La popularidad de Carlos III sigue siendo más baja que la de su madre, la reina Isabel II, pero la monarquía se mantiene como el modelo de Estado más apoyado por los británicos. Según la encuesta más reciente de YouGov, un 62% se muestra a favor de conservar la institución, frente a un 26% que apuesta por tener un jefe de Estado elegido en las urnas. La sensación de que el nuevo monarca ha hecho pocos cambios en la institución es mayoritaria un año después de su acceso al trono, aunque la ciudadanía admite que tiene poco margen de maniobra en muchos aspectos y apuesta por dejarle más tiempo para empezar a ver los síntomas de una posible modernización de la institución.
En el pub The Beehive de Londres, Ian, un inglés de poco más de 40 años, reconoce que las expectativas puestas en Carlos III se han desinflado en su primer año como monarca. Sin embargo, considera que, en términos generales, la monarquía es algo positivo para el país. «No puedo ver al Reino Unido sin monarquía, es uno de los grandes símbolos del país. La monarquía británica es probablemente la más famosa del mundo: mira la gente que fue al funeral de la reina», explica Ian, quien destaca que, a pesar de los costes que supone para los contribuyentes, también representa una fuente de ingresos gracias al turismo.
Pasado colonial
A pesar del apoyo con el que todavía cuenta en el Reino Unido, Ian considera de que los vínculos de la institución con la esclavitud pueden suponer un rechazo cada vez mayor en los países de la Commonwealth. «No veo cuál es el beneficio que estos países obtienen a cambio de tener a Carlos III como rey. Muchas personas no creen que aporte nada positivo a su vida diaria», asegura. Algunas islas caribeñas como Jamaica o Granada se están planteando renunciar al monarca como jefe de Estado y convertirse en una república, como ya hizo Barbados en 2021.
A su lado, Charlie, un profesor de 50 años, es más crítico con la institución y lamenta que no se modernice al mismo ritmo que la sociedad. «El único motivo por el que la monarquía querría modernizarse es para tener más poder y más dinero. No se modernizará porque crean que es algo bueno, eso no les importa. Lo harán para mantener su existencia», señala. Aún así, reconoce que en muchos aspectos el nuevo rey no tiene capacidad de decisión y tiene que obedecer las indicaciones del Gobierno. «Quizás si pudiera iría más lejos, pero tampoco puede. Él sirve a la institución«.
Ausencias destacadas
Para Jimmy McQuade, un carpintero jubilado, los principales fallos del nuevo rey están en el ámbito más protocolario. «El rey no me cae bien porque no apoya las carreras de caballos. Al menos no tanto como lo hacía su madre», asegura, mientras sigue con atención una competición en la televisión. McQuade también se muestra crítico con el desplante del monarca a la selección femenina de fútbol en la final del mundial contra España y con el hecho de que no asistiera a la final de Wimbledon. «Es su obligación estar allí para representar a su país», asegura.
Su hermano Michael resta importancia a la presencia de la familia real en los eventos deportivos y defiende el reinado de Carlos III. «Ha reducido los costes, se preocupa por el medio ambiente, y está gestionando bien los negocios de la corona. Puede que por ahora no resulte en una reducción de los impuestos que pagan los contribuyentes, pero confío en que lo hará en algún momento. Creo que es consciente de que para mucha gente estos impuestos son una carga«, señala. En su opinión, el nuevo rey está tratando de modernizar la institución, aunque reconoce que son cambios lentos y que no puede hacer todo lo que querría.
Trabajo pendiente
Ben Cook, hostelero de 43 años, destaca que Carlos III todavía está lejos de lograr la popularidad de Isabel II. «Ella estuvo muchos años en el trono, tenía personalidad y sentido del humor y era vista como una persona entrañable. No creo que la gente opine lo mismo de Carlos», asegura. A su lado, Christina, una contable jubilada, trata de justificar el hecho de que el rey tenga una popularidad más baja que su madre. «Si le hubieran dejado casarse con Camila desde el principio se habrían ahorrado muchos problemas». Los dos se muestran a favor de la monarquía, pero coinciden en algo: al nuevo monarca le queda mucho camino por recorrer para ganarse el cariño de los británicos.