Marruecos todavía se recupera del ‘shock’ que vivió ayer por la noche cuando un terremoto de 6,9 grados de magnitud hizo temblar el centro del país pasadas las once de la noche del viernes. Actualmente, todos los esfuerzos se centran en intentar rescatar con vida a todas las personas posibles entre los escombros.
Según el último recuento del Ministerio de Exteriores, murieron al menos 1.305 personas y hay 1.832 heridos, 1.220 en estado crítico. La mayoría de víctimas mortales proceden de la región sur del país, a 60 kilómetros de Marrakech, dónde se registró el epicentro del peor terremoto de la historia reciente del país.
Miedo a las réplicas
En la turística Marrakech, este sábado todavía se recuperaban del susto. Las paredes de la medina temblaron con fuerza y algunos edificios se derrumbaron, como un pequeño minarete de una mezquita en la plaza Jmaa El Fna. A pocos metros, Nazib tiene un pequeño puesto con varios animales para que los turistas se saquen fotos, explica que al principio no sabía lo que pasaba, “empecé a escuchar ruido por todas partes y como tenía miedo que algún edificio cercano se derrumbara fui al centro de la plaza”. En pocos minutos muchos de los vecinos llenaron este famoso lugar, habitualmente lleno de bullicio y turistas. Para muchos fue el refugio en el que pasaron la noche en la calle por miedo a nuevas réplicas. “Es la primera vez que vivo algo así, mi padre igual”, relata.
Nazib explica que su casa estaba un poco afectada y que tiene grietas, como ha pasado en muchos edificios, especialmente los más antiguos de la medina. Aunque su cabeza estaba en otro sitio, cuando pudo cogió su pequeña moto para recorrer los cincuenta kilómetros que hay hasta la región de Ourika, donde nació y dónde todavía vive su familia. Explica que todos estaban bien, pero que la casa de sus abuelos se derrumbó y su abuelo se quedó atrapado, actualmente está en el hospital porque sus piernas quedaron entre escombros. “Los otros pueblos también estaban destruidos, ha muerto mucha gente porque las casas no son resistentes”, censura el joven.
Quince segundos eternos
A primera hora de la tarde, los operarios municipales ya han empezado a retirar los escombros del minarete que colapsó a pocos metros de dónde se encontraba. La ciudad retoma poco a poco su cara y las terrazas están llenas de turistas tras una noche de pesadilla. “Dormimos en las tumbonas de la piscina del hotel”, explican un grupo de turistas catalanas que el terremoto las cogió cuando acaban de regresar de cenar. “Fueron quince segundos, pero me pareció una eternidad”, remarca una de ellas. Justo era su primer día de vacaciones y debatían si volver a seguir en el país hasta el miércoles, que tienen el billete de vuelta. También explican que han recibido decenas de mensajes de amigos y familia después de que la noticia llegara a España.
Otros turistas han decidido que quieren volver, “me quiero ir ya”, explica una joven española que pasea por las calles de la ciudad. Como la mayoría de marroquís, el miedo a nuevas réplicas sigue en el cuerpo, “¿Sabes si se van a producir más terremotos?”, preguntaba una mujer. Aunque por ahora nadie tiene la respuesta. Este sábado se han producido unas pocas réplicas de baja intensidad que, que en muchos casos, no se han sentido. El terremoto de la pasada noche golpeó muy fuerte en esta región, pero también atemorizó y se sintió en ciudades como Rabat, a 300 kilómetros. Muchos vecinos también salieron a la calle, por miedo y para saber qué había pasado.
Movilización global
El país entero se ha movilizado para asistir a los damnificados. En la autopista dirección Marrakech, los convoyes militares acompañados de maquinaria pesada y excavadoras se desplazaban dirección al epicentro. Algunos de los pequeños pueblos siguen aislados entre montañas y por esto se teme que la cifra de muertos pueda todavía crecer. En el hospital de Marrakech muchos de ellos se acumulan en las salas, por la noche, los sacaron al exterior por si se producían más terremotos, según se puede ver en varios videos. Las autoridades también han hecho un llamamiento a los ciudadanos para que acudan a donar sangre ante la falta de reservas.
En las redes sociales y la televisión también se han empezado a difundir las primeras imágenes de los pueblos más afectados, montañas de escombros y trabajo a contrarreloj para poder salvar vidas. Con cada imagen y cada actualización del recuento de víctimas el país asume la tragedia que ha golpeado esta región de Marrakech. Mucho tenían todavía en el recuerdo el terremoto de Alhucemas de 2004 en el que murieron 630.
Desde muchos puntos del país también han empezado a salir camiones cargados de ayuda humanitaria para los damnificados, sobre el terreno también se han desplegado hospitales de campaña. La solidaridad y el ofrecimiento de ayuda también ha traspasado fronteras, muchos países, como España, que a través de su Ministro de Relaciones Exteriores, José Manuel Albares, ha puesto a la Unidad Militar de Emergencias (UME) de España, así como sus organismos de ayuda y su embajada a la «entera disposición de Marruecos y de su pueblo, para intentar paliar esta situación y salvar al mayor número de personas posible», o Argelia, que ha abierto su espacio áereo para vuelos humanitarios, se han ofrecido en el caso de que Marruecos lo pida.
A la espera de Mohammed VI
Mientras el país trata de recomponorse de las heridas del fatal seísmo, las miradas están puestas en la Casa Real marroquí. Sorprendió que durante toda la jornada del sábado no hubiera una reacción del rey Mohammed VI y que el único comunicado oficial, publicado por la agencia marroquí MAP, tras una reunión presidida por el monarca, fuese ya en crepúsculo del sábado para anunciar «un duelo nacional de tres días, con banderas a media asta en todos los edificios públicos».
Según explica el diario francés ‘Liberation’, el rey marroquí y su jefe de su gobierno, Aziz Akhannouch, se encontraban el viernes en París. El medio galo ha indicado que dos aviones de la Casa Real habrían aterrizado este sábado a París, para, en principio, traer al soberano de regreso a Marruecos.
Mientras tanto, la población ha tenido que asumir al Ministerio del Interior marroquí como su principal interlocutor institucional durante esta tragedia.