El sector servicios de la zona euro ha demostrado ser resistente en el primer semestre del año. Sin embargo, «esto está empezando a desmoronarse», señalan los expertos de Rabobank, que vaticinan que la eurozona ha entrado en recesión técnica en el segundo semestre. «Vemos poco margen para una aceleración en los próximos trimestres», dicen.

Además de la desaceleración del sector manufacturero, el sector de servicios también se contraerá ligeramente.

Como explican, desde mediados de 2022, la actividad manufacturera europea ha sido débil. «Esto se debe en parte a una reversión de la producción por encima de la tendencia en los trimestres anteriores. Pero también es el resultado de una menor demanda global y, por supuesto, de factores externos como la crisis energética«.

Además de esto, creen que, hasta la fecha, el endurecimiento de las políticas ha tenido un impacto mayor en el sector manufacturero que en el de servicios. «Los tipos de interés más altos son más dolorosos, dada la intensidad de capital del sector, pero la demanda de bienes manufactureros también se ve afectada a medida que cae el gasto en inversión. Teniendo en cuenta los largos retrasos en el mecanismo de transmisión, se debería esperar un mayor impacto», añaden.

Por su parte, el sector servicios, que hasta ahora había demostrado resistir mejor, «está empezando a desmoronarse». Esto ha llevado a los analistas de la entidad a revisar a la baja sus previsiones de crecimiento económico para la zona euro. Aunque matizan que no esperan que la confianza en el sector de servicios caiga tan bajo como lo hizo en el sector manufacturero. «El aumento de los salarios reales debería mantener estable la demanda de servicios y el sector de servicios es menos vulnerable a la desaceleración del crecimiento global», afirman.

Con este escenario, su proyección es que la eurozona se enfrenta a una recesión técnica en la segunda mitad de 2023. A esto se suma una inflación pegajosa. Pese a que en los últimos meses ha caído, en particular la inflación subyacente, el descenso ha sido más lento de lo esperado, lo que está dando dolores de cabeza al Banco Central Europeo (BCE).

«La inflación justifica subida de tipos, pero los indicadores económicos indican que una recesión es inminente. Además, la economía aún no ha absorbido plenamente el ajuste monetario previo. Como resultado, los riesgos de que el BCE ajuste demasiado y cause daños económicos innecesarios son muy reales. Entonces, en esta coyuntura, la pregunta es si el BCE puede mantener la cabeza fría y encontrar el equilibrio adecuado entre un mayor ajuste y el crecimiento económico», exponen los expertos.

Creen que las perspectivas para los precios de los servicios son menos positivas. «El fuerte crecimiento salarial, respaldado por un mercado laboral históricamente ajustado, continúa haciendo subir los precios de los servicios al consumidor. Más preocupante es que el BCE incluso vea alguna evidencia anecdótica de que los trabajadores están basando sus demandas salariales en la inflación reciente, en lugar de en la inflación prospectiva. Esto podría impulsar el crecimiento de los salarios reales, que pronto se volverá positivo e incluso mayor. Como resultado, solo esperamos un ritmo modesto de desinflación para los servicios básicos«.

Así, calculan que la inflación de la zona euro terminará este año en la zona del 5,6% para relajarse hasta el 3,5% en 2024.