Fue en julio cuando a Carmen Fernández (Cangas, Galicia, 1980) se le notificó la reincorporación al trabajo tras un prolongado periodo de baja médica por motivos psicológicos. Superó el psicotécnico esta vez –en 2022 había sido considerada apta pero con limitaciones, sin poder navegar– y embarcó en el buque oceanográfico García del Cid, adscrito a la flota del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Era camarera. Casada y con tres hijos menores, en el año 2018 presentó una demanda por acoso sexual contra un compañero de trabajo, tripulante del mismo barco. Este procedimiento judicial –cursado en el juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Marín– fue retirado en el mes de junio de 2020 tras un acuerdo entre ambas partes, como consta en la documentación a la que ha tenido acceso Faro de Vigo, de Prensa Ibérica.
La mujer, con todo, requirió igualmente a la institución la adopción de “medidas para no coincidir con esta persona”, indican fuentes de su entorno. “No contestaron”. También solicitó “un cambio de destino”, que no se materializó. “Le dijeron que no existía esa posibilidad”. El CSIC, dependiente del Ministerio de Ciencia, ha emplazado cualquier comunicación sobre este caso a la Guardia Civil, encargada de las pesquisas.
“Algo pasó esos días, estaba animada y no tomaba medicación”, defiende su familia
Carmen Fernández embarcó finalmente el 4 de septiembre en el García del Cid. El domingo día 10 ya no estaba en su camarote sobre las 8:00 de la mañana, cuando se notificó su desaparición a Salvamento Marítimo y cuando la embarcación, de 37 metros de eslora, estaba a unas 20 millas de la costa valenciana. Son tres hipótesis las que maneja el instituto armado: que se precipitara voluntariamente, de manera inducida o un homicidio. En ese momento, según pudo confirmar este periódico en distintas fuentes conocedoras de la investigación, el varón al que había denunciado por acoso no se encontraba en el García del Cid. Desde el entorno de la familia, por otra parte, inciden en que ambos “coincidieron” en los últimos días, si bien desconocen si fue a bordo del oceanográfico o en el puerto de Valencia.
“Quería ir pero sin tener que verlo porque temía sufrir una recaída”
“Estaba muy animada. Queremos que siga la investigación y, si fue un suicidio, cuál fue el desencadenante”, explica el abogado de la familia. La Guardia Civil, abunda, indaga si la desaparición de esta mujer, que llevaba cinco años asignada a este barco del CSIC, guarda alguna relación con la denuncia previa por acoso. “Ella mostró su disposición a embarcar, pero quería saber qué medidas había adoptado [en referencia a esta institución, dependiente del Ministerio de Ciencia] para no coincidir con esa persona. No le contestaron. Quería ir pero sin tener que verlo porque temía sufrir una recaída”. Uno de los puntos del protocolo del CSIC de intervención en casos de denuncias por abuso prevé el traslado de personal, como ayer detalló Faro de Vigo, de Prensa Ibérica. “La Comisión frente al acoso sexual podrá proponer motivadamente la posible movilidad de las personas afectadas, y cuantas otras medidas cautelares estime adecuadas, con el fin de evitarles mayores perjuicios”, reza. En la libreta que se encontró en su camarote, siempre según este abogado, habría relatado una reciente sensación de extrema ansiedad. La familia reitera que su último escrito no fue una nota de suicidio.
La demanda
El caso promovido por Carmen Fernández contra el otro tripulante del García del Cid fue sobreseído por la magistrada Eva Ferreiro después de que la mujer y este compañero hubiesen llegado a un acuerdo de conformidad. “Ambas partes consideran que se ha producido un malentendido debido a la situación de salud y personal [de Carmen] y es su deseo solucionar el presente procedimiento extrajudicialmente”. El varón –prosigue el escrito– “procederá a pedir disculpas por escrito […] en todo aquello que pudiera ser malinterpretado por ésta si con ello pudiera haberle molestado”. Este trabajador se comprometió asimismo “a no comunicarse y tratar de evitar todo contacto voluntario” con la mujer, y “en la medida de sus posibilidades facilitará la reincorporación a su puesto de trabajo en relación con el resto de la tripulación del buque García del Cid”.
Este mismo acuerdo extrajudicial recoge una garantía del demandado de no emprender acciones legales contra la desaparecida.