Los dos partidos de la selección española no han servido para quitar el foco de Rubiales, los rubialistas y los rasputines que toman posiciones para sucederle. Nada ha cambiado con la renuncia del hasta ahora presidente ni las soluciones pasan tampoco por volver a la clásica endogamia del fútbol a través de una comisión gestora.

Esta debe ser la oportunidad para cambiar las bases de la RFEF, limpiarla, ponerla en valor y trabajar en un modelo que no esté teledirigido por nadie: ni por el gobierno, ni por Tebas ni por las territoriales. La manera en la que España se ha inmolado tras ganar un histórico del Mundial merece un punto de inflexión para que no vuelva a pasar lo mismo. Y es que es una pena que el fútbol femenino, inmerso en dos huelgas al mismo tiempo, haya tenido que empeñar su éxito en favor de la regeneración en vez de para aprovechar el tirón. Ojalá no haya mal que por bien no venga, aunque de momento todo es chapucero.

Baraja

Al Pipo no le tembló el pulso cuando el Valencia se estaba jugando el descenso y apostó por los chavales, así que poner ahora a Mosquera por delante de Cenk será pan comido. La visita del Atlético es un órdago a la grande después de dos derrotas seguidas y Mestalla no solo promete sino que debe ser un hervidero en su primer partido tras la confirmación de que el objetivo es salvarse. Apoyar al equipo y dotarle de esa estabilidad que pide el técnico y que no le da el club tiene que ser compatible con la protesta y la presión a una clase política que, ¡oh sorpresa!, continúa a la gresca.

Atraco

Da para una profunda reflexión de todos, también y sobre todo del Levante UD, lo que ha tardado en salir a la luz y que se denunciara lo ocurrido en la Champions femenina. Una acción sucia y antideportiva en la que las granotas tampoco se puede negar que pecaron de pardillas en grado sumo… En fin, que hay muchos frentes abiertos por Orriols.