La cumbre UE-CELAC (Comunidad de Estados latinoamericanos y caribeños) del pasado mes de junio levantó muchas expectativas y fue un importante punto de arranque. La clave de aquella cita de Bruselas no solo está en lo que se habló y acordó, sino en la voluntad de darle continuidad: la alianza estratégica entre la UE y la CELAC es una apuesta a largo plazo, que debe irse forjando y tomando forma a través de los años, manteniendo vivo el vínculo con reuniones más ejecutivas, periódicas y sectoriales.
América Latina está llamada a jugar un rol protagonista por su condición de potencia agroindustrial, su riqueza en recursos naturales y su importancia para la sostenibilidad mundial
Y una de esas primeras citas para dar contenido y nueva vida a la alianza va a tener lugar este 15 de septiembre en Santiago de Compostela, donde España y el CAF (Banco de desarrollo de América Latina y el Caribe) organizan un encuentro de los 33 ministros de Finanzas de la CELAC y de los 27 de la UE, que representan el 14% de la población mundial y el 21% del PIB global. Las autoridades financieras europeas, latinoamericanas y caribeñas buscarán impulsar las relaciones birregionales en los terrenos comercial, económico, de cooperación y geopolítico.
Es un primer paso para bajar a tierra las acciones que deben sostener la nueva relación transoceánica que se pretende. La cumbre UE-CELAC estableció las líneas generales para una nueva agenda de inversiones –a través del Global Gateway– con 45.000 millones de euros hasta 2027 para promover una agenda de cooperación e inversiones basadas en la transición verde, la transformación digital y el desarrollo humano.
Ahora toca detallar esa apuesta. En Santiago se definirán proyectos de inversión para impulsar la lucha contra el cambio climático, promover las energías renovables, los servicios digitales, la electromovilidad y una forma más estratégica y sostenible de aprovechar los recursos naturales para alcanzar un desarrollo económico y social inclusivo.
A los ministros de Finanzas les toca identificar proyectos en toda América Latina y el Caribe donde las instituciones europeas puedan participar, junto con instituciones financieras multilaterales, en proyectos de inversión con carácter transnacional para favorecer la integración de las economías del continente.
Es, por lo tanto, una apuesta múltiple. En primer lugar, geopolítica para forjar una alianza UE-CELAC que busca además el mutuo desarrollo económico. Lo ha explicado muy claramente Sergio Díaz-Granados, presidente ejecutivo de CAF, para quien la primera reunión de ministros de Economía y Finanzas “deberá ayudar a que las dos regiones afronten los grandes desafíos globales como la transición verde, la reactivación económica o la transformación digital. Este trabajo conjunto nos ayudará a encontrar soluciones innovadoras, nuevos mecanismos de financiación y más oportunidades de integración entre las dos regiones”.
En segundo lugar, es una apuesta con una gran vocación social. La clave es que la región consiga un desarrollo económico sostenible medioambiental y socialmente, basado en la innovación y las nuevas tecnologías para vincular a los países latinoamericanos a la cuarta revolución industrial. Una vocación social que se traduce en invertir en capital humano (educación, digitalización, formalización laboral, igualdad de género y políticas conducentes a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible) y en el medio ambiente.
Grandes inversiones
Durante el encuentro de Bruselas, se anunciaron inversiones europeas y se presentó un listado de 136 proyectos preidentificados por las instituciones financieras presentes en América Latina y el Caribe y priorizados por la UE. Más allá de los objetivos geopolíticos, diplomáticos y económicos, se trata de proyectos que mejorarán la vida de los latinoamericanos y caribeños. CAF ha mapeado 67 iniciativas que contribuirán, por ejemplo, a llevar conectividad al 85% de los colombianos para 2026, producir hidrógeno en Chile o combatir la malnutrición infantil crónica en Ecuador. En esa línea, en los próximos cinco años, el banco destinará 25.000 millones de dólares a la financiación verde, monto que incluye 1.250 millones para la preservación de los océanos.
Ignacio Corlazzoli Hughes, gerente del CAF, ha señalado que “Europa y América Latina y el Caribe son compatibles en sus valores, su visión del desarrollo y su comprensión del mundo. Somos un producto común de la historia. Nuestras luchas por la democracia y los movimientos sociales van de la mano. Vivimos una esencia compartida. Menos pobreza y exclusión en América Latina y el Caribe equivalen a un mundo mejor para Europa, un mundo más seguro y sostenible”.
Y, en tercer lugar, se trata de una apuesta geoeconómica para impulsar a América Latina en el mundo, contribuyendo a su inserción financiera, desarrollando instrumentos financieros innovadores, como swaps de deuda por conservación de la naturaleza o un mejor aprovechamiento de los derechos especiales de giro. Una región que está llamada a jugar en este siglo XXI el rol de protagonista por su condición de potencia agroindustrial, por su riqueza en recursos naturales y porque es clave en la sostenibilidad medioambiental mundial por poseer biomasas como la Amazonía.
Como suele decir Díaz-Granados, “el mundo necesita soluciones climáticas, alimentarias, y América Latina está lista para ello. Y estamos listos para pasar a un siguiente nivel con la Unión Europea”.
Núria Vilanova es presidenta del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI)