Ana María es una oficinista que ha dedicado más de una década de su vida a trabajar en una sucursal bancaria en la hermosa ciudad de Vigo. Aunque tenía un trabajo estable y una vida cómoda, siempre había sentido un vacío en su interior, como si le faltara algo importante.


Durante mucho tiempo, Ana María había soñado con tener su propia protectora de animales en medio del campo. Ama a los animales y siente una profunda conexión con ellos. Soñaba con proporcionar un hogar seguro y amoroso para aquellos que habían sido abandonados o maltratados. Sin embargo, el temor a dejar su trabajo seguro y estable la mantenía atrapada en su rutina diaria. Pero un día, Ana María decidió que había llegado el momento de seguir su corazón y perseguir su sueño. Renunció a su trabajo en el banco, dejando atrás la comodidad y la seguridad financiera, para embarcarse en una nueva aventura. Comenzó a construir su protectora en medio del campo, donde los animales podrían correr libres y ser felices.

Con cada ladrillo que colocaba y cada cerca que construía, Ana María sentía una emoción indescriptible. Sabía que estaba siguiendo el camino correcto, aunque fuera incierto y desafiante. Pero había algo que la hacía aún más feliz en esta nueva etapa de su vida: su perro Doga.

Doga es un fiel compañero que ha estado con Ana María desde que era solo un cachorro. Juntos han superado momentos difíciles y han compartido innumerables aventuras. Doga estuvo a su lado cuando Ana María entró en quirófano para que la estirparan los ovarios. Entonces el hospital de Vigo y su departamento de Inmunología permitieron que Doga estuviera a su lado durante la recuperación. Y Ahora, Doga es su compañero de trabajo y trayecto. Cada mañana, Ana María se sube al tren de Renfe con Doga a su lado, ya que la empresa permite que las mascotas viajen con sus dueños. Eso hace que su jornada sea aún más especial. El trayecto en tren se convierte cada día en un momento mágico para Ana María y Doga. Mientras el paisaje se deslizaba frente a ellos, Ana María acaricia el pelaje de Doga y le susurra palabras de aliento. Doga siempre le mira con ojos llenos de amor y lealtad, como si entendiera cada palabra que dice.

La protectora de animales de Ana María ha crecido y se ha convertido en un refugio acogedor para perros y gatos necesitados. Cada día, Ana María y Doga trabajaban codo a codo, cuidando de los animales y brindándoles el amor y el cuidado que tanto merecen. La fidelidad incondicional de Doga inspira a Ana María a seguir adelante incluso en los momentos más difíciles. Con el tiempo, la protectora se ha convertido en un lugar reconocido y respetado en la comunidad. Las adopciones aumentan y los animales encuentran hogares amorosos gracias al incansable esfuerzo de Ana María y su leal compañero, Doga. Juntos, han logrado hacer realidad el sueño de ayudar a los animales necesitados. Pero la verdadera transformación ha ocurrido en el corazón de Ana María. Gracias a su valentía y al amor incondicional de Doga, volvió a sonreír. Cada día, al mirar a los animales felices y saludables en su protectora, Ana María sabe que ha encontrado su propósito en la vida.