tienen intención de continuar el acuerdo y por nuestra parte también estaríamos dispuestos ya que hemos obtenido un buen beneficio”. Aún así, Emilio quiere ser prudente, ya que “la agricultura es muy caprichosa y está sujeta al clima del momento o a posibles plagas”, dice.

Expropiación de Rumasa

Este proyecto ha sido una muestra más de la apuesta del Ministerio para la Transición Ecológica, quien, en el año 2021, invirtió 25 millones de euros para revitalizar la finca a lo largo de un plan de eficiencia energética que se extendería por cinco años. «Ahora hemos alcanzado el punto intermedio de este ambicioso proyecto, y los resultados son evidentes. La Almoraima se está reinventando como un oasis de sostenibilidad, biodiversidad y cultura, mientras sigue siendo un destino turístico de primer nivel», cuenta su director.

Emilio Romero, director general de La Almoraima.


Emilio Romero, director general de La Almoraima.

Marcos Moreno

EL ESPAÑOL

La Almoraima es conocida como «la última selva mediterránea», y no es difícil entender por qué. Esta finca abarca una extensa área de naturaleza virgen, donde la biodiversidad florece en su máxima expresión. Uno de los aspectos más notables de este proyecto de recuperación es la restauración de las estructuras vitales de la finca, como los caminos, las alambradas y las edificaciones. Esto no solo facilita el acceso a la finca, sino que también contribuye a la conservación de su belleza natural. El proyecto también se centra en la revitalización de los sectores forestal, agrícola y ganadero, preservando razas autóctonas, lo cual supone una mejora de la economía local.

Además, la finca tiene una rica historia, y se está llevando a cabo un proyecto arqueológico en colaboración con la Universidad de Cádiz para identificar y preservar elementos históricos, como tumbas antropomórficas y calzadas romanas. La emblemática torre de La Almoraima, que da nombre a la finca, también está siendo restaurada para garantizar su preservación como parte del patrimonio cultural de la región.

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Sin embargo, durante décadas, La Almoraima estuvo en manos privadas, primero como propiedad de la Casa Ducal de Medinaceli y luego bajo la influencia de la familia Ruiz Mateos. El Duque de Medinaceli convirtió la finca en uno de los cotos de caza mayor más prestigiosos de España. Aquí, nobles, influyentes financieros y militares de renombre se reunían en los lujosos salones de la Casa-Convento. Participaban en monterías anuales en los densos bosques y se entregaban a fastuosas fiestas que atraían a lo más selecto de la aristocracia española e inglesa. La Almoraima era sinónimo de exclusividad y elegancia.

En 1983, un hito histórico marcó el destino de la finca. El Consejo de Ministros presidido por Felipe González, quien anteriormente había recuperado la dehesa La Boyal para Castellar como abogado, decidió expropiar la finca a Rumasa. Este movimiento marcó un cambio significativo, ya que la finca pasó a formar parte del patrimonio del Estado, poniendo fin a décadas de propiedad privada.

La ‘compra’ de Salma Hayek 

Pero 31 años después, en abril de 2014, La Almoraima se convirtió en el epicentro de una disputa que involucró a algunas de las fortunas más destacadas del mundo. Entre ellos, la del marido de la actriz hollywoodiense Salma Hayek, François Henri Pinault, quien sucumbió al encanto de esta propiedad y expresó un profundo interés en su compra, cuya oferta oscilaba entre los 220 y 250 millones de euros.

La historia comenzó cuando el Estado español puso La Almoraima en venta mediante un Real Decreto, como parte de un esfuerzo para apoyar a las Cajas de Ahorro en medio de la crisis económica. Entonces, Hayek y su marido aprovecharon para visitar la finca en helicóptero, advirtiendo de su enorme interés por comprarla. Durante la visita, la misma Salma Hayek actuó como intérprete para su esposo.

Esto llevó a especulaciones sobre si la compra de La Almoraima podría tener fines especulativos. François Pinault, propietario de marcas como Gucci, Balenciaga o Yves Saint Laurent, no fue bien recibido por organizaciones ecologistas como Cooperación Alternativa y Agaden, quienes se alzaron contra cualquier posible expolio de este patrimonio público y la instrumentalización política de su venta. Así, iniciaron una campaña para proteger la finca y expresaron su preocupación por el futuro de La Almoraima en manos de empresas con intereses variados.

Emilio Romero, director general de La Almoraima.


Emilio Romero, director general de La Almoraima.

Marcos Moreno

EL ESPAÑOL

Asimismo, durante el mandato de Isabel García Tejerina como Ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente en el gobierno de Mariano Rajoy, surgieron al menos doce propuestas por parte de grandes fortunas de todo el mundo, desde Corea hasta Abu Dabi y México (incluyendo la del marido de Salma Hayek) para privatizar la finca y desarrollar un amplio complejo urbanístico en el lugar.

Isabel Ugalde, ex diputada del Partido Popular que ostentó el cargo de directora de La Almoraima entre 2012 y 2018, fue acusada de actuar en favor de promotores urbanísticos y empresas interesadas en adquirir la finca en lugar de proteger el interés público, lo cual generó fuertes críticas por parte de los ecologistas y la comunidad local, quienes pidieron su dimisión.

En septiembre de 2017, debido a la presión ejercida por Ecologistas en Acción, la Junta de Andalucía aprobó el Decreto 150/2017, que amplió el Parque Natural Los Alcornocales para incluir La Almoraima, bloqueando así su venta. Sin embargo, Ugalde interpuso un recurso contra este decreto. Finalmente, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) rechazó el recurso presentado por la directora de la finca, respaldando la ampliación del parque natural y poniendo fin a la amenaza urbanística.

El guardián de La Almoraima

Hoy, La Almoraima es un ejemplo de gestión sostenible y conservación. Por ello, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico defiende que La Almoraima sea gestionada con “criterios rigurosos de conservación y producción sostenible”. En ese sentido, Emilio Romero ha jugado un papel fundamental como guardián de la finca, preservando sus intereses medioambientales y ecológicos con pasión y determinación. Su experiencia y visión han sido fundamentales para el éxito de La Almoraima como un ejemplo de conservación y sostenibilidad en España.

Proveniente de su Cáceres natal, Emilio recaló en La Almoraima por primera vez en 2003 como un técnico designado por el Ministerio de Agricultura de Transición Ecológica para desarrollar un proyecto. En ese momento, no estaba familiarizado con la finca y su riqueza natural. Sin embargo, durante los años que pasó aquí, Emilio se enamoró del lugar.

Tras años de trabajo, ya en 2008, se le ofreció el cargo de director por primera vez, una posición que ocupó hasta 2012, momento en el que decidió alejarse temporalmente para perseguir otros proyectos personales. Sin embargo, su compromiso con La Almoraima nunca flaqueó y, en 2020, regresó para asumir nuevamente el papel de director general.

“Había perdido la ingenuidad y los miedos que había experimentado en mi primer mandato, y estaba más comprometido que nunca en dar a La Almoraima lo que se merece. Mi objetivo era desarrollar un proyecto transversal que aprovechara plenamente el potencial de la finca, aprovechando sus recursos naturales de manera sostenible”, expresa.

En la actualidad, La Almoraima brilla como un faro de gestión sostenible y conservación en España. Bajo la dirección de Emilio Romero, la finca se ha transformado en un lugar donde los procesos ecológicos se restauran, las áreas forestales degradadas se recuperan y la biodiversidad florece. Con un futuro prometedor por delante, La Almoraima continúa siendo un tesoro natural que nos recuerda la importancia de cuidar nuestro planeta para las generaciones futuras.